Oveja negra nº 5 Sexo

¡Vayamos al lío! Cuando hablamos de
música y sexo lo más común es que nos
vengan a la cabeza los tópicos del “sex,
drugs & rock’n’roll”. Sí, es cierto. En el
mundo del rock se folla pero es como en
todo: hay matices. No es lo mismo ser el
cantante, que el guitarrista, que el batería,
que el bajista. Dejémoslo claro: nadie
quiere follarse nunca al bajista. Así que si
estás considerando el aprender a tocar un
instrumento para atraer carne a tu carne
será mejor que no elijas el bajo porque la
única carne que atraerás a ti será la del
burguer. Por otro lado, existen diferencias
sutanciales entre ser integrante de una
banda de punk local a ser una estrella
internacional. En el segundo caso jugarás
con la posibilidad de llevar a tu camerino
a cualquiera de las bellezas que hayan ido
a tu concierto. Si por el contrario eres un
adolescente de pueblo quizás tu abuela se
pase por tu local de ensayo con bocadillos
de chopped y Tang. Quién sabe, quizás
para el bajista de tu grupo tu abuela siga
conservando cierto atractivo.
El sexo vende y la industria musical, más
por desgracia que por fortuna, ha sabido
sacar fruto de la imagen y la sexualización
de su producto. Cuando escuchamos más
con la vista que con el oído tenemos un
problema serio, y es que talento musical
y físico no tienen por qué ir unidos de la
mano. Si no que se lo digan a Mini Vanilli
que demostraron que con un buen físico
y unos pases de baile se podía tangar a
medio mundo.
Lo de la música y química sexual no es algo
nuevo, viene con el surgimiento del Rock.
Elvis es uno de los primeros referentes
claros. Con sus particulares bailes volvía
locas a un ejército de adolescentes que
vivían el proceso de una revolución sexual
incipiente. Otro icono a resaltar: Jimi
Hendrix. ¿Conocéis el directo de Monterrey
de 1967? Sí, ese en el que al final del show
le prende fuego a la guitarra y la revienta
contra el suelo. Si os fijáis bien os daréis
cuenta de que él en verdad no toca la
guitarra. Él le hace el amor de manera
salvaje.
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