Ponce, Genio de México vida y época

TV; y es que entonces el nivel cultural de los habitantes del
país se mantenía en grado más elevado, la gente era respetuosa,
reflexiva. Las actividades artístico-intelectuales proporcionalmente
eran más numerosas; las clases cultivadas,
lo mismo que las populares, reconocían el verdadero valer
de sus artistas y les rendían devotos homenajes. La música,
poesía, pintura, escultura, literatura, filosofía, etc. tenían eco
propicio en el espíritu del público finisecular, que paladeaba
con fruición dichas creaciones.
Al iniciarse la Revolución, 75% de la población era
analfabeta; pero no hace falta saber leer y escribir para tener
sensibilidad artística y apreciar la buena música folclórica, popular
o clásica, nuestros indígenas la tenían sin haber asistido
a las aulas, con eso se nace. Es bien sabido que parte de la
Conquista de México y la posterior conversión al catolicismo
se logró gracias a la música de las iglesias. Los misioneros se
dieron cuenta inmediatamente, ya que el novedoso sonido
del órgano y los espléndidos coros franciscanos materialmente
fascinaron a los habitantes del Nuevo Mundo, quienes se
arremolinaban fuera de los templos para oír. El poder receptivo
de los indígenas era maravilloso y como jamás habían
escuchado algo semejante lo consideraban música divina…
Y no estaban tan equivocados. En 1919 el ilustre pianista J.
Hoffman afirmaba: “Pero la educación musical no siempre
va de acuerdo con el entusiasmo del público. Hace algún
tiempo que yo toqué una serie de conciertos en México y,
aun cuando la generalidad de los concurrentes no poseía
una cultura musical, el público mexicano respondía en forma
tan calurosa a mi labor artística, que era un verdadero placer
tocar para él. Algunas veces la sabiduría mata el entusiasmo.
No basta conocer la música, es necesario sentirla”… (En esa
ocasión, los dilettanti mexicanos lo pasearon en hombros).
“Los Jóvenes Leones”.- Lo que sucedió después de la Revolución
fue que los nuevos políticos, artistas, periodistas y críticos
de arte intentaron romper con el pasado porfirista. De
ese modo, podemos decir que el Siglo XIX mexicano terminó
durante los festejos del centenario, en 1910, siendo enterrado
con todos sus protagonistas borrando un pasado pletórico
de cultura, arte y humanismo; a causa de ello, legiones
de escritores, poetas, pintores, músicos, escultores, filósofos,
etc. fueron lanzados al olvido con todas sus creaciones. Sólo
se salvaron los iniciadores del nacionalismo artístico: Manuel
M. Ponce, en la música; Ramón López Velarde, en la poesía;
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