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Ludovico Silva<br />
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desde luego, es un error de perspectiva muy grande, por la razón<br />
al mismo tiempo simple y compleja de que aquel que no sabe<br />
reconocer su propia tradición no podrá jamás saber quién es ni<br />
qué podrá escribir para aspirar al futuro y decir algo concreto<br />
y fundamentado sobre su país. Pero es que además, Juan Vicente<br />
González no constituye solo una tradición venezolana, sino<br />
latinoamericana, pues, como lo ha dicho Uslar Pietri, el<br />
autor de Mesenianas nunca fue “superado en ese género tan<br />
peculiar, tan significativo, que fue el periodismo político hispanoamericano<br />
del siglo XIX” 32 . Uslar describe así su figura: “Aquel<br />
hombre corpulento y desgarbado, todo hacia arriba, delgado de<br />
piernas y abultado de espaldas, ancho de cuello y de cabeza, que<br />
parece una grulla, y que gesticula hablando con descompasada<br />
voz de tiple, es Juan Vicente González”. 33 González era hijo de<br />
familia sin linaje, y su odio hacia los mantuanos y a todo lo que oliera<br />
a oligarquía llegó a ser muy violento literariamente (y en lo personal),<br />
aunque no podamos decir que por ello él sintiese alguna vez algún<br />
complejo de inferioridad; por el contrario, se trata de uno de los<br />
escritores venezolanos que, con los más elevados títulos y talento<br />
genial, más ha mostrado un orgullo y una aristocracia intelectual<br />
que lo situaba –él lo sabía muy bien, demasiado bien quizá– muy<br />
por encima de los groseros intereses de oligarcas, mantuanos y<br />
también políticos de otras raleas. Mostró en este sentido una alta<br />
dosis de individualismo, que muy caro le costó, pues por desgracia<br />
casi siempre ha sido tradición entre nosotros el desconocimiento<br />
y el desprecio por los grandes creadores solitarios. En sus<br />
Mesenianas escribe: “Pero en nuestra tierra desgraciada, hasta<br />
la copa del placer se llena de ajenjo; la primavera de los años se<br />
extingue sin honor; suspira la virtud en el menosprecio; toda<br />
esperanza es quimera; la existencia es un sueño doloroso...” 34 . Es la<br />
32 Op. cit., p. 152.<br />
33 Op. cit., p. 131.<br />
34 Juan Vicente González, Mesenianas, Editorial Sur América, Caracas: 1932.