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After - Anna Todd

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—¿Qué quieres saber, Tessa? —me pregunta, y el corazón se me derrite.<br />

Hardin por fin está dispuesto a hablar de sí mismo. Estoy un poco más cerca de<br />

comprender a este hombre complicado, enfadado con el mundo y, a la vez, adorable.<br />

Nos tumbamos en la cama, mirando al techo, y le hago al menos un<br />

centenar de preguntas. Me habla del lugar en el que se crió, Hampstead, y de<br />

lo mucho que le gustaba vivir allí. Me habla de la cicatriz que tiene en la<br />

rodilla, que se la hizo la primera vez que montó en bicicleta sin ruedecillas auxiliares;<br />

su madre se desmayó al ver la sangre. Su padre se pasaba todo el día en el bar, de sol<br />

a sol, así que tuvo que enseñarle su madre. Me habla del posgrado y de que se pasaba<br />

el día leyendo. Nunca ha sido muy sociable y, con el transcurso de los años, su padre<br />

empezó a beber más y más y sus padres se peleaban de continuo. Me cuenta que a los<br />

dieciséis años lo expulsaron del instituto porque se pegaba con los demás y su madre<br />

suplicó para que lo readmitieran. Empezó con los tatuajes a los dieciséis, se los hacía<br />

un amigo en el sótano de su casa. Lo primero que se tatuó fue una estrella, y en<br />

cuanto estuvo terminada supo que quería muchos más. Me cuenta que no hay ninguna<br />

razón en concreto para que no se haya tatuado la espalda, sólo es que aún no se ha<br />

puesto a ello. Odia los pájaros a pesar de que lleva dos tatuados en la clavícula, y le<br />

encantan los coches clásicos. El mejor día de su vida fue el día en que aprendió a<br />

conducir y, el peor, el día en que sus padres se divorciaron. Su padre dejó de beber<br />

cuando él tenía catorce años, y desde entonces ha estado intentando compensar los<br />

horrores del pasado, pero Hardin no quiere saber nada.<br />

Estoy mareada de tanta información, y siento que por fin empiezo a entenderlo.<br />

Aún quedan muchas cosas que me gustaría saber de él, pero se queda dormido<br />

hablándome de una casita de juguete que su madre, una amiga y él construyeron con<br />

cajas de cartón cuando tenía ocho años. Cuando duerme parece mucho más joven<br />

ahora que sé cómo fue su infancia. Por lo visto fue muy feliz hasta que el alcoholismo<br />

de su padre lo envenenó todo y nació el Hardin enfadado con el mundo. Le doy al<br />

rebelde orgulloso un beso en la mejilla antes de acurrucarme y cerrar los ojos.<br />

No quiero despertarlo, así que sólo me echo el edredón por encima.<br />

Esa noche sueño con un niño de pelo rizado que se cae de la bici.<br />

—¡No!<br />

Me sobresalto al oír la voz atormentada de Hardin. Lo busco y me lo encuentro<br />

retorciéndose en el suelo. Me levanto de un brinco y corro a su lado. Lo cojo por los<br />

hombros con cuidado para intentar despertarlo. La última vez me costó mucho, así<br />

que me agacho y lo rodeo con los brazos cuando intenta apartarse de mí. Un balbuceo<br />

se escapa de sus labios perfectos y abre los ojos.<br />

—Tess —dice con un grito ahogado.<br />

Me abraza. Está jadeante, sudoroso. Debería preguntarle por sus pesadillas, pero<br />

tampoco quiero pasarme. Me ha contado mucho más de lo que esperaba.<br />

www.lectulandia.com - Página 239

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