<strong>Velorios</strong> y <strong>santos</strong> V i V osEspacio sagradodurante el velorio deAna Lucía Palacios,en Istmina, Chocó, el5 de julio de 2007Se destacan los lutoso flores artificialesen la parte superiorde las telas quecubren las paredes.Sobre el ataúd, unpocillo con agua yhierbas para que AnaLucía sacie su sedque tenía dos alas del mismoancho. En el borde superior dela cortina se instalaron dos seriesde cuatro enormes botones derosas artificiales color durazno,y en el vértice de la unión de lasdos alas del telón, un ramo de tres flores artificialesblancas con bordes lilas. Este ramo podría insinuarun triángulo equilátero y, por tanto, representar unmoño o una mariposa. Debajo de ese arreglo aparecíauna cinta blanca con el nombre de la difunta y, másabajo, en una especie de estandarte engastado enuna varilla de hierro, un arreglo de flores, artificialestambién, adelante del cual posaba un Cristo metálico,encajado en otro estandarte. A los pies del ícono había una mesa pequeña, forrada con tela blanca;sobre ella, en su centro, una veladora blanca. En cada extremo de la cortina pusieron un ramo decartuchos blancos con ramas verdes, hechos posiblemente con tela plastificada.En cada una de las esquinas del féretro colocaron un candelabro metálico con veladorablanca y, en la base de los candeleros, ramos de flores naturales, aún envueltas en papel celofántransparente. Sobre el centro de la tapa del ataúd había una corona de flores naturales con la cintaque indicaba el nombre del donante, y hacia los pies de Ana Lucía, un pocillo de agua con variashierbas, quizás albahaca blanca, con sus raíces al aire.En todas las regiones afrocolombianas y en el Archipiélago raizal encontramos que duranteel velorio los familiares del difunto ponen debajo del ataúd un vaso oun recipiente con agua para que quien murió no padezca de sed. EnPalenque de San Basilio, a excepción de todos los demás lugares, ponenel vaso de agua detrás de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús queestá en el centro del altar. Leidy Angulo afirma que en Tumaco algunasveces los deudos le colocan al agua un hacha o una piedra “para que elmuerto no se crezca”. En el Baudó le añaden las siete albahacas, mientrasque en Quibdó le ponen hierbabuena, ruda de castilla, cubilla, albahacao gallinaza. En Uré rellenan el vaso con un algodón para que el muertosacie su sed al exprimir el líquido sobre su boca, de manera no tenga quever su reflejo en el agua.Con respecto a Palenque, Sofía González documentó parte delos ritos fúnebres en honor a Catalina Díaz Salgado, quien llevabaunos treinta años sin ir a esa población, su lugar de nacimiento. Sinembargo, antes de morir encargó usar unos ahorros que guardaba paraque la velaran y enterraran allá. Como los allegados a Catalina y a su familia no permanecieronen Palenque, no le celebraron las nueve noches, ni levantaron el paño 8 , pero para la velación y elentierro sí convocaron a palenqueros de pueblos y ciudades aledañas.Detalle del altarde última nochede Fidelia Solísen Uré, CórdobaLlenan un vasode agua con unalgodón para queel muerto sacie sused exprimiendo ellíquido sobre su bocade manera no vea sureflejo en el agua, 14de marzo de 2008388 Levantar el paño es el procedimiento para desarmar el altar de la última noche.
Comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras39La casa materna se dividió en tres espacios: los hombres asistentes se reunieron en la partede afuera, para tomar ñeque y otros licores a la sombra de varios almendros. En el patio, mujerescercanas a los familiares de la difunta se juntaron para cocinar la sopa que repartirían con café comosobremesa. Mientras tanto, en la sala, alrededor del ataúd, las más cercanas le rezaban y hablaban aCatalina, entonando una especie de llanto gutural llamado leko.Antes de salir a recoger los pasos de la muerta, un hombre a la cabeza de la numerosaprocesión fúnebre entró a saludar a los dolientes, pero dejó la cruz de madera que siempre usanpara estos casos al lado de la puerta, tal como lo hizo en la iglesia, cuando hicieron una pausapara la misa, presidida por un sacerdote especialmente traído para la ocasión. Este recorrido porel pueblo implicó hacer paradas en distintos lugares donde Catalina solía permanecer durante sujuventud, procedimiento que rememora la visita del cajón que Armin Schwegler describió (1992:63). Señalaba el autor que en las distintas paradas la gente le formula reclamos al finado o finada,o le hacen alabanzas. Esta práctica, que tiene su equivalente en el Baudó, refleja las usanzas queSchwegler encontró durante su trabajo de arqueología entre los pueblos bantúes del río Congo.Ni la cruz ni su portador entraron al cementerio. Como el ataúd en el cual llegó Catalinadesde Venezuela no cupo en la bóveda familiar, debieron pedir prestada una más amplia.Mientras tanto, un par de mujeres recordaba y llamaba en voz alta a sus propios muertosfrente a sus sepulturas, tal como otras mujeres lo habían hecho en las estaciones del recorridopor el pueblo. Animados por el ñeque y el ron, varios hombres de la familia, o allegados ella,se encargaron de cerrar con cemento la bóveda, y con un palito garabatearon el nombre dela difunta y su fecha del fallecimiento. Luego la gente regresó a la casa de los dolientes paracompartir con ellos el resto del día.De vuelta a Istmina, durante el velorio de Ana Lucía Palacios, antes de que comenzaran arezar y cantar, había mujeres que repartían cigarrillos, café con leche, pan y aguardiente; ellas salíancon las vituallas de la cocina, situada a la derecha del altar fúnebre. Este recinto se comunicabacon la sala por una puerta y una ventana; por allí se asomaba una mujer que, cuaderno en mano,iba anotando las contribuciones de los asistentes. En el Chocó es recurrente que los compadresLas mujeresmás cercanasa la familia deCatalina Díazse reúnen enel patio de sucasa materna,para cocinarlos alimentosque seránrepartidos entrelos asistentesdurante suvelorio el 7 demarzo de 2008
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