Ponce, Genio de México vida y época

mismas piedras; sus disertaciones a la grandeza del músico
galo cimbraron a los presentes, quienes pasaban de un enternecimiento
conmovedor a la más agitada exaltación patriótica.
El homenaje transcurrió entre aclamaciones, estando
la parte musical formada exclusivamente por obras del
compositor impresionista; ese día Ponce y la OSN estrenaron
en México los Nocturnos: a) “Nubes”; y, b) “Fiestas”.
Al día siguiente la prensa dio a conocer el éxito del
evento, anunciando también el programa que iniciaba la
Temporada Independiente de la Orquesta Sinfónica Nacional,
en la Escuela Nacional Preparatoria: se ofrecerían dos
conciertos mensuales a partir del domingo 11 de agosto.
Clema.- Antes de iniciar la nueva temporada de conciertos,
Ponce participó en un evento organizado por el cuerpo de
Catedráticos de la Facultad de Altos Estudios de la Universidad
Nacional de México, acto presidido por el Lic. José N.
Macías, Rector de la Institución; participando también la violinista
Asunción Sauri de Rubio, a quien Ponce introducía sutilmente
en el medio artístico, y el pianista Carlos del Castillo.
Ese día resultó inolvidable para el matrimonio Ponce-Maurel,
pues contempló la presentación en público de la cantante
Clementine Maurel de Ponce, quien interpretó la romanza
“Toi” (Tú) de su fiel compañero que, lógicamente, la acompañó
al piano. La grácil presencia de la cantante, tanto como
su calidad interpretativa con agradable voz de mezzosoprano,
conquistaron el favor de los presentes, y mereciendo la
gloria de un “Bis” cantó “Estrellita”. Ponce era harto conocido
de todos, pero cuando corrió el rumor de que la cantante
era su esposa, el público les ofreció una demostración jubilosa
de aplausos, pues habían sido testigos del nacimiento de
una nueva pareja artística ya que en adelante lo harían en
plan profesional.
Ponce y Clema se casaron el 3 de septiembre de
1917, fecha que inició una larga carrera de trabajo fecundo
en pareja; el compositor laboraba sin descanso mientras su
cónyuge lo auxiliaba en todo momento, animándolo siempre
para seguir adelante. El matrimonio los unió para toda
la vida y aunque no tuvieron descendencia vivieron felices
prendados uno del otro. Clema era mujer de porte distinguido
por naturaleza, y destacaba en nuestro medio por una
singular belleza de tez blanca como el mármol y ojos negros
como la noche. Hecho que la llevó a ganar un concurso de
belleza convocado por “El Universal”, en 1917, según cons-
38