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After - Anna Todd

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CAPÍTULO 85<br />

En lo que parece un intento desesperado por estar aún más pegados mientras nos<br />

besamos, Hardin me coge con una mano por la nuca. Siento cómo toda su ira y su<br />

frustración se transforman en deseo y en cariño. Su boca está hambrienta y sus besos<br />

son húmedos mientras camina hacia atrás sin separar nuestras bocas. Me lleva a<br />

donde quiere con una mano en la cadera y la otra en mi nuca, pero tropiezo con sus<br />

pies y trastabillo justo cuando sus piernas llegan al borde de la cama y ambos caemos<br />

sobre ella. Intento arrebatarle el control, me encaramo a su torso y me quito la<br />

sudadera y la camiseta de tirantes al mismo tiempo y me quedo en sujetador de<br />

encaje. Se le dilatan las pupilas e intenta bajarme para que lo bese, pero tengo otros<br />

planes.<br />

Me llevo las manos a la espalda y con dedos atolondrados me desabrocho los<br />

corchetes del sujetador antes de bajarme los tirantes por los hombros y dejarlo caer en<br />

la cama, detrás de mí. Hardin tiene las manos calientes y cubre con ellas mis pechos y<br />

los masajea sin miramientos. Lo cojo de las muñecas, le aparto las manos y meneo la<br />

cabeza. Él ladea la suya confuso. Entonces desciendo por su cuerpo y le desabrocho<br />

los pantalones. Me ayuda a que se los baje hasta la rodilla, junto con el bóxer. De<br />

inmediato mis dedos se cierran sobre su pene. Traga saliva y cuando lo miro<br />

compruebo que tiene los ojos cerrados. Empiezo a acariciarlo a lo largo muy despacio<br />

y, con mucho valor, me lo meto en la boca. Intento recordar las instrucciones que me<br />

dio la última vez y repetir las cosas que me dijo que le gustaron.<br />

—Joder…, Tessa —jadea al tiempo que hunde las manos en mi pelo. Nunca había<br />

estado callado tanto tiempo durante ninguna de nuestras sesiones de sexo y, para mi<br />

asombro, echo de menos que me diga guarradas.<br />

Me recoloco sin dejar de chupárselo y acabo entre sus rodillas.<br />

Se incorpora y me observa.<br />

—No sabes lo sexi que estás así, con mi polla en esa boca de sabelotodo que<br />

tienes —dice, y me agarra del pelo con más fuerza.<br />

Siento cómo aumenta la temperatura entre mis piernas y empiezo a chupar más<br />

deprisa. Quiero oírlo gemir mi nombre. Trazo círculos con la lengua en la punta y<br />

levanta las caderas para metérmelo hasta la garganta. Empiezan a llorarme los ojos y<br />

me cuesta respirar, pero oírlo pronunciar mi nombre una y otra vez hace que no sea<br />

tan terrible. Al cabo de pocos segundos, suelta mi pelo y me coge la cara para que<br />

deje de moverme. El aroma metálico de sus nudillos ensangrentados me inunda la<br />

nariz, pero no hago caso de mi instinto y no me aparto.<br />

www.lectulandia.com - Página 376

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