<strong>mujeres</strong> y <strong>equidad</strong>/trivium/ensayo literarioContra lasviolencias,la escrituraReflexionesdesde tresescritoras delsiglo XXLucía MelgarDoctora en Literatura Hispanoamericanapor la Universidad de Chicago. Críticacultural y profesora de literatura y estudiosde género. Ha impartido cursos en Princetony Maryland (Estados Unidos), Lille-3(Francia), el ITAM y la UNAM. Fueprofesora investigadora en el ProgramaInterdisciplinario de Estudios de la Mujerde El Colegio de México, y coordinadora deinvestigación en el Programa Universitariode Estudios de Género de la UNAM.Sus líneas de investigación incluyenla obra de Elena Garro; violencia,género y literatura, y el feminicidioen Ciudad Juárez. Entre sus librosdestacan: Elena Garro: Lectura múltiplede una personalidad compleja (conG. Mora, BUAP, 2002) y Violencia,fronteras, justicia: Nuevos discursos (conM. Belausteguigoitia, UNAM, 2007).Actualmente es académica invitada en elDepartamento de Letras de la UniversidadIberoamericana Ciudad de México26 IBEROComo percibe con particularlucidez Elena Garro, la violenciasocial y política está estrechamenteligada a la agresión interpersonalque, a su vez, retroalimenta laviolencia social.En esta segunda década de un siglo ya conflictivo y desalentador,donde la palabra parece vaciarse de sentido y el silenciose va cargando de imágenes ominosas, rescatar la confianza enel diálogo y la reflexión es afirmar la libertad de pensar y de soñar;es optar por una vida más plena, menos pegada a la resequedad delpáramo en que nos va tocando crecer o envejecer.Imaginar no es escapar a la realidad, leer no es huir, contar historiasno es negar la Historia. Al contrario, en esta época sombría,leer literatura nos permite redescubrir el color y el sonido de unapalabra, re-conocer la validez de otras perspectivas, apreciar la experienciade quienes nos precedieron en campos arrasados o ciudadesahogadas de humo; acercarnos a nuestra realidad y entenderla mejor.En el contexto de las reflexiones acerca de la condición de las<strong>mujeres</strong> en México, más allá de cifras y datos que corroboran laprevalencia de la violencia y discriminación en la vida de millonesde <strong>mujeres</strong> y niñas, conviene recordar y releer las voces de escritorasque vivieron otros tiempos oscuros y reflexionaron sobre ellos.
Elena Garro Nellie Campobello Rosario CastellanosNellie Campobello, Rosario Castellanos y Elena Garro, por sólomencionar a las tres más grandes autoras del siglo pasado, desafiaron,cada una a su manera, las convenciones de su época. Fuerontambién lúcidas observadoras de su sociedad y agudas críticas de ladesigualdad, la violencia y la manipulación del lenguaje para estigmatizary oprimir.La densidad poética de la escritura de Garro, la sobriedad y rapidezde la prosa de Campobello, la ironía y la sonoridad de la poesíay la ficción de Castellanos brindan a quien las lea una experienciaestética, que permite redescubrir el brillo y la variada textura delidioma; invitan asimismo a valorar el sentido ético de los usos de lapalabra al decir la realidad por dura y terrible que sea, al dar relievea voces marginadas, al ampliar y multiplicar las dimensiones deltiempo y del espacio. En este sentido, en las páginas de estas autoraspuede encontrarse hoy un refugio contra la palabrería huera deldiscurso político, contra el ruido atronador y el silencio aplastantede la mal llamada “guerra contra el narco” y su carga de muertes inútiles.Desde ahí es posible también fortalecerse para volver a mirarel presente, en su brutalidad y en su relatividad histórica.En efecto, los relatos de la revolución en el norte contados enCartucho, las historias de opresión y rebeldía reinterpretadas en Oficiode tinieblas, Los recuerdos del porvenir o Y Matarazo no llamó..., o lavida sombría de las <strong>mujeres</strong> en el campo mexicano, llevada a primerplano en “Los perros” o “El rastro”, iluminan las líneas de continuidadentre el pasado y el presente, entre violencias ya vividas y lasque hoy nos afectan. Aunque en Campobello se percibe una clarasimpatía por los villistas y la presencia de las <strong>mujeres</strong> es secundaria,mientras que en Garro y Castellanos la mirada crítica se centra enla condición de las <strong>mujeres</strong> y de los menos poderosos, las manifestacionesde la violencia no se fragmentan ni se aíslan, se enlazan demodo que puede captarse