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Esta entrevista fue filmada.<br />
Pueden verse algunos fragmentos<br />
destacados en nuestras redes<br />
yenny.elateneo<br />
yenny_elateneo<br />
sobre las nuevas tecnologías o las redes, y para mí el debate<br />
no pasa por ahí, o por las herramientas, sino por cómo trabajamos.<br />
Yo me referencio mucho en Tomás Eloy Martínez,<br />
que además de excelente periodista era un notable escritor, y<br />
recordé que él escribió un decálogo cuyo primer punto decía:<br />
“El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada<br />
vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia<br />
conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo”. Creo<br />
que nos debemos una discusión dura acerca de cuál es la<br />
esencia de nuestro trabajo, cuál es nuestro rol, hasta dónde<br />
llega “la obediencia debida”, hasta dónde se puede aceptar.<br />
–Tanto Gentili, en su función de periodista, como<br />
Casas y Mae Angela, la espiritista, buscan llegar a lo<br />
oculto por diversas vías, revelar algo. ¿Su búsqueda<br />
con la literatura apunta también a descubrir algo que<br />
permanece oculto? Te voy a dar una respuesta de escritor,<br />
no de periodista: no lo sé. Si te contestara como periodista<br />
diría cualquier cosa, porque los periodistas creen saberlo<br />
todo. Como escritor no lo sé, como no sabía hasta recién del<br />
vínculo entre los tres personajes que citás. Está muy bien eso,<br />
no lo había pensado. Yo escribo desde el placer. Me inventé<br />
escritor como me inventé periodista al darme cuenta de que<br />
era un trabajo menos jodido que otros. En cambio, poeta<br />
soy: es mi manera de estar en el mundo. Puedo pasar un año<br />
sin escribir poesía y sigo siendo poeta, pero la narrativa tiene<br />
mucho de decisión. Cuando hago periodismo siento que<br />
trabajo; cuando escribo una novela me divierto.<br />
–Parte importante de la novela transcurre en Pitú, una<br />
favela de Río, y es difícil separar lo que hay de documentación<br />
de la experimentación. ¿Estuvo viviendo<br />
en una favela? No viviendo, pero conozco bastante bien lo<br />
que es la vida allí. Siendo muy joven viví seis meses en Río<br />
de Janeiro, cerca de los poetas brasileños, tengo incluso un<br />
ahijado allí. Zé Cordeiro es un personaje real, un gran amigo<br />
que ahora vive en Rosario. Quería salirme del tema de los<br />
narcos, porque hay un fenómeno ligado a la militarización de<br />
las favelas en base a grupos paramilitares, las milicias, que<br />
no es tan conocido en Argentina. Un tercio de las favelas de<br />
Río están ocupadas por las milicias. Cuando decidí que la<br />
novela se movería en dos locaciones, como se dice en el cine,<br />
me apoyé también en muchos datos que me proporcionaron<br />
amigos periodistas brasileños. Me encantaría ser Gabriel<br />
García Márquez, pero no lo soy, y por tanto me muevo con<br />
los datos que manejo. Sobre todo por lo que ya dije: la novela<br />
se basa en el verosímil.<br />
–Lo que comparte Gentili con los detectives de la novela<br />
negra, tipo Marlowe o Hammet, es su rol de antihéroe.<br />
Incluso el epígrafe de Leonardo Sciascia que abre el libro<br />
es un elogio por las derrotas y los derrotados… Sí, yo<br />
quería que él fuese un perdedor. Es más, después le agregué<br />
ese dolor físico porque no me alcanzaba su dolor existencial.<br />
Quería un personaje que fuera un sufriente, un doliente, no sé<br />
por qué. Será porque yo siempre me siento cerca de los perdedores.<br />
Mi programa de radio se llama La inmensa minoría,<br />
que después de haberlo puesto me enteré de que era el viejo<br />
eslogan del diario Crítica. Sospecho en general de los tipos<br />
que ganan. Sobre todo de los que ganan siempre, no de los que<br />
tienen un golpe de suerte, que eso es legítimo y vale.<br />
–Esa construcción del antihéroe también implica cierta<br />
soledad. El No pidas nada del título invoca un poco<br />
eso y se conecta con el epígrafe de Alejandra Pizarnik:<br />
“Ayúdame a no pedir ayuda”. Es verdad, significa “bancátela<br />
solo”. Muchas veces en el periodismo me he sentido solo,<br />
pero esa soledad también me ha hecho bien, me colocó en un<br />
lugar de outsider que me permitió hacer cosas que de otro<br />
modo no sé si hubiese podido.<br />
–El otro epígrafe de importancia es la frase de Rodolfo<br />
Walsh: “El verdadero cementerio es la memoria”. Es muy<br />
importante, y creo que atraviesa toda la novela. Me sé todo el<br />
Martín Fierro y siempre discutí con esos versos finales que consigno:<br />
“Y aquellos que en esta historia / sospechen que les doy<br />
palo / sepan que olvidar lo malo / también es tener memoria”.<br />
¡Es muy fuerte que nuestro libro nacional concluya diciendo<br />
“olvidar lo malo también es tener memoria”! Entiendo por qué<br />
lo dice, pero creo que merece un debate este concepto<br />
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