<strong>mujeres</strong> y <strong>equidad</strong>/examenMujer, culturay <strong>equidad</strong>Nubia Macías NavarroLicenciada en Sociología por la Universidad de Guadalajara, cursó el master en periodismo de El País, maestría avalada por la UniversidadAutónoma de Madrid. Como periodista fue corresponsal en Europa, con base en España, para el Grupo Radiocentro México, el InstitutoMexicano de la Radio y el diario El Financiero. Fue también reportera del medio cultural para el diario Público, de Guadalajara. Desdemediados del 2001, ocupó el cargo de subdirectora operativa de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, hasta que en abril de 2003 fuedesignada directora general. Durante su gestión al frente de la FIL ha sido considerada como uno de los 300 líderes más influyentes de México porla revista Líderes Mexicanos. También ha sido invitada a dictar conferencias en el marco de las ferias del libro de diversos países, incluyendo elforo Ágora América Latina que reunió a los líderes más influyentes de esta región.Cuando leemos un libro, escuchamos música, observamosuna pintura o participamos en cualquier tipo de manifestaciónartística encontramos, mediante esa expresión y suresonancia en nosotros, un pasaje abierto hacia la sensibilidad y lashabilidades que todos, como seres humanos, poseemos sin distingosde género. Pensar sirve. Sentir sirve. Desde las diferentes posicionesque las <strong>mujeres</strong> ocupamos en la ciencia, en la política, en el arte, enla academia, en el periodismo, en la gestión cultural… se confirmala grata certeza de que hemos explorado todos los terrenos profesionalesen la investigación, la producción del conocimiento y laimaginación. Entender y conocer sirve.En México e Iberoamérica las <strong>mujeres</strong> somos generadoras detransformación social, de opinión pública y de educación. Dirigimosmuseos, galerías, festivales y empresas culturales. Al tiempoque somos motor de esta red, mantenemos cohesionadas a nuestrasfamilias siendo, además de profesionistas, madres, hijas y compañeras.Todo con una simultaneidad inteligente acendrada en vidasextraordinarias que no serán inmortalizadas en discursos presidenciales,en loas poéticas o enormes monumentos metálicos.Vale resaltar el común denominador en las vidas de muchas <strong>mujeres</strong>exitosas: la mayoría viene de familias que las apoyaron, de padresy madres que les brindaron acceso a la educación y creyeronen su trabajo; de parejas que se atrevieron a asumir, con ellas, elreto de criar a los hijos. Esa red nos permite a las <strong>mujeres</strong> generarlas diferentes formas de saber y de ser con las que contribuimos ala sociedad.Es evidente que no todas tenemos esas opciones. Somos minoría.Está claro, también, que la marginalidad, la discriminación salarial,la violencia política, doméstica y sexual, junto con los prejuicios declase, de raza y de identidad sexual, se reproducen en una realidadque debemos denunciar y combatir. El rezago que hay en Iberoamé-16 IBEROrica, el trabajo que falta por hacer, hacen urgente la necesidad deque las voces que exigen un cambio se extiendan como la ola de libertadque hombres y <strong>mujeres</strong> impulsan hoy en el mundo árabe. Nopedimos tanto: queremos oportunidad, solidaridad y respeto en losocial, en lo cultural, en lo político, en lo sexual. Es decir, en la vida.Otra certeza: estamos lejos de la <strong>equidad</strong>. Siglos de historia pesanen nuestras sociedades. La mujer que quiere triunfar es obligadaa sacrificar ciertas áreas de su vida para mantener un equilibrioy volverse, si no competitiva, sí lo más efectiva posible. Hay unatendencia muy grande a pensar que la mujer tiene que cumplirespléndidamente en su casa, con su pareja, con sus hijos, y ademásen su trabajo. Esto es algo que no sólo piensan los hombres, sinotambién las <strong>mujeres</strong>. Se nos han multiplicado las funciones y las<strong>mujeres</strong> aún cargamos con la culpa de no tener tiempo suficientepara estar con nuestras familias. Vivimos en un país con graves yprofundas diferencias de género. Ganar estos espacios es una responsabilidadcompartida entre las <strong>mujeres</strong> y una sociedad que, enla práctica, no lo permite. El conocimiento debe liberarnos paralograr un equilibrio real.En la cultura, como en el resto de las actividades laborales en estepaís, persiste el desequilibrio. No obstante, es en ella donde mayorparticipación tenemos. Tan es así que si recorremos las áreas de lacultura en México nos daremos cuenta de que, en un porcentajealto, están gestionadas por <strong>mujeres</strong>. La cultura es el espacio quemás se ha abierto para que podamos desempeñarnos laboralmentee impulsar iniciativas que contribuyan a mejorar la vida cotidianade los mexicanos.Se han ganado territorios, pero el poder nos ha sido vetado. ElConsejo Nacional para la Cultura y las Artes, por ejemplo, ha sidopresidido por dos <strong>mujeres</strong>, pero ni la Universidad Nacional Autónomade México ni la Universidad de Guadalajara han tenido,
Foto: Corbis.En México e Iberoamérica las<strong>mujeres</strong> somos generadoras detransformación social, de opiniónpública y de educación.nunca, una rectora. Son entidades tan importantes para la formacióndel ser humano y parece imposible que no hayan tenido <strong>mujeres</strong>al frente, cuando el país es un semillero de pensadoras, escritoras,científicas, académicas y artistas cuyas experiencias son invaluablespara la apertura de espacios propicios al desarrollo. Tampoco hemostenido, como otros países de América, una mujer presidenta.Más allá de las políticas que determinan el Estado y los gobiernosse requiere una equiparación social, una cultura general donde loshombres y las <strong>mujeres</strong> podamos vernos como iguales. La promocióncultural es un bastión a tener en cuenta. A partir de que la lecturaabre la mente, el espíritu y la sensibilidad, por ejemplo, es útil para elcambio social y para acabar con los lastres sociales que arrastramosdesde la Antigüedad. Acercarnos a la expresiónde seres humanos sensibles y abiertosa las diferentes formas de ver y entenderla vida nos tiene que hacer diferentes. Nocreo en eso de que la lectura “no sirve paranada”. La lectura nos hace diferentes. Noes definitiva, pero sí incide, poco a poco, ymarca diferencias.Lo consecuente, entonces, es que la reflexiónse convierta en algo tangible, enproyectos puntuales y concretos que faciliten herramientas para quemás <strong>mujeres</strong> tengan la capacidad de verse a sí mismas como sereshumanos con posibilidad de desarrollarse profesional e intelectualmenteen diversos ámbitos de la vida pública. Claramente se tratade un proceso largo y, reitero, son siglos de historia los que pesan.Por eso es un trabajo cotidiano y permanente. Y en la defensa dela escritura, del pensamiento, de la creación más allá del género, secifra una de las respuestas para abatir este longevo mal. Lo importante,como siempre, es entender que no estamos solas: nos paramosen hombros de gigantes y las luchas de otras <strong>mujeres</strong> anteriores anosotras nos han abierto espacios que, hoy por hoy, nos permitenobservar, pensar y actuar desde la pluralidad.Ibero 17