Ponce, Genio de México vida y época

es eran los músicos jóvenes más brillantes y revolucionarios
de su época: Felipe Villanueva, Ricardo Castro, Gustavo E.
Campa, Juan Hernández Acevedo y Carlos J. Meneses. Desafortunadamente
el noble esfuerzo fracasó por varios motivos,
financieros principalmente, pero el espíritu progresista inicial
prevaleció y en 1902 Limantour utilizará toda su influencia
para crear el primer conjunto sinfónico nacional subvencionado
por el Estado; mismo que operará hasta 1912 bajo la
dirección de Carlos J. Meneses. Más adelante, en 1909 surgirá
otro buen grupo sinfónico: La “Orquesta Beethoven”, dirigida
por Julián Carrillo, cuya vida activa llegará hasta 1914. Dos
años más tarde aparecerá la “Orquesta Sinfónica Nacional”
(OSN), creada el 9 de agosto de 1916, por Decreto Presidencial
de Venustiano Carranza.
En su libro sobre el folclore y la música mexicana,
Rubén M. Campos, que vivió entre los siglos XIX y XX, afirma:
“Los espectáculos musicales en todas sus expresiones
y modalidades han sido parte intrínseca de los mexicanos,
felizmente dotados de un alma musical”. Añadiendo: “Este
es el resultado de la legión de ejecutantes que el Estado ha
enviado a educarse musicalmente en Europa, y que la reciente
revolución sacó de quicio, como a la mayoría de los
mexicanos, llevándolos de oriente a poniente y de norte a
sur, por todas nuestras ciudades cultas, y a casi todos a la Capital
de la República, donde han oído ejecutar la más bella
música de todas las épocas y de todas las escuelas, desde
los primitivos maestros italianos y los clásicos y los románticos,
hasta los modernistas franceses, españoles y eslavos. Pues en
México, ciudad musical por excelencia, lo mismo se toca —
bien tocado—a Bach, Haendel, Haydn, Mozart, Beethoven,
Mendelssohn, que a Schubert, Schuman, Chopin, Liszt, Berlioz,
Wagner, o que a César Franck, Saint-Saens, Dvorack, Sibelius,
Rimsky-Korsakov, Albéniz, Strauss, o Debussy.
La alta música lírica y sinfónica ha sido escuchada
toda: La literatura del piano y de la música de cámara tiene
en nuestra ciudad fervientes apóstoles y exquisitos virtuosos,
y ellos han llevado nuestra cultura musical a un alto rango, y
podemos enorgullecernos, gracias a nuestros solistas, a nuestros
cuartetos y quintetos, y a la Orquesta Sinfónica Nacional,
de que, cuando menos como auditores, hemos alcanzado
una amplia y noble educación musical”(1)… —Opiniones expresadas
antes que aparecieran Carlos Chávez y su Orquesta
Sinfónica de México—.
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