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arquitec- tura escrita - CLONE Magazine

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¿Quién hubiese apostado hace unos años<br />

que uno de los autores que ha tratado<br />

con más violencia y crudeza la na<strong>tura</strong>leza<br />

humana iba a terminar siendo reconocido<br />

por el mundo del espectáculo?<br />

¿Quién iba a imaginar que uno de los<br />

narradores más elusivos, recluido en su<br />

rancho de Nuevo México durante años<br />

sin conceder entrevistas, aparecería en<br />

el programa de Oprah Winfrey promocionando<br />

su último libro? Cormac McCarthy<br />

(Rhode Island, 1933) era una rara<br />

avis que no terminaba de encontrar su<br />

equilibrio entre la crítica literaria (que<br />

siempre lo tuvo, en la misma liga que<br />

Thomas Pynchon y Don Delillo) y el público<br />

hasta que comenzaron las exitosas<br />

adaptaciones cinematográficas. Quizás<br />

repasando dichas adaptaciones seamos<br />

capaces de definir al autor y su obra.<br />

EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS<br />

En 1992, McCarthy publicó “Todos Los Caballos Hermosos”, que constituía<br />

el primer volumen de la llamada Trilogía de la Frontera. Esta fue una novela<br />

que sorprendió a propios y a extraños por el velado romanticismo que<br />

rezumaban algunos pasajes. La novela se convirtió en el primer best-seller<br />

de su autor. Pero algo debió fallar durante la promoción del libro porque todo<br />

el mundo confundió los términos. “Todos Los Caballos Hermosos” no era una<br />

novela de amor. Ese mismo error cometió Harvey Weinstein cuando Billy Bob<br />

Thornton se empeñó en rodar una película sobre el libro. Cuenta la leyenda,<br />

y Peter Biskind así lo corrobora en el incisivo “Sexo, Mentiras y Hollywood”<br />

(2004), que cuando Thornton se plantó con su montaje original de casi 4<br />

horas de metraje, Weinstein (también conocido como Harvey Manostijeras)<br />

montó en cólera y terminó estrenando la película como todos la conocimos.<br />

No se puede decir que la primera de las adaptaciones cinematográficas de<br />

una obra de McCarthy fuera un éxito, pero también es cierto que su proceso<br />

de producción no fue el más sano.<br />

A LA VEJEZ VIRUELAS<br />

Un aspecto sobre la obra de McCarthy a destacar es la importancia de<br />

la vejez, entendida esta como la sabiduría que otorga la experiencia y la<br />

capacidad de mirar atrás sin ira. Sólo el anciano tiene derecho a opinar, a<br />

extrañarse, a reflexionar. El anciano se ha mimetizado en la na<strong>tura</strong>leza. Es un<br />

elemento más de ella. Puede que lo anterior sea consecuencia directa del<br />

propio envejecimiento del autor, pero ya en “Todos Los Caballos Hermosos”<br />

encontrábamos muestras de ello. Pero es, sin duda, en “No Es País Para Viejos”<br />

(2005) donde se llevan estas reflexiones a su máximo esplendor. Todo<br />

el personaje del sheriff Ed Tom Bell responde a lo anterior. Y gran parte de<br />

ello quedó reflejado en la excelente adaptación cinematográfica que hicieron<br />

Joel y Ethan Coen de esta novela en 2007. Al margen de premios, lo curioso<br />

es que los Coen supieron adaptar con cordura, personalidad y fidelidad el<br />

universo McCarthyano, no sólo a nivel temático, sino plástico.<br />

ARTÍCULO cormac mccarthy<br />

VIVO EN LA CARRETERA<br />

En 1943, Maslow tuvo a bien clasificar las necesidades humanas en<br />

su famosa pirámide. La base de aquella contenía aspectos fisiológicos<br />

elementales como respirar, beber, alimentarse, defecar y dormir. Son<br />

necesidades que, en el principio de los tiempos, se podían satisfacer gracias<br />

a la propia na<strong>tura</strong>leza. Existía pues una simbiosis, una relación de causalidad<br />

entre el hombre y la tierra, que equilibraba la balanza vida-muerte. Pero da<br />

la impresión de que Cormac McCarthy siempre ha estado interesado en<br />

desequilibrar esa balanza. “La Carretera” (2006), es la prueba definitiva.<br />

Un padre y un hijo abandonados a su suerte en una inabarcable na<strong>tura</strong>leza<br />

muerta que ya no puede proveer más. ¿Qué ocurre entonces cuando el ser<br />

humano no es capaz de cubrir las necesidades más básicas? ¿En qué se<br />

convierte cuando se le despoja de la posibilidad de seguir siendo ‘humano’?<br />

Sobre estas premisas se apoya, a nuestro juicio, toda la obra literaria de<br />

McCarthy. Toda esta desolación queda plasmada con firmeza en la fiel adaptación<br />

que ha realizado John Hillcoat de dicha novela, en la que un soberbio<br />

Viggo Mortensen da vida al padre más abnegado de todos los tiempos.<br />

EL HOMBRE Y LA TIERRA<br />

Otra prueba de que McCarthy está más interesado en la na<strong>tura</strong>leza virgen<br />

del hombre que en cualquier otra cuestión puede verse en “Meridiano de<br />

Sangre” (1985), con su alambicada prosa descriptiva del paisaje. Un detallismo<br />

que no es casual, sino que pretende contextualizar el mundo al que pertenece<br />

el ser humano. McCarthy describe la fauna, la flora y los fenómenos<br />

na<strong>tura</strong>les con bisturí. ¿Es el hombre un elemento más del paisaje? ¿Acaso no<br />

tiene mayor entidad que un escarabajo, un rayo o un cactus? Parece plantear<br />

McCarthy cuando nos perdemos en sus kilométricas disertaciones sobre el<br />

desierto, las colinas o los ríos. Ya sea en la frontera del lejano Oeste o en un<br />

mundo futuro apocalíptico, lo que mueve al autor de “Sutree” (1979) a escribir<br />

es el enfrentamiento del ser humano con una na<strong>tura</strong>leza exhausta, que lo<br />

pone a prueba, que le obliga a apostatar de su condición de ser social y civilizado<br />

para poder reencontrarse con su verdadero yo. Y no tiene McCarthy<br />

miedo de mostrar al hombre como un asesino de hombres, como un caníbal,<br />

como un animal. Y ahí quedará para la historia el Juez Holden y la banda de<br />

los Glanton. Tengo curiosidad por ver la adaptación de dicha novela, que a mi<br />

juicio es la obra maestra de McCarthy, y que actualmente está preparando<br />

Todd Field. Quizás encontremos en ella el epítome de la obra de McCarthy y<br />

también el punto final a las lucrativas adaptaciones cinematográficas de su<br />

breve obra narrativa, tan aparentemente inagotable como su prosa.<br />

CORMAC<br />

MCCARTHY<br />

EL HOMBRE Y<br />

LA TIERRA<br />

Texto_ Fran G. Matute<br />

CINE LITERATURA

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