El capitán estudió su cigarrillo.- ¿Por qué lo hizo?Tranquilamente Spender dejó el arma en el suelo.- Porque he visto que los marcianos tenían algo que nosotros nunca soñamos tener. Sedetuvieron donde nosotros debíamos habernos detenido hace un siglo. He paseado porsus ciudades y comprendo a esta gente y me gustaría llamarlos mis antepasados.El capitán señaló con un movimiento de cabeza un grupo de edificios.- Es magnífico ese pueblo.- No es sólo eso. Sí, sus ciudades son hermosas. Los marcianos sabían cómo unir elarte y la vida. El arte fue siempre algo extraño entre nosotros. Lo guardamos en el cuartodel loco de la familia, o lo tomamos en dosis dominicales, tal vez mezclado con religión.Bueno, estos marcianos tenían arte, y religión y todo.- Usted cree que habían llegado al fondo de las cosas, ¿no es así? - Estoy seguro.- Y por eso empezó a masacrarnos.- Cuando yo era pequeño mis padres me llevaron a la ciudad de México. Siemprerecordaré el comportamiento de mi padre, vulgar y fatuo. A mi madre no le gustabatampoco aquella gente porque eran morenos y no se bañaban a menudo. Mi hermana niles hablaba. Sólo a mí me gustaban realmente. Y puedo imaginarme a mi madre y mipadre aquí en Marte haciendo otra vez lo mismo...»Para el norteamericano común, lo que es raro no es bueno. si las cañerías no soncomo en Chicago, todo es un desatino. ¡Cada vez que lo pienso! ¡Oh, Dios mío, cada vezque lo pienso! Y luego... la guerra. Usted oyó los discursos en el Congreso antes de quepartiéramos. Si todo marchaba bien, esperaban establecer en Marte tres laboratorios deinvestigaciones atómicas y varios depósitos de bombas. Dicho de otro modo: Marte seacabó, todas estas maravillas desaparecerán. ¿Cómo reaccionaría usted si un marcianovomitase un licor rancio en el piso de la Casa Blanca?El capitán no decía nada, pero escuchaba.- Luego vendrán los otros grandes intereses. Los hombres de las minas, los hombresdel turismo - continuó Spender -. ¿Recuerda usted lo que pasó en México cuando Cortésy sus magníficos amigos llegaron de España? Toda una civilización destruida por unosvoraces y virtuosos fanáticos. La historia nunca perdonará a Cortés.- Hoy usted tampoco se ha comportado muy bien, Spender - observó el capitán.- ¿Qué podía hacer? ¿Discutir con usted? Estoy solo contra todos los granujascodiciosos y opresores que habitan la Tierra. Vendrán a arrojar aquí sus cochinas bombasatómicas, en busca de bases para nuevas guerras. ¿No les basta haber arruinado unplaneta y tienen que arruinar otro más? ¿Por qué han de ensuciar una casa que no essuya? Esos fatuos charlatanes. Cuando llegué aquí no Sólo me sentí libre de toda esasupuesta cultura, sino también de la moral y las normas y las costumbres terrestres. Miscoordenadas son distintas, pensé. Lo único que tengo que hacer es matarlos Y luego vivirmi propia vida.- Pero no le salió bien - dijo el capitán.- No. A la hora del desayuno, después de mi quinto asesinato, descubrí que a pesar detodo no soy un hombre totalmente nuevo, totalmente marciano. No pude desprendermecon tanta facilidad de todo lo que aprendí en la Tierra. Pero ahora me siento tranquilo otravez. Los mataré a todos. Eso retrasará el viaje del próximo cohete unos cinco años. Estecohete es el único que tienen. En la Tierra esperarán un año, dos años. Sin noticias denosotros, temerán construir una nueva nave. Antes lanzarán al espacio un centenar demodelos experimentales, para evitar otro, fracaso.- Sí, así sería.- Por otra parte, un buen informe suyo, si usted vuelve, acelerará la invasión delplaneta. Con un poco de suerte viviré hasta los sesenta años. Las expediciones quelleguen a Marte, aquí me encontrarán. Vendrá una sola nave cada vez, aproximadamente
una por año, con una tripulación no mayor de veinte hombres. Me haré amigo de ellos yles explicaré que nuestro cohete estalló cierto día. Proyecto volarlo en cuanto termine mitarea de esta semana. Los mataré a todos. Marte seguirá intacto durante el próximomedio siglo. Tal vez los terrestres renuncien al fin. ¿Recuerda cómo se cansaron deconstruir zepelines que caían en llamas uno tras otro?- Lo ha previsto todo - admitió el capitán.- Sí, señor.- Pero nosotros somos muchos. Dentro de una hora cerraremos el cerco. Dentro deuna hora morirá.- He encontrado algunos pasajes subterráneos y un refugio que ustedes jamásdescubrirán. Viviré allí algún tiempo, y cuando ustedes se descuiden, saldré y los irécazando, uno a uno.El capitán inclinó la cabeza.- Cuénteme algo de esa civilización - dijo señalando con la mano las ciudades de lamontaña.- Sabían cómo vivir con la naturaleza, y cómo entenderla. No trataron de ser sólohombres y no animales. Cuando apareció, Darwin cometimos ese error. Lo recibimos conlos brazos abiertos y también a Huxley y a Freud, deshaciéndonos en sonrisas. Despuésdescubrimos que no era posible conciliar las teorías de Darwin con nuestras religiones, opor lo menos así pensamos. Fuimos unos estúpidos. Quisimos derribar a Darwin, Huxleyy a Freud. pero eran inconmovibles. Y entonces, como unos idiotas, intentamos destruir lareligión.»Lo conseguimos bastante bien. Perdimos nuestra fe y empezamos a preguntarnospara qué vivíamos. Si el arte no era más que la derivación de un deseo frustrado, si lareligión no era más que un engaño, ¿para qué la vida? La fe había explicado siempretodas las cosas. Luego todo se fue por el vertedero, junto con Freud y Darwin. Fuimos ysomos todavía un pueblo extraviado.- ¿Y estos marcianos encontraron el camino? - preguntó el capitán.- Sí. En Marte aprendieron a combinar ciencia y religión para que funcionaran juntas, yse enriquecieran así mutuamente, sin contradecirse.- Una solución ideal.- Así es. Me gustaría mostrarle cómo lo hicieron.- Mis hombres me esperan.- Media hora bastará. Avíseles, capitán.El capitán titubeaba. Al fin se levantó y lanzó una orden a los que estaban al pie de lacolina.Spender lo llevó a una aldea marciana de edificios de mármol.Pulido y fresco, decorados con frisos de hermosos animales: felinos de patas blancas,símbolos solares de patas amarillas, estatuas de criaturas que parecían toros, estatuas dehombres y mujeres, y de perros enormes delicadamente cincelados.- He aquí la respuesta, capitán.- No entiendo.- Los marcianos descubrieron el secreto de la vida entre los animales. El animal nodiscute su vida, vive. No tiene otra razón de Vivir que la vida. Ama la vida y disfruta de lavida. Observe la estatuaria; cómo los símbolos animales se repiten una y otra vez.- Parece algo pagano.- Al contrario, son símbolos divinos, símbolos de vida. También en Marte el hombrehabía llegado a ser demasiado humano, y no bastante animal. Los hombres de Martecomprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez portodas: «¿Para qué vivir?» La respuesta era la vida misma. La vida era la propagación demás vida, y vivir la mejor vida posible. Los marcianos comprendieron que se preguntaban«¿Para qué vivir?» en la culminación de algún período de guerra y desesperanza, cuando
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