Entrelíneas 108

OPINIÓN
EL
columnas de opinión
NOSOTRAS TAMBIÉN EXISTIMOS
Por Renata Jara M.
FALTO CEREBRO, PINKY
Por Carla Valdebenito V.
Comenzó como crimen pasional, las críticas y comentarios
apuntaron a la ropa, la hora, el lugar y los tragos. En los matinales
se discutían temas personales y familiares, mientras repetían el
pésame después de los detalles. Pocos preguntaron por el asesino,
tampoco cuestionaron los castigos, al parecer es más importante la
muerta que lo acontecido.
En México advierten que en el primer cuatrimestre del
presente año han muerto mil 199 mujeres por violencia patriarcal,
según lo registrado por el Secretariado Ejecutivo del gobierno
mexicano, además se informó que el Observatorio Ciudadano
Nacional del Feminicidio investigó que siete mexicanas al día son
asesinadas.
Las cifras son aterradoras y la población ha demostrado
su preocupación, son miles quienes se movilizan, sin embargo, la
opresión hacia el género femenino continúa. La violencia contra las
mujeres y las niñas es transversal, no discrimina por estrato social,
por vestimenta, procedencia o edad y es patriarcal.
Temas como la cultura de la violación, acoso callejero,
discriminación por género y patriarcado, deben ser las preocupaciones
con mayor urgencia ha trabajar por parte de las autoridades
y gobiernos, no obstante, siguen sin pronunciarse. La ciudadanía
y con mayor razón las mujeres, necesitan resguardo ante este fenómeno
cultural, político y social que continúa palpitante en las
sociedades desde hace siglos.
Sin embargo, la historia no nos identifica a las mujeres,
los libros científicos no tienen referentes femeninas, a las grandes
investigadoras se las oculta y las madres aún deben nombrarse por
su quehacer sobre su identidad. La desigualdad se vive en todas las
áreas donde se habita y aún silencian los ruidos de estas cadenas. La
muerte golpea y nadie atiende esa puerta.
Mientras postean no más violencia machista y celebran el
día de la madre, la maternidad es considerada como un deber por
biología, los quehaceres del hogar son trabajo no pago, la educación
es sexista y los cargos más altos son, por preferencia, masculinos;
al final del día, mientras el hombre desea descansar por su ardua
jornada laboral, las mujeres hicieron todo y más ¿el problema? es
que seguimos siendo la subcategoría para la humanidad, el varón
incompleto, un ser sin reconocimiento.
Ocho años de suspensión recibió Juan Carlos “Pinky”
Sáez tras ser acusado de no cooperar con la Unidad de Integridad
del Tenis. El estamento que investiga los posibles casos de corrupción
al interior del circuito, castigó a nuestro compatriota luego de
que se negara a entregar su teléfono móvil a las indagatorias, que
buscaban esclarecer su participación en encuentros donde se produjeron
apuestas.
No son pocos los jugadores que ven en el arreglo de partidos
una forma de obtener mayores réditos económicos, escasos
cuando los resultados y la posición en el ranking no son de lo mejor.
Ciertamente este es un deporte costoso. Si no cuentas con buenos
patrocinadores, ni participas de los principales torneos de la ATP, lo
más común es que no puedas hacer de esta actividad algo rentable.
Es así como de pronto, dejarte perder unos cuantos games, o ganar
una cantidad específica de turnos de saque se vuelve tentador.
Está claro que en su etapa profesional, Sáez no fue el más
brillante embajador del tenis chileno. Su carrera fue breve, anunció
su retiro con 28 años y su palmarés no ostenta grandes títulos como
los conseguidos por ilustres como Marcelo Ríos, Nicolás Massú o
Fernando González.
Hasta hace poco su nombre era mayoritariamente desconocido
por la opinión pública y los medios de comunicación, tanto
así que al momento de publicar una nota acerca de la sanción que
recibió, un portal confundió su fotografía con la de Alejandro Tabilo,
otro jugador nacional.
El castigo impuesto a “Pinky” es una muestra clara de dos
cosas. En primer lugar, de la importancia de mejorar la distribución
de premios que se entregan en los torneos, y evitar que la corrupción
se tome las canchas de todo el mundo, y por último, que quién
se atreva a manchar el deporte blanco será condenado.
Mujeres en manifestación feminista 8 de marzo.
Gentileza de Amapola Azul
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