Oveja negra nº 5 Sexo

Y precisamente, el encontrarnos
con tal cantidad de
material al cual podemos
acceder, es inevitable plantearse
la siguiente pregunta:
¿qué es lo que hace que
nosotros, personas decentes
y ciudadanos respetables,
nos aventuremos en
una búsqueda impulsiva
para encontrar ese contenido
sexual que el cuerpo
nos pide a gritos? Ya hemos
señalado que es algo
que nos mueve como seres
humanos, pero ¿qué es lo
que hace que acudamos
al cine, o mejor dicho, a lo
audiovisual, para tratar de
saciar esa sed que nos domina?
Posiblemente por el hecho
de que el cine es un arte
que ya por su naturaleza se
proyecta a sí mismo desde
el más puro voyerismo, con
el que se une y acaba formando
un todo imposible
de separar de esa noble y
degenerada (como todo lo
que se denomine con una
palabra francesa) práctica
sexual. En ese sentido,
gracias al cine podemos
liberar de manera segura
y cómoda nuestros impulsos
más reprimidos a los
que nunca hemos tenido la
oportunidad o la valentía de
quitarles la correa a lo largo
de nuestras vidas, para bien
o para mal, y que nunca dejarán
de rondar por nuestra
cabecita.
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Sea el amor, la violencia, la
aventura, el terror o el sexo,
el séptimo arte nos permite
vivir cualquier emoción que
creamos necesitar, protegidos
por la seguridad que
nos trasmite mirar desde
la oscuridad las vidas de
otros, muy diferentes a las
nuestras y que, envidiosillos,
nos hacen suspirar,
aunque en el fondo, este voyerismo
puede ayudarnos a
respirar el aire de la sucia
realidad, cada vez más contaminado,
y a evitar que nos
ahoguemos en él.