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DU ODÉCIMA EDICIÓN

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Reportaje<br />

Tras un fallo negativo, la persona podía apelar; pero,<br />

92,5 % de las apelaciones fallaron a favor de la<br />

esterilización forzosa, para lo que se empleaba la<br />

vasectomía, la ligadura de trompas o los rayos X.<br />

El programa en sí mismo<br />

Alemania fue acabando con la cultura de tratamiento<br />

y de aceptación de la discapacidad, para convertirla<br />

en algo «desechable», por lo que fueron las personas<br />

con discapacidad –sobre todo aquellas con problemas<br />

mentales– las primeras en conocer las cámaras de gas.<br />

Se calcula que 245 mil personas fueron asesinadas por<br />

esta razón.<br />

56<br />

Se propuso una ley para que los médicos y enfermeras<br />

acabaran con «los sufrimientos» de los enfermos, en<br />

función de un «verdadero humanitarismo», aunque las<br />

causas reales fueron el racismo y las consideraciones<br />

de índole económica.<br />

En el año de 1939, se aprueba el plan que diseñaron los médicos de<br />

Hítler –Bouhler y Brandt–: a partir de agosto de 1939 se obligó a los<br />

trabajadores sanitarios a realizar un registro sobre los niños nacidos con<br />

defectos congénitos, lo cual ya violaba la cláusula de confidencialidad.<br />

Aunque no se les ordenó eliminarlos directamente, sí se les dio el poder<br />

para hacerlo. Así, tenían la capacidad de elegir a los pacientes por sus<br />

historias y sin examinarlos, y asesinarlos en las nuevas unidades de<br />

pediatría creadas para la eutanasia infantil, según un artículo de Tessa<br />

Chelouche, de la Universidad de Haifa, en Israel, que se publicó en 2008<br />

en la revista Medicine and Law. «Se calcula que en esta etapa fallecieron<br />

5 mil niños menores de tres años, a los que se les inducía un estado de<br />

coma con la administración de barbitúricos, o una inyección directamente<br />

al corazón, unido a deficientes condiciones de alimentación e higiene».<br />

Un grupo de personas con discapacidad se prepara para ser «internadas» en instituciones<br />

donde las asesinsaban supuestamente por razones «humanitarias».<br />

pacientes ingresados en manicomios con patologías como esquizofrenia,<br />

epilepsia, demencia senil, retraso mental, encefalitis, corea de<br />

Huntington, y otras minusvalías físicas o enfermedades avanzadas que<br />

impidieran al paciente trabajar.<br />

El arzobispo de Múnster, Clemens August von Halen, en 1941, paró<br />

oficialmente el programa, pero se continuó a hurtadillas, tras una<br />

protesta formal de la Iglesia Católica ante el régimen nazi.<br />

No obstante, el programa siguió su curso, pero más discretamente.<br />

Los médicos de toda Alemania llenaron cuestionarios de pacientes<br />

para, a partir de la historia médica, decidir si valía o no la pena<br />

mantenerlos con vida. Los pacientes eran enviados a instituciones,<br />

como manicomios, hospitales, orfanatos o salas de observación, donde<br />

indefectiblemente morían.<br />

El plan, según Brandt, era prevenir las enfermedades incluso desde<br />

el vientre, lo que se traducía en simplemente un programa de aborto.<br />

El doctor hacía un diagnóstico del tipo de vida que llevaría un niño<br />

y lo enviaba a un comité que estudiaba el caso, le ponían una cruz, y<br />

el niño era candidato para el exterminio.<br />

En Bradenburgo se hicieron los primeros experimentos entre 1939-<br />

1940, que sirvieron de prueba. Junto a otros cinco centros (Grafenek,<br />

Bemburg, Hartheim, Sonnenstein y Hadamar), se echó a andar una red<br />

de cámaras de gas –que emitían monóxido de carbono–, y con una<br />

dotación de hornos crematorios, se llevó en enero de 1940 a los<br />

En Hadamar, constantemente se hacía trabajo de relaciones públicas<br />

internas para mantener en alto el espíritu colaborador de médicos<br />

y enfermeras.<br />

Durante ese año y medio murieron 70.273 enfermos. Aunque se<br />

vieron obligados a disolver la T4, continuaron haciendo desaparecer a<br />

los pacientes por medio de la privación de alimentos y por sobredosis<br />

de fármacos, en lo que se llamó la «eutanasia salvaje». Así, en vez de<br />

tener un organismo dedicado a la labor, cualquier médico en los<br />

manicomios podía provocar la muerte de sus pacientes. Se calcula que<br />

murieron unas 100 mil personas hasta que terminó esta fase, con la<br />

liberación por los ejércitos aliados.

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