Avanza envuelta en belleza, como la nochede regiones sin nubes y cielos estrellados;y todo lo mejor de lo oscuro y lo brillantese une en su rostro y en sus ojos...La cantante se tapó la boca con las manos, y así permaneció unos instantes, inmóvil,perpleja.- ¿Qué significan esas palabras? - preguntaron los músicos.- ¿De dónde viene esa canción?- ¿Qué idioma es ése?Y cuando los músicos soplaron en los cuernos dorados, la extraña melodía pasó otravez lentamente por encima del público que ahora estaba de pie y hablaba en voz alta.- ¿Qué te pasa? - se preguntaron los músicos.- ¿Por qué tocabas esa música?- Y tú, ¿qué tocabas?La mujer se echo a llorar y huyó del escenario. El público abandonó el anfiteatro. Y entodos los trastornados pueblos marcianos ocurrió algo semejante. Una ola de frío cayósobre ellos, como una nieve blanca.En las avenidas sombrías, bajo las antorchas, los niños cantaban:... y cuando ella llegó, el aparador estaba vacío,y su pobre perro no tuvo nada...- ¡Niños! - gritaron los adultos -. ¿Qué canción es ésa? ¿Dónde la aprendisteis?- Se nos ha ocurrido de pronto. Son sólo palabras, palabras que no se entienden.Las puertas se cerraron. Las calles quedaron desiertas. Sobre las colinas azules seelevó una estrella verde.En el hemisferio nocturno de Marte los amantes despertaron y escucharon a susamadas, que cantaban en la oscuridad.- ¿Qué canción es ésa?Y en mil casas, en medio de la noche, las mujeres se despertaron gritando. Laslágrimas les rodaban por las mejillas y los hombres trataban de calmarlas.- Vamos, vamos. Duerme. ¿Qué te pasa? ¿Alguna pesadilla?- Algo terrible va a ocurrir por la mañana.- Nada puede ocurrir. Todo está muy bien.Un sollozo histérico:- ¡Se acerca, se acerca! ¡Se acerca cada vez más!- Nada puede sucedernos. ¿Qué podría sucedernos? Vamos, duerme, duerme.El alba de Marte fue tranquila, tan tranquila como un pozo fresco y negro, con estrellasque brillaban en las aguas de los canales, y respirando en todos los cuartos, niños quedormían encogidos con arañas en las manos cerradas, y amantes abrazados, y un cielosin lunas, y antorchas frías, y desiertos anfiteatros de piedra.Sólo rompió el silencio, poco antes de amanecer, un sereno que caminaba por unacalle distante, solitaria y oscura, entonando una canción muy extraña.LOS HOMBRES DE LA TIERRAQuienquiera que fuese el que golpeaba la puerta, no se cansaba de hacerlo.La señora Ttt abrió la puerta de par en par.- ¿Y bien?- ¡Habla usted inglés! - El hombre, de pie en el umbral, estaba asombrado.- Hablo lo que hablo - dijo ella.
- ¡Un inglés admirable!El hombre vestía uniforme. Había otros tres con él, excitados, muy sonrientes y muysucios.- ¿Qué desean? - preguntó la señora Ttt.- Usted es marciana. - El hombre sonrió. - Esta palabra no le es familiar, ciertamente.Es una expresión terrestre. - Con un movimiento de cabeza señaló a sus compañeros. -Venimos de la Tierra. Yo soy el capitán Williams. Hemos llegado a Marte no hace más deuna hora, y aquí estamos, ¡la Segunda Expedición! Hubo una Primera Expedición, peroignoramos qué les pasó. En fin, ¡henos aquí! Y el primer habitante de Marte queencontramos ¡es usted!- ¿Marte? - preguntó la mujer arqueando las cejas.- Quiero decir que usted vive en el cuarto planeta a partir del Sol. ¿No es verdad?- Elemental - replicó ella secamente, examinándolos de arriba abajo.- Y nosotros - dijo el capitán señalándose a sí mismo con un pulgar sonrosado - somosde la Tierra. ¿No es así, muchachos?- ¡Así es, capitán! - exclamaron los otros a coro.- Este es el planeta Tyrr - dijo la mujer -, si quieren llamarlo por su verdadero nombre.- Tyrr, Tyrr. - El capitán rió a carcajadas. - ¡Qué nombre tan lindo! Pero, oiga buenamujer, ¿cómo habla usted un inglés tan perfecto?- No estoy hablando, estoy pensando - dijo ella - ¡Telepatía! ¡Buenos días! - y dio unportazo.Casi en seguida volvieron a llamar. Ese hombre espantoso, pensó la señora Ttt.Abrió la puerta bruscamente.- ¿Y ahora qué? - preguntó.El hombre estaba todavía en el umbral, desconcertado, tratando de sonreír. Extendiólas manos.- Creo que usted no comprende...- ¿Qué?El hombre la miró sorprendido:- ¡Venimos de la Tierral!- No tengo tiempo - dijo la mujer -. Hay mucho que cocinar, y coser, y limpiar...Ustedes, probablemente, querrán ver al señor Ttt. Está arriba, en su despacho.- Sí - dijo el terrestre, parpadeando confuso -. Permítame ver al señor Ttt, por favor.- Está ocupado.La señora Ttt cerró nuevamente la puerta.Esta vez los golpes fueron de una ruidosa impertinencia.- ¡Oiga! - gritó el hombre cuando la puerta volvió a abrirse -. ¡Este no es modo de tratara las visitas! - Y entró de un salto en la casa, como si quisiera sorprender a la mujer.- ¡Mis pisos limpios! - gritó ella -. ¡Barro! ¡Fuera! ¡Antes de entrar, límpiese las botas!El hombre se miró apesadumbrado las botas embarradas.- No es hora de preocuparse por tonterías - dijo luego -. Creo que ante tododebiéramos celebrar el acontecimiento. - Y miró fijamente a la mujer, como si esa miradapudiera aclarar la situación.- ¡Si se me han quemado las tortas de cristal - gritó ella -, lo echaré de aquí abastonazos!La mujer atisbó unos instantes el interior de un horno encendido y regresó con la cararoja y transpirada. Era delgada y ágil, como un insecto. Tenía ojos amarillos ypenetrantes, tez morena, y una voz metálica y aguda.- Espere un momento. Trataré de que el señor Ttt los reciba. ¿Qué asunto los trae?El hombre lanzó un terrible juramento, como si la mujer le hubiese martillado una mano.- ¡Dígale que venimos de la Tierra! ¡Que nadie vino antes de allá!
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madre sabe lo que soy; lo ha adivin
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Le retorcieron las manos y lo arras
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Mándame tus hambrientos, vieja Tie
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Se dieron la mano entre risas y muc
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Wilder echó una ojeada a las manos
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Afuera, el garaje tocó unas campan
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