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Mito e historia en el teatro de Lope de Vega 61mo la antítesis del cortesano adulador e intrigante. Sin querer tomar parte enconspiraciones palatinas, reside en las fragosidades montañosas de Asturias,paisaje con el que Pelayo se identifica, prefiriendo pieles de animales salvajesa sedas y artificios. Presenta así la imagen arquetípica del rudo godoque describe con entusiasmo Morales en su Crónica General de España:«Su vestido ordinario eran forros de diversas pieles de animales» (Cabranes-Grant: 124). En oposición al incauto Rodrigo, quien cree que la amenazamusulmana será fácilmente contrarrestada, Pelayo parece vivir en perpetuoestado de vigilancia. Su valentía y sentido de servicio a los ideales cristianosy heroicos se manifiesta tanto en su defensa del solar patrio como en lade su hermana Solmira, cuando ésta es raptada por el moro Abraidos. Consólo unos pocos montañeses medio desnudos, «bárbaros y rudos,/ mas quepelean como mil leones», según palabras del enemigo (Fol. 132v, col. A), ycon burdos «dardos» (Fol. 131r, col. A) como arma de defensa, será el únicomiembro de la aristocracia goda que podrá contener el avance arrollador delIslam al alcanzar la victoria de Covadonga.Por estos pasos se llega a la apoteosis final, que tiene lugar con la apariciónde Pelayo, solo en escena, apostrofando a una España personificada(«España entre y córrese una cortina en que se vea un lienzo con muchosretratos de reyes pequeños» [Parte XXV, 411]) en un monólogo exaltadoencapsulador del mensaje político. Para lograr el cierre oportuno Lope conectacon pericia el final de la comedia con el comienzo, en el que Rodrigohabía justificado ante los godos su acceso al trono. Si a Rodrigo se le entregóuna corona y un cetro precarios tras dudosas maniobras políticas, a Pelayose le corona unánimemente en escena con el laurel de una victoria ganadaen buena lid y por sus propios méritos («Sale toda la compañía con ramos,Ilderico con el laurel y corónenle» [Fol. 136v, col. A]). Es Pelayo quien sedeclara ahora piedra angular sobre la que se construirá la nueva España, yfénix que renace de las cenizas de Rodrigo. La muerte de éste se percibecomo necesaria para este proceso de purificación y renovación que anticipaun futuro glorioso, proceso en el que las esencias nacionales cristianas yguerreras están materializadas en la sangre de los godos. Además, con lacolección de cuadros de monarcas, introducida sea por Lope mismo sea porel autor de comedias que representó la obra 29 , se está intentando equiparar ellustre del providencial ascenso de Pelayo al trono en el pasado remoto con elde la monarquía reinante.Sin embargo, y a pesar de este final que consolida el triunfo de valoreseminentemente patriarcales, Lope logra introducir una innovación en su co-29. Esta didascalia no aparece en la Parte VIII.

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