VE-22 MARZO 2016
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Penitencia<br />
Aún no me aclaro. Mi cuerpo aún no logra acostumbrarse a esta<br />
nueva situación. Quizá tu cabello corto o el esplendor de tu sonrisa<br />
aceleraban algo dentro de mí. También tu silueta, aerodinámica,<br />
enfundada en su polimérico traje azul, ondulaba en mis neuronas, y<br />
me impulsaba al movimiento irracional de tomarte entre mis brazos<br />
y apretujarte con todas mis fuerzas. Tu cuello me parecía de tal<br />
coquetería que deseaba sentir el latido de su carótida en mis labios.<br />
Tu cabello sobre la frente flotaba con el compás de tu caminar.<br />
Incluso la pistola sobre tu cadera bamboleaba sensualidad.<br />
No sabía cómo hablarte sin que mis pupilas me delataran y me<br />
denunciaras al Mayor. El calor que bañaba mi cara casi me derretía la<br />
expresión, la sangre circulaba glacial por mis piernas. Reías, sí,<br />
porque siempre usaba las gafas ultravioleta, las que ni siquiera me<br />
quitaba en la cámara del sueño, dijiste una vez.<br />
—¿Cómo lo sabes?<br />
—Porque te he visto en ella..., y varias veces.<br />
Lo sabía, por supuesto que sentía tu mirada cuando pasabas en<br />
tu ronda, cuando..., quiero decir: no, no lo supe hasta entonces,<br />
cuando me lo dijiste. Entonces me di cuenta de que no te soñaba, y<br />
que estabas a mi lado, y que casi sentía tu respiración junto a mi<br />
cuerpo, casi veía el cristal empañado con tu aliento de luz.<br />
¿Por qué tropezaste, y chocamos, y nuestras gafas salieron<br />
volando y nuestros ojos se encontraron, y tuve que cogerte en mis<br />
brazos, y apretarte fuerte, tan fuerte por lo resbaladizo de nuestros<br />
trajes, tan fuerte por lo resbaladizo de mi deseo, tan fuerte que tu<br />
cuerpo me supo a desnudez? Me sonreías por primera vez, tus<br />
pupilas eran enormes, aunque fuera solo unos segundos, y las<br />
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