VE-43 JUNIO 2018
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Lo duro empezó hace unos cinco años. Mamá decidió que tenía<br />
una enfermedad grave e incurable y que se iba a morir de un día para<br />
otro. La llevamos al centro de salud. Como no le encontraron nada, la<br />
mandaron a La Paz. Allí tampoco hallaron el origen de sus males.<br />
Llegaron a la conclusión de que era cosa psicológica. Una mujer<br />
mayor que reclamaba cariño, eso dijeron. ¡Y un cuerno! Después vino<br />
lo de que las piernas ya no la sostenían. Aún vivía en su casa y —¡en<br />
mala hora!— decidimos traérnosla a la nuestra.<br />
Durante unos días pareció feliz. Incluso daba unos pasitos.<br />
Jugaba con Juanito a la brisca y al chinchón, veía culebrones en la<br />
tele y no protestaba por lo que le ponía para comer.<br />
Yo estaba segura de que podía andar sin problemas, pero salía<br />
con aquello de que Para lo poco que voy a durar o No os hacéis idea<br />
de lo mal que me encuentro. Y empezó a utilizar una frase terrible:<br />
Antes de morirme me gustaría. Al principio fueron pequeños<br />
caprichos. Durante un tiempo quiso que la lleváramos a merendar a<br />
La Mallorquina, en la Puerta del Sol. Le recordaba su niñez, decía.<br />
Vivimos en Torrejón y los atascos son habituales en la M-40. El<br />
viajecito nos suponía, con suerte, una hora de ida y otra de vuelta,<br />
más la odisea de aparcar el coche en el centro de Madrid. Toda la<br />
tarde perdida para que mamá se tomara un café descafeinado con una<br />
ensaimada.<br />
Después vino lo de ir al aeropuerto para ver despegar y aterrizar<br />
aviones, o a las estaciones de Atocha y Chamartín para disfrutar de la<br />
visión de los trenes. Todo cargando con la silla de ruedas en el<br />
maletero del coche. En casa la había sorprendido alguna vez en la<br />
cocina adonde había llegado por su propio pie. De día comía poco,<br />
decía que no le entraba, pero de noche saqueaba la nevera. Yo le<br />
advertía: Mamá, que te va a sentar mal. Y ella: Cómo eres, hija, total<br />
para dos días que voy a vivir.<br />
Ante nuestra buena disposición, se envalentonó. Nos comunicó<br />
que quería viajar, que deseaba conocer unos cuantos lugares antes de<br />
morir. Intentamos hacerla entrar en razón: Mamá, en tu estado sería<br />
44