Excodra VIII: El amor

mierda tragado junto a sus entrañas, volviendo a comer, morder y vomitar el alma que
en vida nunca te volvió a regalar.
Lo hiciste con claridad, eficacia, en una noche de lluvia para que pudiera lavar tus
culpas junto a su sangre y trozos de cuerpo.
Quisiste hacerlo bien, despacio, en una noche de relámpagos que cubrieron sus gritos
y tus gemidos de placer y dolor.
Volviste a la cama limpio, pero no satisfecho.
De vuelta al cuerpo abriste con una roca su cráneo y le comiste el cerebro,
exasperado, esperando en vano entender que siempre solo estuviste en sus
pensamientos, que siempre y sólo te había amado. A ti solamente.
Al bajar hacia tu estomago de este pensamiento, monstruo, te agarraste con dedos y
uñas el bocio y te lo sacaste de la garganta junto a esta verdad que se hacía, por fin,
clara.
Terminaste tu respiro junto a sus labios, en un beso que llevaba el calor de la sangre
haciéndose rápidamente dura y fría.