para realizar sus tareas cotidianas sin la asistencia de los demás. Cuandola ejecución de las tareas, bien por sus peculiaridades o por lasdificultades contextuales, precisa de la colaboración de los otros, setienden a generar procesos de identificación. Este hecho me da pié paraformular otro principio fundamental sobre la pertenencia a una cultura: lahomogeneidad cultural y consecuentemente "el otro" se construye en eldiscurso social.5. <strong>EL</strong> DISCURSO SOBRE <strong>LA</strong> PROPIA CULTURAEn las descripciones etnográficas aparece con frecuencia el discurso de losinformantes como recurso para dar cuenta e los comportamientos culturales.Observaciones e informaciones se mezclan como si el valor de unas y deotras fuese exactamente el mismo. Según ésto las observaciones se puedencompletar con informaciones o incluso ser sustituidas por ellas. Y sinembargo, estamos ante un problema etnográfico considerable. Para calibralosólo es necesario reflexionar sobre la diferente naturaleza de loscomportamientos que se describen y de los condicionantes constitutivos delfenómeno de informar de ellos.La realidad conductual de los individuos humanos fluye en un continuum queva desde su planificación hasta su realización y la consecución deobjetivos, sin una solución de continuidad. Cuando se trata de conductasconvencionales en las que confluyen los comportamientos de muchosindividuos, la acción es multicéntrica, dispersa en el tiempo y en elespacio y rebelde a la captación y capacidad expresiva de los informantes.Para dar cuenta de los fenómenos, por parte de un hablante, éstos tienenque ser traducidos a una secuencialidad lineal, que necesariamente esselectiva. En este proceso, la atención resalta sólo algunos aspectos de untodo. Las formas cómo se seleccionan estos momentos de los acontecimientosno es arbitraria y tiene unas consecuencias transcendentales para lacontrucción de lo que se transmite.Pero además, si se seleccionan algunos episodios de un todo y sereorganizan, para que tengan sentido se hace imprescindible recomponer sucoherencia. El discurso sólo es comprensible si es coherente. Lasecuencialidad línea que impregna su forma de transmisión exige un sentido,sin el cual lo que se dice carece de coherencia y el informante decredibilidad. Ese sentido no es necesariamente el que da coherencia a losfenómenos que se describen.Si volvemos ahora al concepto de cultura que estamos desarrollando,podemos dar un paso más y afirmar que la homogeneidad cultural se daúnicamente el discurso: se trata de una homogeneidad hablada, no de unahomogeneidad conductual o psicológica.Esta homogeneidad, aunque sea más del discurso que de la realidadconductual, es uno de los condicionantes de la organización de ladiversidad. Da, en primer lugar, un sentido al contexto en el que seproducen las conductas individuales, las plantea como expectativas de losdemás sobre uno mismo y las encuadra en las constricciones que les imponenlas conductas de los otros. En definitiva, socializan las peculiaridadespropias y las ajenasSimétricamente "el otro" se construye también en el discurso sobre lapropia homogeneidad. El discurso sobre el extranjero, el de fuera, es laconsecuencia inmediata del proceso en el que se elabora la homogeneidadinterna y, consecuentemente, forma parte de la misma realidad discursiva.La nota más sobresaliente de esta construcción discursiva del extraño es sufuerte carga ideológica.A otro nivel, y sustentando esta ideología que trasluce el discurso sobrelo propio y lo extraño, aparecen toda una serie de formas, derechosconsuetudinarios y legislaciones, que marcan límites efectivos y constriñenlas expectativas de unos y de otros, configurando conductas que únicamentese justifican en la distinción entre los de dentro y los de fuera. Lasdificultades que suelen existir en todos los países para equiparar22
legalmete al de fuera con el de dentro crea situaciones verdaderamenteparadójicas, como las que viven los hijos de emigrantes, nacidos en el paísde recepción que, a pesar de haber vivido desde su nacimiento allí, dehablar la misma lengua que sus compañeros de edad y de compartir con ellostodos sus convencionalismos culturales, se ven marcados por el estigma desu origen, limitado ahora a una herencia genética que no se ha diluidotodavía con el paso del tiempo.6. <strong>EL</strong> CONTACTO INTERCULTURALLlegados a este punto, es necesario repasar las consecuencias prácticas queesta forma de conceptualizar la cultura tiene sobre el problema delmulticulturalismo. Las situaciones interculturales se perciben por lo quehablan de ellas como contextos en los que las relaciones asimétricas sonpor definición un hecho. La asimetría además juega siempre a favor delreceptor, de forma que el que llega a un entorno cultural distinto al suyoestá en clara desventaja. La transgresión de este supuesto fue lo que hizoplantearse a Ruth Benedict (1967) las causas últimas del triunfo de losconquistadores en el nuevo mundo frente a civilizaciones tanextraordinarias como la los aztecas. Esta autora, convencida de que lacultura era un todo organizado desde la fuerza integrativa de las pautasculturales, recurría a las distintas concepciones de la guerra y de laocupación territorial para dar cuenta de una contienda, entre nativos yrecién legados, en la que cada uno perseguía objetivos diferentes: unosapropiarse del territorio, otros conseguir víctimas para los sacrificiosreligiosos. Ambos obtuvieron lo que pretendían, pero los aztecas,desgraciadamente, a costa de la pérdida de su territorio.Es evidente que habitualmente las relaciones multiculturales se plantean encircunstancias muy distintas. Pero incluso en estas ocasiones la creenciageneralizada de la preeminencia del receptor, no es evidente. Y no lo espor el propio dinamismo de la cultura, por su carácter constitutivo através de cambios reiterados. Este fenómeno es especialmente relevante enlos procesos de industrialización. Mi adscripción a un grupo deinvestigación sobre la minería en España me permite aportar algún ejemplosobre las circunstancias y las consecuencias del encuentro intercultural.Las explotaciones mineras españolas nos presentan un amplio muestrario decombinaciones, y de resultados al contactar mundos culturales diferentes.Mientras en las minas de cobre de Riotinto los ingleses reprodujeron unabuena parte de sus convencionalismos y exigieron determinadas acomodacionesa los trabajadores locales, en otras zonas, caracterizadas por fuertesemigraciones, y consecuentemente por contactos entre gentes pertenecientesa tradiciones diferentes, los resultados del encuentro dependieron defactores que hoy podemos analizar perfectamente.Me voy a referir al proceso de industrialización que tuvo lugar, a finalesdel siglo pasado, en las cuencas centrales asturianas. El ejemplo tieneinterés porque en un espacio muy limitado, el de las cuencas centralesasturianas, tuvieron lugar relaciones de contacto muy diferentes. En uncaso toda la vida de algunas cuencas se adaptó a las nuevas circunstanciasasemejándose al estilo de vida que voy a llamar emigrante. En otro sucediólo contrario: los advenedizos tuvieron que adaptarse a las circunstanciaslocales. Este hecho tiene interés porque nos muestra muy claramente que lacultura receptora, lejos de ser un ente acotado que engulle al que se poneen contacto con ella, se mueve por mecanismos muy sutiles, que no implicandeterminismos intrínsecos de ningún tipo y que pueden dar lugar asituaciones totalmente nuevas.Las diferencias a las que me estoy refiriendo se pueden generalizar en susconclusiones y, a posteriori, en algunos rasgos generales. Los valles delCaudal y del Nalón han visto crecer centros urbanos de una relativaimportancia y aumentar demográficamente de forma notable, mientras lasocupaciones de la población activa se han ido diferenciando. La industriadel carbón coexistió con un buen número de tareas en otros sectores, como23
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