EL ABRAZO DE LA SERPIENTE
El-abrazo-12-jul
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KARAMAKATE<br />
Deja todo eso. Son sólo cosas.<br />
No.<br />
THEO<br />
Manduca guarda silencio junto a ellos.<br />
KARAMAKATE<br />
Pero ¿qué importa? No entiendo por<br />
qué los virakochas aman tanto sus<br />
cosas.<br />
THEO<br />
No son sólo cosas. Son mi único lazo<br />
con Alemania, con mi pueblo, con mi<br />
mujer, con mis hijos. Estas cajas<br />
contienen todo el conocimiento que he<br />
reunido durante cuatro años de viaje.<br />
Tengo que llevarlas de regreso para<br />
que me crean lo que he visto.<br />
Dejarlas es dejarlo todo.<br />
Karamakate no logra entender.<br />
KARAMAKATE<br />
Estás loco.<br />
Yo sé.<br />
THEO<br />
Theo sonríe con tristeza. Karamakate niega, pero muestra<br />
cierta comprensión. Le muestra el hueso de ave en forma de<br />
Y, lleno de polvo. Theo comprende y se le acerca.<br />
Karamakate sopla en su nariz, Theo retrocede e inhala con<br />
dificultad. Se quedan en silencio, observando el espectáculo<br />
de la cascada. Manduca, emocionado, mira a Karamakate.<br />
MANDUCA<br />
(en tukano)<br />
¿Éste es, verdad? Éste es el lugar<br />
donde la anaconda bajó de la Vía<br />
Láctea con los ancentros<br />
karipulakena.<br />
Karamakate asiente. Manduca observa maravillado. Karamakate<br />
mira las cicatrices de laceraciones que surcan su espalda.<br />
29 EXT. SIRINGAL - DÍA 29<br />
El grupo avanza por un diminuto sendero entre muros de<br />
vegetación. Karamakate y Manduca siguen cargando<br />
atléticamente el bote, seguidos por Theo que parece haberse<br />
acostumbrado al peso. De repente, el camino desemboca en un<br />
descampado.<br />
Descargan en el lindero de ese terreno y observan a su<br />
alrededor con una expresión escandalizada.<br />
Descubren varios árboles de caucho, heridos con profundos<br />
surcos que se extienden por casi toda su corteza. De ellos<br />
sangra savia blanca que cae en hondos recipientes de madera.<br />
Theo se acerca a Manduca y le pone la mano en el hombro en un<br />
intento de consuelo. Éste, profundamente afectado, explota.<br />
Se dirige hacia los árboles y tira las vasijas, derramando la<br />
resina en el piso. Agarra un recipiente y lo golpea contra el<br />
piso, tratando de romperlo en pedazos.<br />
Karamakate se sorprende de la furia de su compañero. Pero se<br />
queda junto a Theo, con la misma expresión afligida.<br />
Alertado por el ruido, el SIRINGUERO llega corriendo. Es un<br />
hombre moreno, extremadamente delgado, envejecido y<br />
demacrado. Su ropa raída apenas esconde las cicatrices de<br />
su cuerpo. Su nariz y una oreja han sido cortadas de un tajo.<br />
Grita en una lengua desconocida. Al levantar los brazos, se<br />
descubre que le faltan dos dedos a su mano.<br />
Manduca se detiene de inmediato horrorizado por esa<br />
aparición.<br />
El siringuero trata de recoger la savia regada en el suelo.<br />
Pero sus patéticos intentos están condenados al fracaso.<br />
Levanta la cara hacia los recién llegados. Arrodillado,<br />
empieza una súplica lastimera.<br />
MANDUCA<br />
(a Karamakate)<br />
¿Qué dice?<br />
Karamakate se demora en traducir.<br />
KARAMAKATE<br />
Te está pidiendo que lo mates.<br />
Manduca, arrepentido, le lanza una mirada interrogativa a Theo<br />
que está estupefacto por la situación. Vuelve donde sus<br />
compañeros, abre la tula y saca una escopeta. La carga<br />
mientras da unos pasos en dirección del siringuero que no<br />
deja de gritar.<br />
THEO<br />
Manduca, ¡para!<br />
KARAMAKATE<br />
(a Theo, indignado)<br />
¿Trajiste un arma? (a Manduca) ¿Qué<br />
haces? ¿Te enloqueciste?<br />
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