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Entrevista<br />
nueve<br />
La gran dama<br />
Muchos la consideran una escritora “tardía” porque publicó su primera novela a los 58 años.<br />
Pero CRISTINA BAJO supo resarcirse: lleva publicados quince libros y hoy es considerada<br />
la Gran Dama de la novela histórica<br />
POR María Fernanda Guillot<br />
© David Juarez<br />
De día, madre y ama de casa. De noche, narradora furibunda.<br />
Los primeros libros de Cristina Bajo nacieron en<br />
horas robadas al sueño. Ama de letras, la novelista cordobesa<br />
publicó por primera vez a los 58 años.<br />
–¿Cómo se las ingeniaba para hacer las tareas del hogar,<br />
cuidar a sus dos hijos y escribir? También trabajaba como<br />
oficinista en una escuela industrial de la ciudad de Córdoba<br />
y pasaba a máquina tesis de universitarias amigas, además de<br />
tejer o coser mi ropa. Cuando nació mi primer hijo, al dormirse,<br />
me quedaba levantada, leyendo o escribiendo. Era una necesidad,<br />
un impulso que se imponía al cansancio. Una vez que<br />
mis hijos crecieron, pude dedicarle cuatro o cinco horas a la escritura.<br />
En la actualidad son unas ocho, igual que si cumpliera<br />
horario de oficina. Lo tomo como un trabajo. Es una disciplina,<br />
pero también una necesidad intelectual y emotiva. Si salgo de<br />
viaje, llevo cuadernos o libretas (aún no tengo una computadora<br />
de mano), lapiceras y biromes. Me gusta tomar apuntes de<br />
lo que veo o siento. Escribo desde que era adolescente.<br />
–¿Qué opinaba su familia de su pasión por la escritura?<br />
Mis padres siempre me animaron. Mamá me ponía nerviosa,<br />
porque cuando llegaba alguna amistad nueva a casa, presentaba<br />
a sus hijos (éramos seis): “Este será arquitecto; este,<br />
ingeniero; y Cristina, novelista”. Durante años temí desilusionarla.<br />
Cuando mi papá se enteró de que yo quería escribir<br />
una novela histórica, me regaló su biblioteca de historia<br />
argentina. Mi hermano Eduardo me compró las novelas de<br />
Manuel Gálvez sobre la época de Rosas, que hice encuadernar<br />
y todavía conservo.<br />
–¿Le mostraba a alguien lo que escribía? Pasaron años<br />
hasta que Rosalba Campra, una amiga de letras, me leyó.<br />
Ella me dio algunos consejos y me dijo que escribía muy<br />
bien. Eso me alentó, porque yo admiraba su escritura. La<br />
respuesta de otros amigos era: “Detesto las novelas históricas”.<br />
Por supuesto que, en cuanto edité, vinieron a pedirme<br />
un ejemplar, en nombre de tan larga amistad. Me negué,<br />
aclarándoles que habían tenido su oportunidad y no la habían<br />
aprovechado.<br />
–¿Qué la decidió a publicar? Yo estaba en un mal momento<br />
de mi vida, incluso me habían internado por problemas<br />
cardíacos. Unos amigos que me habían visto cargar la máquina<br />
de escribir por toda la casa, quisieron darme una alegría.<br />
Pasó algo muy hermoso: algunas personas importantes de<br />
la cultura de Córdoba leyeron mi novela, pensaron que era<br />
buena y los ayudaron a editarla.<br />
¿Qué siente un escritor cuando tiene su primer libro impreso<br />
entre las manos? Cristina Bajo lo supo en 1995, cuando recibió<br />
un ejemplar de Como vivido cien veces, la primera novela<br />
que publicó. “Es algo maravilloso, mágico”, sintetiza.<br />
Pasaron quince libros y un par de antologías desde aquel<br />
momento. “Aquella emoción es muy semejante a la que sentí<br />
hace poco, al ver Esa lejana barbarie, mi última novela. A pesar<br />