la interrelación de sus dimensiones sociales,políticas, personales; y sus efectos. Puede entenderse así tambiénla complejidad de este amplio mecanismo destructivo que abarcadesde el marco estructural de la pobreza y la desigualdad hasta losmatices de un gesto que estigmatiza o condena, sin olvidar los actoscotidianos de despojo, censura y opresión.Tal vez la obra más leída de las ya mencionadas sea Oficio de tinieblas,novela considerada indigenista que puede leerse como históricay feminista. Más allá de etiquetas más o menos relevantes, esta obrapuede leerse hoy como una extraordinaria reinterpretación críticade las relaciones de dominio y de la incomunicación que en lahistoria de México han contrapuesto, y aún contraponen, a gruposétnicos, a hombres y <strong>mujeres</strong>. En un siglo XXI que se ha iniciadocon una siniestra resignificación del odio religioso, las manipulacionesideológicas que Castellanos desmonta y expone cobran tambiénuna importancia particular.En un presente en el que las cifras deasesinatos se van acumulando como si esaexpansión de la muerte no incidiera en eldía a día de los vivos, la mirada ingenua ydescarnada de la narradora-niña de Cartuchonos obliga a ver el horror de frente: “Vimosunos quemados debajo del kiosco, hechoschicharrón, negros, negros; uno teníala cabeza dentro de las rodillas”. Nos obligatambién a reconocer-nos en la aceptaciónde la violencia como hecho cotidiano, aunquea veces el terrible espectáculo resultaestremecedor: “Al ver un bulto pegado a lapared, corrimos; estaba boca abajo, el cuellorevuelto, sucio, las manos anchas, morenas.Las uñas negras, tenía en la espalda dobladoun sarape gris, se veía ahogado de mugre, se me arrugó el corazón”(Campobello, 51). Ante el cadáver de un hombre admirado, la niñase distancia, negando sus sentimientos hacia él. Sobrevivir, parecesugerir la autora, es en gran medida reconocer y olvidar, a la vez, loque se ha perdido.La muerte que puebla la literatura mexicana del siglo XX no sedebe sólo a conflictos políticos y sociales aunque entre sus páginasmás perdurables se cuenten las de Azuela, Muñoz, Rulfo y la propiaCastellanos. Como percibe con particular lucidez Elena Garro, laviolencia social y política está estrechamente ligada a la agresióninterpersonal que, a su vez, retroalimenta la violencia social.Aunque este tema amerita mayor atención, para completar estasbreves reflexiones acerca de la visión crítica de algunas escritorasdel siglo XX mexicano, quisiera destacar la tremenda belleza delas dos piezas de teatro donde Garro expone la violencia contra las<strong>mujeres</strong> como expresión de un odio tolerado si no es que fomentadopor el discurso social. En “Los perros”, por ejemplo, presentaen primer plano el drama de la violación. Si bien en este caso la vozsocial masculina condena los deseos “torcidos” del futuro raptor deÚrsula, una niña de doce años, esa misma voz enuncia el destinode la mujer violada como una mujer “desgraciada”, y sugiere que,con esta agresión y estigmatización, el hombre busca “romper” ala mujer antes de que llegue a ser “mujer lucida y temida de loshombres” (135).En otro ámbito rural empobrecido, un episodio de misoginia letalcomplementa esta visión sombría de las relaciones entre hombresy <strong>mujeres</strong>. En “El rastro”, un hombre delirante llora por su madremuerta e idealizada conforme al más puro estereotipo de la madremexicana, a la vez que va construyendo una imagen terrible desu mujer como “enemiga”. Si ya el discurso de Adrián Barajas, elprotagonista, está permeado de odio y rencor, la actitud de los testigosque lo azuzan y su silencio cómplice mientras Adrián apuñalacon saña increíble a su mujer, confirma la colusión masculina enla degradación de lo femenino y en el asesinato de las <strong>mujeres</strong>. Laconstrucción de la mujer como enemiga, sugiere la autora, es unfenómeno social muy peligroso.Contar la violencia, exponer sus mecanismos y entrelazamientoobvios y secretos, como lo hacen estas autoras, es empezar a desmontarla.Leer la violencia así escrita es una vía para enfrentarla,entenderla y, ojalá, des-activarla.BibliografíaCampobello, Nellie, Cartucho: Relatos de la revolución en el norte, Factoría, México,2000.Castellanos, Rosario, Oficio de tinieblas, Joaquín Mortiz, México, 1962.Garro, Elena, Un hogar sólido y otras piezas en un acto, Universidad Veracruzana,Xalapa, 1983.Ibero 27