Ponce, Genio de México vida y época

la cantaron sin haberse puesto de acuerdo, unos en francés
(“Allons Enfants de la Patrie…”), otros en español (Vayamos
hijos de la patria que el día glorioso ya llegó). Pero, debido a
que al terminar el canto marcial puede repetirse inmediatamente
la segunda parte: “¡Ciudadanos a luchar, formar un
batallón; marchar, marchar!, etc.; el público, entusiasmado,
repitió una y otra vez la estrofa. Ponce, contagiado por las
aclamaciones, acabó dirigiendo con una mano la orquesta
y con la otra al público que seguía fielmente la orden para
entrar a tiempo. El director mexicano terminó con los brazos
en alto formando la “V” de la victoria hasta cesar la última
ovación.
Ponce, que había tomado parte en todos los números
del programa: como director, solista y acompañante,
se convirtió en el alma de la función alcanzando un triunfo
esplendoroso que se comentó ampliamente en los círculos
culturales…. y oficiales de la capital. Consecuentemente,
su imagen crecía y la sombra que proyectaba también. El
compositor de “Estrellita” jamás rechazó participar en alguna
función benéfica y frecuentemente su entusiasmo rebasaba
a los mismos organizadores, aportando de su propio peculio
lo necesario; por ende, ninguno de sus colegas se negaba
a colaborar con él. “Bajo aquella cabeza, prematuramente
encanecida, bulle el pensamiento siempre juvenil, alerta,
lleno de frescura e ingenuidad; y, más abajo y no lejos del
cerebro, al que gobierna, un corazón abierto a todas las sensibilidades,
a todo lo noble y sano, a la benevolencia, a la
indulgencia y al altruismo. Por eso, no es de extrañarse que
Ponce sea tan admirado como querido” —apuntaba Rubén
M. Campos sobre Manuel M. Ponce, en la revista “Cultura”.
La Dimensión Humana.- Pudo haber sido coincidencia, pero
el pago a los músicos de la orquesta se retrasó; no era la primera
vez por lo que a nadie extrañó. Pocos días después,
durante el mes de junio, un rumor inquietó al mundo cultural:
el gobierno retira el presupuesto al Departamento de Bellas
Artes, porque los señores diputados carrancistas lo consideraban
oneroso… infausto rumor que de confirmarse terminaría
de golpe con la Orquesta Sinfónica Nacional que dirigía
Manuel M. Ponce; y no tardó mucho tiempo en conocerse la
verdad, afectando únicamente a la orquesta, pues la dejaba
sin soporte económico. Aunque, “Como muestra del interés
del gobierno por las causas culturales del país, etc. etc.” le
permitían conservar tanto el local de la oficina como las par-
34