de los libros que tengo editados, me sigo deslumbrando.<br />
Me encantan las tapas que elijo, con cuadros de mis pintores<br />
preferidos. El día que me llega, lo vuelvo a leer y lo dejo en la<br />
mesita de luz”, cuenta.<br />
–¿Qué la decidió a hacer de la literatura su “quehacer”<br />
principal? Cuando salieron las primeras ediciones yo estaba<br />
sin trabajo. Me ganaba la vida leyendo el tarot, tejiendo para<br />
amigas que tenían boutiques, cocinando viandas y haciendo<br />
tapices infantiles. También vendía maderas, libros y cosmética.<br />
Vivir de lo que escribo, de mis cursos y de mis conferencias,<br />
se fue dando naturalmente, hasta hoy, 22 años después.<br />
–¿Cuándo se sintió una escritora “de verdad”: cuando<br />
su primera novela agotó cinco ediciones, cuando le empezaron<br />
a llegar ofertas de editoriales de Buenos Aires,<br />
al ser premiada, o fue un proceso interno? Nada de eso:<br />
sucedió a través de los años. Estoy feliz de haber editado. Con<br />
sinceridad, nunca creí que iba a lograrlo, los pronósticos eran<br />
negativos. Pero me siento escritora desde que vi que podía<br />
armar y sostener mis historias.Cuando salió en Córdoba Como<br />
vivido cien veces, tenía comenzados muchos de los libros que<br />
se editaron después, como El jardín de los venenos, o los cuentos<br />
gótico–coloniales de Tú, que te escondes. Si por casualidad<br />
o destino no hubiera conseguido editar, nada hubiera cambiado:<br />
simplemente seguiría escribiendo. El resto, los premios, el<br />
éxito, las traducciones a otros idiomas y los estudios internacionales<br />
–que son varios– me llegaron “por añadidura”.<br />
–¿Qué es lo más importante que aprendió en estos años?<br />
Que cada libro que escribo –sea de cocina, de leyendas, de<br />
recuerdos o novelas– debe ser mejor que el anterior. Aprendí a<br />
escuchar la opinión de otros, de aquellos a los que acudo ante<br />
una duda, pero también, a confiar en mi instinto, que es más<br />
de lectora que de escritora. Y, sobre todo, aprendí que no debo<br />
dormirme sobre los laureles: hay que ganarlos día a día.<br />
–¿Sigue dando clases gratuitas en centros culturales?<br />
Sí, me hace mucho bien. Me ayuda a transmitir cultura y me<br />
mantiene la mente ágil, investigando, sin contar que el afecto<br />
de mis alumnos es un tónico.<br />
–Usted se esfuerza por difundir la literatura, más allá<br />
de su obra. ¿Por qué lo hace? Porque la lectura obra milagros<br />
en la mente, en los sentimientos, en la manera de descifrar<br />
el mundo. Nos distrae de la congoja y de las pérdidas.<br />
Leer –especialmente narrativa– libera la mente de telarañas,<br />
ayuda a soportar ausencias, a aceptar lo irremediable y a vivir<br />
muchas vidas.<br />
–A esta altura de la vida, ¿qué cosas le resultan indispensables?<br />
El afecto de los míos, de mis amigos, de la gente<br />
que me rodea. Mi casa, a la que amo, con mis animales, mis<br />
plantas y mi biblioteca. La independencia que todavía conservo,<br />
las ganas de hacer cosas, el seguir soñando con volver<br />
a vivir en las sierras. También, la imaginación que no cesa y<br />
creer que la vida tiene algo de mágico.<br />
Soy muy feliz. Creo que he llevado una vida privilegiada,<br />
por los padres y la infancia que tuve, por el afecto familiar<br />
que continúa. La vida me dio dolores y pérdidas en medidas<br />
aceptables. Por supuesto, haber editado y ser reconocida no<br />
es un ítem menor<br />
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