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After - Anna Todd

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—Ya te he oído la primera vez. —Se pasa la mano por el pelo alborotado,<br />

claramente contrariado.<br />

¿Qué más le da que estemos en su habitación? Un momento…<br />

—¿Perteneces a esta fraternidad? —le pregunto, incapaz de ocultar el tono de<br />

sorpresa de mi voz.<br />

Hardin no tiene para nada el aspecto que imaginaba que tendría un miembro de<br />

una fraternidad.<br />

—Sí, ¿por? —replica, y se acerca otro paso. El espacio que nos separa es ahora de<br />

medio metro y, cuando intento alejarme de él, mi espalda golpea la biblioteca—.<br />

¿Tanto te sorprende, Theresa?<br />

—Deja de llamarme Theresa.<br />

Me tiene acorralada.<br />

—Es tu nombre, ¿no? —Sonríe con malicia, de repente de mejor humor.<br />

Suspiro y me doy la vuelta, con lo que quedo de cara al muro de libros. No sé<br />

muy bien para qué, pero necesitaba apartarlo de mi vista para no darle una bofetada.<br />

O para no echarme a llorar. Ha sido un día muy largo, así que probablemente acabaría<br />

llorando antes de abofetearlo. Y menudo ridículo haría entonces.<br />

Me vuelvo otra vez y paso por su lado.<br />

—No puede quedarse aquí —dice.<br />

Cuando me doy la vuelta, veo que tiene el pequeño aro que atraviesa su labio<br />

inferior entre los dientes. ¿Qué lo llevó a perforarse el labio y la ceja? Eso debió de<br />

doler…, aunque el pequeño metal destaca lo carnosos que son sus labios.<br />

—¿Por qué no? Creía que erais amigos.<br />

—Y lo somos —dice—, pero nadie se queda en mi habitación.<br />

Cruza los brazos sobre el pecho y, por primera vez desde que lo conozco, distingo<br />

la forma de uno de sus tatuajes. Es una flor, estampada en medio de su antebrazo.<br />

¿Hardin con un tatuaje de una flor? El diseño en negro y gris parece una rosa desde la<br />

distancia, pero hay algo que rodea la flor que le arrebata la belleza e infunde<br />

oscuridad a la delicada forma.<br />

Envalentonada y cabreada a la vez, suelto una carcajada.<br />

—Ah…, ya veo. ¿De modo que sólo las chicas que se lo montan contigo pueden<br />

entrar en tu cuarto?<br />

Conforme las palabras salen de mi boca, su sonrisa se va intensificando.<br />

—Ése no era mi cuarto. Pero si lo que intentas decir es que quieres montártelo<br />

conmigo, lo siento, no eres mi tipo —replica.<br />

No sé muy bien por qué, pero sus palabras hieren mis sentimientos. Hardin no es<br />

en absoluto mi tipo, pero yo jamás le diría algo así.<br />

—Eres un… eres un… —No encuentro las palabras para expresar mi enfado. La<br />

música que atraviesa las paredes me agobia. Me siento avergonzada, cabreada y<br />

cansada de la fiesta. Discutir con él no merece la pena—. En fin…, pues llévala tú a<br />

otro cuarto. Ya me las apañaré para volver a la residencia —digo, y me dirijo a la<br />

www.lectulandia.com - Página 30

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