VE-36 NOVIEMBRE 2017
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joven e ingenuo como era, a toda costa decidí lograr que ella me<br />
quisiera y con ese fin tracé un plan magistral.<br />
Corrían los años cincuenta, el rock and roll despertaba con<br />
fuerza y yo, un muchacho hasta entonces tímido y del montón que<br />
nunca en nada había sobresalido, me aferré con pasión a aquella<br />
oportunidad. El cambio en mi apariencia resultó fundamental, debo<br />
reconocer: largas patillas, brillantina en el pelo, elaborado tupé, ropa<br />
ligeramente extravagante y... ¡voilá! patito feo de golpe transformado<br />
en bello cisne. Estrategia infalible.<br />
Aunque nunca hasta entonces había la música entrado en mis<br />
planes, no cantaba mal y yo lo sabía. La vergüenza y los nervios me<br />
mataban, pero recuerden que había una chica por conquistar y nunca<br />
hubo ilusión más poderosa en este mundo. Fue así que un día, en un<br />
baile de verano, quizá fuera la noche de San Juan siempre tan<br />
misteriosa y hechicera, tuve un impulso que para siempre cambiaría<br />
mi vida: abracé con descaro mi guitarra, subí sin pensarlo al escenario<br />
y, bueno, no es que quiera alardear pero... ¡fabuloso! no encuentro<br />
otra expresión. Aquel pueblo de casitas blancas junto al mar, la última<br />
luz del día desvaneciéndose en el horizonte, mil acordes fugitivos<br />
entre la brisa a la deriva, público enloquecido, electricidad en cada<br />
aplauso, martillazos en mi corazón. Sus ojos... ¡Ay!, aquellos ojos<br />
clavados en los míos.<br />
Deseé con toda la fuerza de mi pobre alma enamorada que los<br />
relojes se parasen, que se detuviese el tiempo y ese momento durase<br />
para siempre. Hace ya tanto de todo aquello.<br />
En fin, ¿qué puedo decir? Me convertí en una estrella sin apenas<br />
darme cuenta y lentamente mi vida se disolvió en el caos. Rocé una<br />
felicidad que, de golpe, escapó de entre mis manos. Ella dijo que<br />
nunca podría quererme, el aire a nuestro alrededor en ese instante se<br />
congeló, murió el romance y yo me obligué a olvidar. No sé por qué<br />
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