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Nuevos medios de comunicación y relaciones igualitarias en contextos<br />

educativos<br />

María Lozano Estivalis<br />

Universitat Jaume I de Castelló<br />

La socialización emocional y afectiva es necesaria para la creación de relaciones basadas en buenos tratos<br />

pero, para que sea efectiva en plena sociedad del conocimiento, es preciso incluir una formación que<br />

desarrolle competencias comunicativas y democráticas. Los más jóvenes se relacionan hoy en día en un<br />

contexto plagado de incertidumbre, con un descentramiento de saberes y en medio de un sistema complejo<br />

de comunicaciones con el que han de negociar y crear significados (Martín Barbero, 2002). Hoy hablamos<br />

de ciberespacio, comunidades virtuales, o de generación download (de la descarga), lo que advierte de la<br />

capacidad de los sujetos de adaptarse a esas nuevas circunstancias y también de transformarlas de manera<br />

crítica y creativa. Pero estos nuevos modelos comunicativos no se escriben sobre la nada sino sobre las<br />

viejas construcciones que se dejan ver como trasfondo. Veamos, por ejemplo, los intercambios en chats y<br />

foros de Internet: en ellos coexisten nuevos lenguajes –ya se habla de la ciberhabla– y valores, con las<br />

viejas formulaciones sobre la amistad, el amor, la moda, etc. heredadas de un sistema androcéntrico y<br />

patriarcal.<br />

Así pues, cuando los y las adolescentes utilizan las nuevas tecnologías lo hacen para seguir los patrones<br />

relacionales propios de su época pero es interesante advertir que en muchas ocasiones la estructura y la<br />

dinámica de esas relaciones siguen instaladas en esquemas de desigualdad. No es difícil encontrar<br />

conversaciones en los chats donde predomina el eco de los mitos del amor romántico, las relaciones de<br />

dominación o la violencia de género. De hecho, los últimos datos respecto al uso de las redes en relaciones<br />

afectivo-sexuales son aterradores, máxime porque el uso sexista, violento y homófobo se mantiene en una<br />

generación supuestamente educada en la igualdad. Es preciso, por tanto, abordar un análisis cualitativo<br />

sobre la vinculación imaginaria que los niños y las niñas tienen no solo con la nueva tecnología comunicativa<br />

sino, sobre todo, con su cuerpo, su género y las interacciones con sus semejantes.<br />

Además, hay que tener presente que estas interacciones también están atravesadas por unos esquemas<br />

económicos y culturales que inciden en la construcción de las identidades individuales y colectivas (Lozano,<br />

2011). De hecho, decimos que las necesidades comunicativas promueven la creación de instrumentos<br />

técnicos pero pocas veces recordamos que estas necesidades se plantean con objetivos que nada tienen<br />

que ver con la autocomprensión de los sujetos o las relaciones saludables sino con estrategias comerciales,<br />

sociales o políticas. La compulsión juvenil por el uso de móviles tiene mucho que ver con la convergencia<br />

de los discursos dominantes para comprar dispositivos electrónicos y conectarse en la Red. La publicidad<br />

asocia este uso con la libertad y la autonomía aunque observamos que el común denominador en inventos<br />

como éstos no es precisamente la libertad sino el control: estar conectados es estar localizados. Esto tiene<br />

graves consecuencias en relaciones atravesadas por la violencia de género donde la tecnología acaba<br />

siendo herramienta de dominación. Por tanto, es esencial recuperar la vertiente más humana de esa<br />

necesidad comunicativa apelando a lo que en ella hay de solidaridad, reconocimiento mutuo y creación<br />

colectiva de significados. Una educación para los buenos tratos no debe pasar por alto las posibilidades y<br />

retos que se plantean en esta reformulación.<br />

Si algo puede y debe hacer la educación formal para hacer frente a este reto es constituirse en lugares para<br />

la escucha de nuestros jóvenes. Hay que atender a la experiencia multiforme del alumnado, a sus<br />

necesidades de expresión visual, de apropiación de significados en las redes sociales y de creación<br />

simbólica a través de las imágenes que capturan y recrean (Lozano, 2012). No es posible que la escuela<br />

permanezca sorda y ciega ante las formas de relación actual y debería liderar el conocimiento del alcance,<br />

características y posibilidades de las nuevas formas de relación comunicativa. A menudo la experiencia de<br />

los jóvenes y las expectativas de los adultos respecto al uso de las imágenes y nuevos códigos verbales<br />

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