arquitec- tura escrita - CLONE Magazine
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LA INCLUSIÓN EN EL MERCADO DE VALORES POPULARES<br />
El siglo XX ha querido pasar a la historia como la época en la que cualquier<br />
cosa es susceptible de ser colocada en el mercado y triunfar, sólo hay<br />
que crear la necesidad. Los tatuajes no iban a ser menos y si durante la<br />
primera mitad de siglo eran el marchamo de una vida vivida al margen de<br />
lo establecido mucho antes de que existiera el término underground, a<br />
partir de entonces y progresivamente, estos dejarían de ser sintomáticos<br />
de un estrato social olvidado. Si el desarrollismo norteamericano de los 50<br />
nos dejó puñales, pin-ups y ‘amores de madre’ en musculosos brazos de marineros,<br />
los 60 mantuvieron esta tendencia entre una generación de jóvenes<br />
que comenzaron a cantarle al amor libre y la marihuana, finalmente los 70,<br />
con la explosión del rock, la psicodelia, el punk y demás estilos supuso la<br />
consagración de una manifestación que el establishment había sacado de<br />
contexto y expulsado del paraíso. Aunque los pasos dados eran de gigante,<br />
tuvieron que llegar los 80 y 90 para consolidar una moda abanderada en<br />
estos años por cantantes, presentadores, actores y demás ejemplares de<br />
la farándula mediática. Partícipe de un nuevo modelo de éxito, y a pesar<br />
de superar muchas de las barreras que lo mantenían en el limbo de las<br />
tendencias, el tatuaje ha seguido manteniendo cierto espíritu e identidad de<br />
rebeldía, identificándose con sentimientos románticos que aún a día de hoy,<br />
pueden traslucirse en diseños y motivaciones. Precisamente estas, aunque<br />
obviamente han cambiado con el paso del tiempo, conservan el idealismo<br />
de las cosas que, a priori, se hacen para toda la vida. Una tendencia, no obstante,<br />
que viene cada vez más presionada por el valor estético del tatuaje<br />
y la posibilidad de borrar o rediseñar algunos dibujos ya existentes. Por su<br />
parte, lo artesano del trabajo –cada tatuaje es diferente, como diferente es<br />
cada piel o cada cuerpo- sigue otorgando a esta manifestación un plus de<br />
diferencia con respecto a otras expresiones artísticas y corporales.<br />
LÍNEAS Y COLORES PARA UN CATÁLOGO<br />
Aunque lo singular e individual de estos diseños es algo indiscutible, no es<br />
menos cierto que existen distintas tendencias que los aglutinan y para descifrarlas<br />
no hay que olvidar las fuentes de las que, precisamente, beben estos<br />
dibujos. Es decir, si la Polinesia es un punto fundamental en su aparición, no<br />
es de extrañar que los motivos que nosotros denominamos tribales hayan<br />
tenido amplia repercusión en la cul<strong>tura</strong> contemporánea; también las escenas<br />
orientales, con motivos propios de esa cul<strong>tura</strong> como las flores de loto, los<br />
dragones o las geishas, son elementos que ocupan un escalón propio en el<br />
ranking de tattoos más conocidos. Estrellas, trenzados y símbolos celtas,<br />
grafías orientales, tréboles, sirenas... Son algunas de las figuras más representadas<br />
bajo las epidermis de millones de personas. Pero no sólo por el<br />
dibujo se define un tatuaje. Las técnicas utilizadas, en similitud con algunas<br />
pictóricas, son fundamentales en el resultado final.<br />
Así, el estilo old school, que viene definido por la escasez de colores –<br />
únicamente negro, rojo, verde, amarillo y azul-, así como por lo grueso de<br />
su trazos en tonos planos (sin sombras), es una tendencia norteamericana<br />
recuperada de los años 40 y 50 que actualmente cobra nuevos significados.<br />
Por su parte, los colores fuertes, con contornos desdibujados y muchos degradados,<br />
al igual que los graffitis, son característicos del estilo new school,<br />
entre cuyos principales diseños y motivos triunfan las imágenes fantásticas,<br />
retratos, los dibujos biomecánicos, etc. También el fine line, técnica utilizada<br />
normalmente para la realización de retratos y que consiste en utilizar una<br />
estudiada escala de grises, se ve mucho actualmente gracias al nuevo<br />
impulso que han tomado los tatuajes realistas de personas y seres queridos,<br />
ídolos e incluso mascotas. El estilo japonés o irezumi, por su parte, se define<br />
por sumar al dibujo sencillo de líneas finas algunos colores intensos.<br />
Se trata de algunas coordenadas para guiarse dentro de un mundo tan<br />
diverso como disperso en el que, si bien existen ciertos parámetros a la hora<br />
de clasificar y encasillar, lo más significativo y lo que hace singular a estos<br />
dibujos es la imposibilidad de clonarlos. Y es que no hay en el mundo un<br />
tatuaje exactamente igual a otro.<br />
LAS AGUJAS DEL TÉCNICO-ARTESANO<br />
Considerado por muchos como algo más que una afición, casi como un<br />
estilo de vida, no es de extrañar que dentro del mundo de los tattoos existan<br />
estudios y tatuadores que, con la sola mención de su nombre, sean capaces<br />
de revalorizar centímetros cuadrados de piel. Pertenecientes a una rama no<br />
muy conocida del mundo creativo, estos profesionales se diluyen entre la<br />
precisión del técnico que ajusta sus agujas según su uso y la precisión y el<br />
control del trabajo artesanal. Un trabajo eminentemente manual, al fin y al<br />
cabo, con escasos avances tecnológicos (especialmente en lo que a agujas<br />
se trata, no es así, por ejemplo, en cuestiones de seguridad sanitaria, donde<br />
sí se ha avanzado mucho) que requiere de un vínculo de confianza muy<br />
especial entre cliente y profesional.<br />
La motivación artística y estética es la otra gran baza a la hora de escoger<br />
a uno u otro estudio o tatuador. En esto, como en cualquier mercado, la<br />
exclusividad -algunos tatuadores llegan a cobrar hasta 200 dólares la hora y<br />
tienen listas de espera de años- y la definición de un estilo propio y singular<br />
–hay diseños que llevan un ADN muy definido, eso da caché- son claves a<br />
la hora de encumbrar a ciertos profesionales. Es el caso del norteamericano<br />
Grime, sin duda uno de los grandes y cuyos puntos más fuertes son la creatividad,<br />
la versatilidad y una depuradísima técnica. Portar un diseño de este<br />
artista es sinónimo de éxito, ya que hay pocos profesionales capaces de<br />
hacer un trabajo tan exquisito, independientemente de si se trata de un tatuaje<br />
de estilo biomecánico, japonés, neotradicional, lettering, en escala de<br />
grises... Un diseño de Grime ni pasa desapercibido, ni deja la menor duda de<br />
su autoría. Otro de nuestros favoritos es Adam Burton. Aunque algo menos<br />
conocido, sus obras, donde se mezclan elementos tradicionales y motivos<br />
americanos en tintas planas con predominio de volúmenes y tex<strong>tura</strong>s, son<br />
igualmente conocidas en el circuito de los tattoos. Otros nombres escritos<br />
con tinta en este mundillo son los de Paul Booth, con una estética oscura<br />
muy particular; Aaron Cain, su fuerte son los diseños biomecánicos; Mike<br />
DeVries, sus obras se definen por su ultra realismo; Jesse Smith, uno de los