Excodra VIII: El amor

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Después me dijiste que debías irte. No quería que te fueras, tú tampoco querías irte, pero debías hacerlo e intentabas hablarme una y otra vez de ese después de tu novia, de cuando ella llegara, y la verdad es que ese después ya no me importaba. Me decías el día en que llegaría, la hora, y qué harían después que ella llegara. Que alquilarían un departamento en el centro y que después ella encontraría trabajo y que después tal vez buscarían algo más cercano a plaza Italia. Para mí ese después de dos semanas más y subirme a un avión a Italia no existía. Sólo pensaba en el jabón y en el momento después de meterme a la tina, probar el agua, tú hacías pis, te metías a la ducha y me metías el jabón hasta el fondo. Hacías burbujas ahí. <strong>El</strong> desayuno, morir por las noches. En realidad ahora siempre pensaba en ese antes. Cuando te veía en casa de P.I. y nunca nos besamos. También quería recuperar ese espacio, saber si imaginé eso del jabón y tu mano, aunque fuese de forma inconsciente, alguna vez. Es que después todo es menos probable. Ahora quería recuperar ese espacio de antes en que nos veíamos en casa de P.I. Debí haberme detenido en ese antes. Tal vez ahí todo hubiese sido. Incluso mil veces hubieses puesto el jabón ahí. A diario. Pero ese antes ya no existía y ese después no existiría y tal vez no volverías a poner nada ahí y nunca lo pusiste antes y me dio toda la tristeza, quise recobrarlo y marqué tu número de teléfono, te dije, hola A., ¿cómo va todo?, me dijiste: ¿me llamas después, por favor, que estoy hablando por la otra línea? Y después no volví a llamarte, ya que supuse que estarías hablando con ella, y yo quería todo ahora mismo, y dejé de ver de un segundo a otro todos los después posibles y todos los jabones infinitos que me tenían obsesionada y dije, mejor lo olvido ahora. Después tal vez ya no será posible. Dejé la tristeza y después vi venir el viaje nuevamente, vi todo blanco, un telón que caía frente a nosotros, nos tapaba el rostro, toda la cara, los ojos, las manos, la boca, el cuello, las piernas, los pies, incluso el agua desaparecía, pero igual sentía que el jabón seguía ahí dentro, haciendo burbujitas, después. CA
Gaia, Francesca, Cynthra, Agatha y Jaffik Gaia, Primavera de los sentidos. Te encontré aquella mañana en el medio de la mar color plata y sabor a sal y ceguera blanca de sol resplandeciente. Te volví a encontrar en el fluir del río de montaña, entre verde árboles y gris y marrón de roca. Fuera del verde neón y gris y marrón de asfalto y cemento y mierda de perro. Te encontré aquella mañana en el color rosa tus pezones bajo de mis dedos. En el perfume de rosas rojas y blancas y amarillas, en el perfume de la lavanda violeta. En el sabor dulce de tu sudor después de largos abrazos y besos. Adentro de una fuente de freda aigua en la fresca arena, la sombra y el descanso. Te encontré aquella noche al flanco de las estrellas luminosas, en la luna gigante, roja y blanca y amarilla. ¡Hilanun, hilanun, hilanun!
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