diferente. Pero lo curioso es que cuando se refieren a ellas, losplanteamientos interculturalistas aplican principios diferentes, según lainstitución de la que se trate. A un nivel general diferenciaría dos tiposde instituciones: unas en las que los individuos funcionan simplemente comousuarios, con mayores o menores derechos. Son instituciones pragmáticasdestinadas a fines muy específicos revestidos de una cierta estructuraciónobjetiva. El individuo accede a ellas en busca de satisfacción denecesidades muy concretas: registros legales; permisos y licencias,asistencia sanitaria... y, tras su utilización las abandona sin habercomprometido en absoluto sus adscripciones ideológicas e identitarias. Enla segunda clase de instituciones la relación de los individuos con elsistema es muy diferente. Se trata de marcos institucionales en los que lossujetos contrastan fuertemente sus ideologías y sistemas de pertenencia.Las teorías multiculturalistas suelen extremar sus análisisteórico-pragmáticos sobre los fundamentos de las formas de integración orechazo. Entre las instituciones de este segundo tipo destacan lasreligiosas que, por lo general, en estados laicos no plantean grandesproblemas, y sobre todo las instituciones educativas. En estas últimas, ysegún las teorías clásicas sobre la cultura, el peligro es extremo, pueslos discentes van a ser sometidos a un proceso de transmisión de valoresdiferentes a los de su contexto cultural de referencia. Por ello para estetipo de instituciones se piden consideraciones muy peculiares basadassiempre en el respeto a la cultura del otro. La diferencia de este procedercon el que se postula para las instituciones del primer tipo es evidente: anadie se le ocurre por ejemplo, plantear la aplicación de la medicinanativa en el sistema sanitario en el que se integran los emigrantes. Estadiferencia en la consideración de las dos situaciones indica bienclaramente que, incluso en el contexto de las teorías multiculturalistas,la cultura del otro, como referente, nunca es tomada de una manera global;que el relativismo cultural que persiste en el fondo de algunas de ellas,es hasta cierto punto una estrategia de fundamentación oportunista y, porlo tanto, débil, y que, por consiguiente, es pertinente ahondar en estacontradicción de las argumentaciones y preguntarse por su valor cuando seaplica a las instituciones del segundo tipo. Voy a hacer algunasconsideraciones sobre las instituciones educativas, por ser, como acabo deindicar, aquellas en las que los problemas multiculturales son másevidentes, y también por ser el punto de partida desde el que se haplanteado esta reunión.9. INTERCULTURALISMO Y EDUCACIONQue la escuela como institución aparece en un momento determinado de laevolución social, es algo que no merece mayor comentario. Sí es oportuno,sin embargo, unir las peculiaridades del momento de su ocurrencia con eltema que nos ocupa. Como es bien sabido, la multiplicación de lasinstituciones responde al debilitamiento de los vínculos de parentesco comoestructurantes de las actividades de los individuos en los colectivoshumanos. El papel que como organizador de la diversidad intraculturaljugaron las instituciones parentales se repartió en múltiples marcosinstitucionales cuando estas diferencias se hicieron más profundas, por lamayor complejización de la vida social. La aparición de especialistas detiempo entero, la diversificación de las tareas, la intensificación de lainterdependencia económica, fueron responsables no solamente de lanecesidad de un adiestramiento técnico, sino también, y yo diría sobretodo, de un adiestramiento social, a través del cual, y por medio de latransmisión de principios consagrados como fundamentales, se consolidasenlas fronteras del grupo como respuesta a la necesidad de cooperación, apesar de los intereses particulares. He aquí pues una primera conclusiónsobre la aparición de la escuela: la educación formal es la respuesta a unadiversidad intracultural que desbordaba la capacidad integrativa de losgrupos domésticos.26
La escuela es pues una respuesta a la diversidad intracultural y se planteacomo una forma de organización de esa diversidad consistente en mantener,no a nivel formal sino de contenido, la homogeneidad. Obviamente, comohemos indicado más arriba, esta construcción de la homogeneidad esfundamentalmente discursiva. La escuela ha sido, en buena parte, uno de loslugares más activos en la génesis de discursos homogeneizantes sobre lapropia cultura. Es además un marco propicio para la génesis deacontecimientos de identidad. Estos acontecimientos tienen que ver conmarcos más amplios que los estructurados en torno al parentesco; incluyenreferentes locales, regionales o nacionales, y ello no sólo a través de loscontenidos que en ella se transmiten, sino de la formas cómo se hace.Pero en el proceso escolar ha existido una extraña paradoja. Por una partesu cometido ha consistido en reorganizar discursivamente la homogeneidaddel grupo. Pero por otra su propia existencia configuró a nivel pragmáticouna nueva diferenciación interna. El hecho de que la escuela no seplantease durante mucho tiempo como institución abierta, sino comodiscriminadora de individuos y de segmentos sociales, contribuyó a que lacompetencia sobre los discursos de pertenencia común fuesen patrimonio deunos en detrimento de otros. En términos foucaultianos se puede decir quemanejar los discursos sobre la homogeneidad es tener poder, es decir,controlar las claves de la pertenencia común. Y ello no es intranscendentedesde el punto de vista práctico. Que el tema de la educación para todos nohaya llegado a generalizarse en las sociedades occidentales hasta bienentrado el siglo veinte es un indicador del complejo sistemas decircunstancias que confluyen en el proceso escolar y lo convierten enacción política.Desde consideraciones de este tipo podemos vislumbrar que losplanteamientos multiculturalistas en torno a la escuela son tambiénpolíticos. Si miramos al espejo de las diferencias internas y a su solucióntardía, podemos fácilmente comprender que, en este punto, elmulticulturalismo deberá de hacer planteamientos menos voluntaristas, y máscentrados en la consideración de las variables que afectan a las formas devida de los otros en los contextos culturales propios. De no hacerlo así laescuela, incluso con el otro escolarizado, contribuirá al sostenimiento delstatus quo y servirá a intereses muy alejados de sus objetivos explícitos.En cualquier caso, el proceso de generalización de la escuela a todos lossegmentos sociales debería servirnos de paradigma para orientar laeducación multicultural. Pocos dudan actualmente de que, a nivel decontenidos, no tendría mucho sentido seguir manteniendo en la escuela unaeducación para las mujeres y otra para los hombres. A este respecto, cuandolos multiculturalistas proponen, en aras al respeto a la cultura del otro,la alteración de los curricula escolares en función de los nuevosdiscentes, posiblemente olvidan que las diferencias étnicas no aportan a lainstitución escolar mayor diversidad que la que en su día significó darcabida en el sistema educativo a los segmentos marginados, entre otros auno tan importante, y a la vez significativo, como la escolarizacióngeneralizada de las mujeres.10. <strong>EL</strong> DISCURSO INSTITUCIONALSi las instituciones son marcos de organización de las diferencias, escomprensible que, con frecuencia, en el discurso homogeneizante, creadordel nosotros y del extraño, se utilicen como criterio de integración o demarginalidad. En esta última circunstancia es frecuente atribuir a laresponsabilidad de los sujetos, y no a las dificultades que se les ponenpara participar en ellas, su exclusión y consecuentemente su profundadiferenciación de las gentes normales que las utilizan. Descripcionestópicas y extendidas, relativas a algunos colectivos de emigrantes, como:"indocumentados", "hacinados en espacios insolubres", "sin cuidadosmédicos", "los niños correteando todo el día sin escolarizar" sonconsecuencias reales de la incapacidad de las instituciones para acogerlos,27
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