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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />

demos examinar las relaciones entre literatura y realidad en la<br />

Venezuela contemporánea. Pocaterra, en su vasto libro Memorias<br />

de un venezolano de la decadencia, publicado en 1936, después de<br />

la muerte de Gómez 56 , elabora un gran fresco de las costumbres y<br />

las intrigas políticas de la época, que hacen de este libro algo más<br />

que un ensayo o, mejor dicho, algo que supera dialécticamente al<br />

ensayo, lo que supone, si hemos de creer en la dialéctica hegeliana,<br />

conservar todo lo que el ensayo tiene de genuino y característico.<br />

Su prosa es punzante y directa, sus descripciones de personajes<br />

y anécdotas tienen la fuerza de un Daumier cuando dibujaba con<br />

cruel exactitud los rostros de los burgueses de París; se burlaba<br />

a toda conciencia del preciosismo modernista, de esas imágenes<br />

“tomadas a la música, a las artes plásticas y aun a la repostería”,<br />

como escribe en el prólogo de la edición de sus Cuentos<br />

grotescos 57 . Como dice Liscano, esta actitud atacaba toda la literatura<br />

existente y solo hacía la excepción Rufino Blanco Fombona, quien le<br />

publicó en 1916, en Madrid, su novela El Dr. Bebé, que en 1913 se<br />

había llamado Política feminista, y que cuenta la seducción de una<br />

señorita provinciana por el gobernador del Estado, como perfecta<br />

muestra de la corrupción administrativa de la dictadura. Pocaterra<br />

le escribe a Blanco Fombona:<br />

[ 57 ]<br />

Leí, casi de lance, El hombre de oro. Yo no puedo decirle otra cosa:<br />

solo aspiro a seguir los claros rumbos que desde El hombre de hierro,<br />

modestamente llamado novelín por su autor, viene tomando nuestra<br />

literatura, a pesar de las trescientas ocas americanas que nos son ya<br />

familiares y hasta indispensables para vivir (...) El hombre de hierro<br />

fue para mí una revelación; yo caí en ese camino de Damasco desde<br />

el asno cansino, campanilleador y pueblerino, en que venía... 58<br />

56 Sin embargo, ya se había publicado diez años antes en Bogotá (Colombia), en<br />

1927, por la editorial Talleres de Ediciones (N. del E.).<br />

57 José Rafael Pocaterra, Cuentos grotescos, Imprenta Bolívar, Caracas: 1922.<br />

58 Juan Liscano, Op.cit., p.36.

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