DU ODÉCIMA EDICIÓN
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que hacía saber que venían de una gran tragedia: ese<br />
pesimismo, esa desconfianza hacia el otro y la poca<br />
capacidad de ambientarse, de incorporarse», sostiene.<br />
Testimonios<br />
CELINA<br />
WIESENFELD<br />
DE BENTATA<br />
Celina agrega otra característica propia de la kehilá de<br />
aquella época, con la que, sin embargo, León Wiesenfeld<br />
y su familia supieron lidiar. «Había cierta distancia<br />
emocional con la personas de la comunidad que habían<br />
venido antes de la guerra y que tenían una situación más<br />
confortable, y por ende, faltaba comprensión y afecto<br />
hacia los sobrevivientes que llegaban. Sin embargo,<br />
cuando la gente comenzó a conocer a mi papá y a ver sus<br />
liderazgo y cultura (porque en ese momento tener grado<br />
universitario era algo muy completo) surgió como líder de<br />
una comunidad en formación».<br />
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de refugiados rusos hasta la entonces Palestina Británica haciendo<br />
escala en Teherán.<br />
Esta ciudad iraní fue otra escala a la que fue a parar, siempre unida,<br />
la familia Wiesenfeld también fue a parar, hasta que el padre fue<br />
reclutado por el ejército británico, y madre e hija continuaron su<br />
emigración a Éretz Israel, la última de sus estadías temporales.<br />
OPTIMISMO PESE A LA<br />
INCOMPRENSIÓN<br />
El viaje definitivo de la familia Wiesenfeld a<br />
Venezuela obedecía a que la cuñada de Sara<br />
residía en el país desde hacía varios años, como<br />
pudieron saber apenas llegaron a Palestina.<br />
Llegaron al país mientras se instauraba la junta<br />
de gobierno que posteriormente llevaría al poder<br />
a Marcos Pérez Jiménez y aquí León Wiesenfeld<br />
comenzó con un abasto, antes de dedicarse a los<br />
bienes raíces, a la par que su segunda hija, Ester,<br />
también nacía en esta «Tierra de Gracia».<br />
La adaptación tampoco fue fácil, según vuelve a<br />
recordar la propia Celina debido al impacto de la<br />
guerra en el carácter de los sobrevivientes. «Creo yo<br />
que las personas que quedaron, independientemente<br />
de sus rasgos, quedaron con algo que los marcaba,<br />
MÁS COMUNIDAD QUE<br />
COMODIDAD<br />
Sara Kleiner de Wiesenfeld y su esposo León fueron prominentes líderes comunitarios. León Wiesenfeld supo ejercer ese liderazgo y dedicó a él<br />
Aquí, con el canciller israelí Moshé Dayán, en Caracas.<br />
la mayor parte de sus esfuerzos. Celina subraya: «Encontró una<br />
comodidad económica, pero nunca le interesó ser rico. Se esforzó en la<br />
comunidad. Estableció las bases que aún quedan y rigen en la kehilá».<br />
Entre tales bases, resalta la importancia de que «ningún niño judío se<br />
quedara sin educación por falta de dinero».<br />
Máximas como estas las aplicó León desde los diferentes cargos que<br />
ejerció en las instancias comunitarias, en particular desde la<br />
vicepresidencia y la presidencia de la recién fundada Unión Israelita de<br />
Caracas, entre 1962 y 1975.<br />
El presidente Carlos Andrés Pérez condecora<br />
a don León Wiesenfeld (ca. 1976). A un lado<br />
Octavio Lepage, ministro del Interior.<br />
Pero don León Wiesenfeld no estaba solo en<br />
esta preocupación por la comunidad: toda su<br />
familia estuvo involucrada. Su esposa, Sara,<br />
presidió la organización Wizo en Venezuela<br />
entre 1971 y 1975 y la propia Celina dio sus<br />
primeros pasos profesionales contribuyendo<br />
con la colectividad.<br />
Tras graduarse de arquitecta, luego de haber<br />
dejado la carrera de matemáticas, Celina Wiesenfeld<br />
recuerda la conversación que tuvo con su padre.<br />
«Me dijo: “Tú no estás para quedarte en casa.<br />
Tú vas a hacer un kínder<br />
para la comunidad”». Así<br />
recuerda Celina el primero de los «regalos» que le<br />
dejó su padre: proyectos arquitectónicos para