granLas<strong>mujeres</strong> y <strong>equidad</strong>/examenmentiras1Sara SefchovichEnsayista, novelista, traductora e investigadora. Licenciada y maestra enSociología y doctora en Historia de México por las Facultades de CienciasPolíticas y Sociales y de Filosofía y Letras de la UNAM. En esta mismacasa de estudios es investigadora del Instituto de Investigaciones Socialesy profesora titular en el posgrado de la Facultad de Ciencias Políticasy Sociales, así como en el Departamento de Lenguas y Literaturas deArizona State University. Entre sus libros destacan Demasiado amor,La señora de los sueños, Vivir la vida, País de mentiras y Lasuerte de la consorte. Ha recibido, entre otros reconocimientos, laMedalla Gabino Barreda al Mérito Académico (UNAM, 1988),la Beca John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1989-1990), el Premio Agustín Yáñez para Primera Novela (1990) y TheLeona Gerard Endowed Lecture (Universidad de California, 1993).Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores de México.12 IBEROAprincipios de 2007 se hizo pública, con bombos y platillos,la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre deViolencia. Unas semanas después de su entrada en vigor, seacercó a mí una mujer a la que el marido golpeaba sin piedad una yotra vez. La mandé a la delegación, correspondiente a su domicilio,del Instituto de la Mujer del Distrito Federal, donde la atendieron, ycon su intermediación se llegó al acuerdo de que el hombre deberíaabandonar el hogar conyugal. Aunque lo hizo, de todos modos siguiópersiguiéndola y acosándola, esperándola a la salida del trabajoo a la entrada de la escuela de los hijos. Hasta que una madrugadase metió por la fuerza al cuartucho que le servía de vivienda y sele fue encima a golpes y patadas. La mujer salió corriendo a pedirayuda y encontró a una patrulla policíaca y les relató la situación alos agentes. “¡Uy, no, señora, nosotros no podemos hacer nada! Tieneusted que ir a tal y tal lugar a levantar un acta”, fue la respuesta.Por supuesto, era imposible a esa hora trasladarse al sitio indicado ysólo la intervención oportuna de los vecinos la salvó a ella y a sushijos de algo peor.¡Ay santa Agnes Heller, san Norberto Bobbio, san Pietro Barcellona!¿No nos habían dicho ustedes que la ley existe para ponerleun dique a los deseos ilimitados de los individuos y poder vivir ensociedad? ¿Y que es obligatoria y vinculante para todos? ¿No noshabían asegurado que las instituciones son la “instancia decisoria delordenamiento social” y que ellas están allí “para dirimir los conflictos”?Y sin embargo, a esa mujer no le sirvieron de nada las magníficasleyes e instituciones que en México protegen a las <strong>mujeres</strong> dela violencia de sus maridos.2Que hablen los datos:Según la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacionalde los Derechos Humanos, en una de cada tres familias hayviolencia física contra la mujer y hay una mujer agredida cada 15segundos. El Centro de Atención de Violencia Intrafamiliar reportó
desnacionalesque 93% de las personas que solicitan sus servicios son <strong>mujeres</strong>, ydel 7% restante, la mayoría son niños menores de 12 años o ancianos.La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en losHogares afirma que 67% de las <strong>mujeres</strong> en México ha sido objetode algún tipo de violencia y que dos de cada diez <strong>mujeres</strong> señalaronhaber sufrido agresiones físicas que les provocaron daños permanenteso temporales.Es decir que, con todo y la Ley General de Acceso bla bla bla, ycon todo y la puesta en marcha del Sistema Nacional de Prevención,Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra lasMujeres, que existe para vigilar la puesta en práctica de esa ley y engeneral de políticas públicas adecuadas sobre la materia, los datosdejan ver que la violencia aumentó casi un punto porcentual.En un estudio hecho por el Consejo Nacional para Prevenir laDiscriminación se hace evidente la gravedad de esta situación, puescuando se les preguntó a las <strong>mujeres</strong> cuál era su mayor sufrimiento,la mayoría respondió que la violencia familiar, poniéndola por encimade la pobreza y la falta de trabajo.Foto: Corbis.A esa mujer no lesirvieron de nada lasmagníficas leyes einstituciones que enMéxico protegen a las<strong>mujeres</strong> de la violenciade sus maridos.Ibero 13