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Velorios y santos vivos - Museo Nacional

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<strong>Velorios</strong> y <strong>santos</strong> V i V osHechas estas aclaraciones, consideramosnecesario detenerse en el papel de la memoriadentro de la reconstrucción étnica y personalque lograron los cautivos. Edouard Glissant(2002) escribió que en la historia de lahumanidad los únicos migrantes desnudoshan sido los africanos sujetos de la trata, yante esa precariedad corporal y de apoyos para rehacer la existencia en otro lugar, la memoriafue el instrumento fundamental para la reconstitución de la vida y para la elaboración de nuevasrelaciones ecológicas y sociales. No obstante, dada la magnitud del fenómeno y la comparación quepuede hacerse con las prótesis de las que dispusieron los demás migrantes vestidos, es convenienteprecisar la naturaleza de esa desnudez. Vale decir que no dependía de que el cautiverio fuerauna operación violenta y rápida, que tomaba por sorpresa a las víctimas, sino de que los mismoscaptores desnudaban a los cautivos para simbolizar la sujeción.El libro de Thompson (1993: 153) incluye una ilustración excepcional de un prisionero delimperio de Oyo, a quien su captor lo ha dejado vestido sólo con un calzón simple, con su manoderecha amarrada sobre el pecho y la cabeza desprovista de los adornos del cabello que podíanidentificar al individuo.Con todo y que fue desposeído de los símbolos estéticos que su captor sí porta –un birrete desoldado que deja ver su pelo, la camisa decorada y el arma–, al capturado no le pudieron borrar lasescarificaciones de su cara, emblemáticas de su filiación étnica, como también lo eran los tatuajes,los peinados o el pulimento de los dientes. Esos atributos se crearon en función de la identidadindividual y colectiva (pueden verse representados en las máscaras bantúes de esta exposición)y actuaron como puntales de esa memoria que, a su vez, fundamentaba la reconstitución del serprivado y público.Las memorias de las Áfricas llegadas a América, pero reinterpretadas de acuerdo con elnuevo medio físico y social, no sólo cimentaron el culto a los ancestros, sino que habilitaron laresistencia. Los ritos fúnebres fueron un escenario privilegiado para esconder, de esclavistas einquisidores, formas de adorar a deidades, fórmulas de invocación, estéticas del encuentro; comomedio de camuflaje podía emplearse el canto y la danza, la talla de figuras o la ornamentaciónmediante telas y plantas.Máscaras dela colecciónBertranddondeaparecen lasescarificacionesmencionadasPeinado de unade las máscarasde la colecciónBertrandotro elementoidentitariofundamentalde los cautivosafricanosAlabao y LumbalúHoy por hoy, el alabao sigue siendo pieza fundamental de la liturgia afrocolombiana. Dentrode la tradición palenquera, su equivalente es el lumbalú, interpretado en aquella lengua criollade base Ki-kongo, con incidencia del vocabulario español y portugués. Son cantos de alabanza yexaltación que se interpretan a capella cuando se trata de velorios, novenas y últimas noches de undifunto, o con acompañamiento musical para las celebraciones en honor a los <strong>santos</strong> patronos.Cantaoras y cantaores experimentados guían a la concurrencia enunciado el pie de la tonadapara que encoren (coreen) quienes conocen las estrofas (Abadía, 1970: 118; Friedmann, 2007;Triana y Antorveza, 2001: 91-92). La forma de las estrofas proviene de la antigua poesía popularespañola en boga hasta el siglo xii, pero el cuerpo del canto recoge eventos locales de mucha fuerzasimbólica, como sucedió en Boca de Pepé, medio Baudó:24

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