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personas que tienen o han tenido una relación afectiva. Se trata, en consecuencia, de una relación de<br />

poder.<br />

Por ello, podemos afirmar que el ciberacoso encajaría perfectamente con el ámbito que trata de proteger<br />

la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de<br />

Género, tanto en el tipo de prácticas como en la naturaleza de la acción, puesto que se trata de una<br />

manifestación de discriminación, de abuso de poder.<br />

Esto nos lleva a preguntarnos ¿por qué la mujer –menor (niña), adolescente, adulta e incluso en edad<br />

madura- son las principales víctimas de ciberacoso? ¿Por qué las mujeres adolescentes y niñas sufren<br />

ciberacoso en mayor medida y frecuencia? ¿Es la edad y el sexo un condicionante para convertirse en<br />

víctima de acoso a través de estas nuevas tecnologías?<br />

El ciberacoso es ejercido en significativa mayor medida por hombres pero las víctimas son en buena medida<br />

personas de ambos sexos, si bien mayoritariamente mujeres. Mientras que los varones principalmente<br />

son insultados o sufren amenazas, las mujeres padecen agresiones de naturaleza sexual (acoso sexual).<br />

Pero vayamos a unos datos de interés para entender el fenómeno del ciberacoso.<br />

Según la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en 2014, el 20% de las jóvenes habían<br />

sufrido ciberacoso.<br />

Según el reciente informe del Instituto de la Mujer y el Instituto de la Juventud de Andalucía, los casos de<br />

maltrato entre jóvenes han aumentado un 33%, sobre todo mediante amenazas en las redes sociales o<br />

vejaciones.<br />

Y es que es preciso advertir que el machismo y los estereotipos de género van a más entre los<br />

adolescentes. En opinión de expertos: “La mujer se ve como un elemento de posesión del hombre y el<br />

poder de controlar que dan las nuevas tecnologías es utilizado cada vez más”.<br />

Un estudio del Ministerio de Sanidad sobre la evolución de conductas violentas y patrones sexistas entre<br />

menores concluía que el porcentaje de chicas que reconocía haber sufrido insultos subió del 14% al 23%<br />

entre 2010 y 2013.<br />

Un informe sobre violencia en los adolescentes dice que: “La agresión de género se está empezando a<br />

poner de moda en determinados ambientes”. “Ser 'guay' cada vez está más vinculado a ser agresivo con<br />

ellas”.<br />

Más del 12% de los adolescentes no considera maltrato amenazar —o recibir amenazas— en caso de que<br />

su pareja quiera romper la relación. El sexismo y los estereotipos de género perviven entre los adolescentes<br />

españoles. Y tal y cómo viven sus relaciones muestra que, además, no son conscientes de ello. Conocen<br />

el discurso y la información sobre violencia de género, pero no la trasladan a su vida.<br />

Y es que el 25% de las chicas asegura que su novio o exnovio la vigila a través del móvil (con quien hablan,<br />

cómo visten y, lo que es más grave, como “ellas los justifican”) y el 23% confiesa que su pareja la ha tratado<br />

de aislar de sus amistades.<br />

Algo más preocupante aún si se analiza cuando los adolescentes no consideran como maltrato conductas<br />

como que un chico le diga a su novia con quien puede hablar, dónde ir o qué hacer. Ello significa que no<br />

identifican estas formas de control como violencia de género hasta que llegan a una “situación extrema”.<br />

Todo ello origina que se puedan llegar a generar situaciones de control y sometimiento que pueden llegar<br />

a normalizarse y aceptarse… y parecer normal lo que es anormal, tal y como afirma Miguel Lorente 4 .<br />

“Las chicas cuentan por ejemplo que sus novios les leían todos los mensajes del móvil o el correo para<br />

saber con quién hablaban o que vigilaban su cuenta de redes sociales”. “Algunos llegan hasta un punto tal<br />

que le piden a su pareja que les hagan una video llamada para ver dónde están o les envíen un localizador<br />

(GPS) de donde se encuentran”. La posibilidad de comprobar la última conexión al móvil, dar la contraseña<br />

4<br />

Llorente Acosta, M. (2001): Mi marido me pega lo normal, Barcelona (Crítica).<br />

5

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