AbogadosPrestigiados
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Néstor Guerrero S<br />
objetivo, en una interpretación ex post facto, habría sido reconvertir<br />
los Estados latinoamericanos; para ello el análisis del papel y características<br />
que determinados actores han desempeñado en la función<br />
pública y en la configuración de las acciones estatales, resulta una pista<br />
ciertamente necesaria. Es decir, estudiar los desempeños y trayectorias<br />
de “agentes elitarios” concentrándose tanto en las posiciones que los<br />
actores ocupan en determinadas estructuras y momentos biográficos<br />
específicos de sus trayectorias, como en las características socio-personales<br />
de dichos actores que inciden en la producción en red de políticas.<br />
Dezalay y Garth (2002) constatan la creciente hegemonía de<br />
los economistas en la conducción de los Estados latinoamericanos en<br />
detrimento del papel de los abogados, advirtiendo que en la última<br />
mitad del siglo XX se ha producido un cambio, “un re-equipamiento<br />
de las élites estatales, desde el derecho hacia la economía y desde los<br />
procesos de saber europeos hacia aquellos que son generados en los<br />
Estados Unidos” (ibíd.:40) 4 . En otras palabras, “una transición que va<br />
de un conjunto de abogados del Estado a un grupo de economistas<br />
ahora enlazados con la democracia” (ibíd.:43) 5 . De acuerdo al esquema<br />
propuesto por los autores –esto es, analizar los resultados y adaptaciones<br />
nacionales frente a procesos de exportaciones de técnicas y<br />
conocimientos especializados internacionales- dicho giro puede ser<br />
mejor explicado si se tienen en cuenta las semejanzas estructurales<br />
en los respectivos escenarios estatales, lo que supone evaluar redes<br />
de conexión e incluso afinidades electivas entre los agentes impor-<br />
4 Siguiendo a Rodríguez -quien prologa a Dezalay & Garth (2002), las claves de lectura<br />
del libro tomadas son dos de las seis sugeridas. Aquella que lo interpreta como “una<br />
comparación de la utilización de redes, conocimientos e instituciones internacionales por<br />
parte de actores políticos -v. gr., defensores de derechos humanos, académicos, abogados,<br />
economistas, etc.- para consolidar o mejorar su posición en la lucha por el poder estatal”.<br />
Y aquella que lo ve “como un aporte a la sociología de las élites latinoamericanas, cuyo<br />
papel en el establecimiento y la reproducción del Estado neoliberal aún no ha sido documentado<br />
sistemáticamente” (Rodriguez C., en Dezalay y Garth, 2002:12).<br />
5 Este giro -desde los políticos abogados prestigiosos hacia los economistas denominados<br />
políticos tecnócratas- tiene una serie de rasgos generales, señalan los autores. El más<br />
básico “consiste en que el conocimiento especializado de los políticos tecnócratas se ha<br />
centrado en la economía, mientras el de los políticos que eran abogados destacados, en el<br />
derecho” (Dezalay y Garth, 2002:62). Sin embargo, advierten, “también existen continuidades<br />
entre las generaciones de las élites estatales. Primero, la mayoría de los tecnócratas<br />
políticos tienen muy buenas conexiones y cuentan con abolengos más o menos cercanos a<br />
la élite. Lo que resulta diferente es que ellos se apoyan relativamente menos en el capital<br />
familiar y más en sus propios conocimientos especializados, así como en la red cosmopolita<br />
construida de manera concurrente con la adquisición de sus conocimientos y el<br />
posterior desarrollo de sus carreras. Todavía sigue siendo verdad que el capital social<br />
es extremadamente importante para determinar quién será capaz de obtener un grado<br />
avanzado en los Estados Unidos para luego participar en redes transnacionales” (ibíd.).<br />
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