EL ENTREVISTA “Por fin van a construir nuestra casa… Fue un proceso largo de casi 10 años pero finalmente está la autorización. A estas alturas, parecía un sueño casi imposible de cumplir, pero se volvió realidad. Al fin es algo concreto” Gloria Gonzáles, Fotografía: Camila Toloza. 18
ENTREVISTA Desde los escombros surgen historias A casi 10 años del terremoto y a pesar de que el Gobierno prometió una reconstrucción total de las viviendas, Gloria y su familia siguen viviendo en una mediagua. No obstante, gracias a su fuerza, optimismo y el apoyo incondicional de sus seres queridos, enfrenta la vida con una sonrisa y con la fe de volver a tener una casa propia. Por Camila Toloza y Constanza Torres. G loria González Fernández tiene 64 años y durante toda su vida ha vivido en la comuna de Lota. Proviene de una gran familia, siendo la tercera de seis hermanos -Hilda, Juan, Miriam, Marie y Marco- además de ser una divertida madre y abuela. Sus hijos son Ricardo, Felipe, Nicole y Rodrigo, respecto a su núcleo familiar comentó: “Todos ya me han dado nietos. Son cinco en total, tres mujeres y dos hombres. A mi siempre me han encantado los bebés, así que cuando me contaron que iba a ser abuela fue una alegría inmensa y así en cada embarazo. A veces se dice que muchos papás al principio no los apoyan, pero ese no fue mi caso”. Actualmente, Gloria vive con su cónyuge y su hijo menor. El más grande de sus guaguas, como ella les dice de cariño, tiene su casa en San Pedro de la Paz y los otros dos residen en la región Metropolitana. Su formación educacional la realizó en Lota, en la enseñanza básica estudió en el colegio Niño Jesús, el cual era dirigido por monjas. Luego formó parte del liceo A-45 Carlos Cousiño Goyenechea, popularmente conocido en la comuna como “liceo acuático” debido a las distintas situaciones de inundaciones en las que se veía involucrado. Respecto a su adolescencia, Gloria reconoce haber sido siempre muy inquieta. “Yo era desordenada en todos lados y hablaba mucho también. Recuerdo que cuando pasaba un niño encachado yo empujaba a mis amigas y a ellas aún les causa mucha gracia. Eran cosas de cabras chicas, contó. Entre las cosas que comenta sobre su juventud, señala que: “Empecé a fumar a los 16 años y era muy garabatera. Siempre fuí muy distinta a mis hermanas, algo me distingue de ellas es que desde chica fui muy aperrada. Mi hermana Miriam, por ejemplo, era más fifí pero yo no, si había que entrar sacos de carbón lo hacía no más”. También me considero un persona muy fuerte emocionalmente. Por más que las cosas me puedan afectar yo actúo porque después de todo, ¿de qué sirve quedarse llorando? El aspecto físico es otras de las cosas que reconoce como una diferencia, un tema que tratan en forma de broma. “Mi hermana Miriam siempre me molestaba y me decía que yo era hija del carbonero, debido a mi color de piel”, recordó entre risas. UNA VIDA SIENDO SCOUT “Yo soy scout desde los diez años. Comencé a ir porque las monjas formaron un grupo del colegio”, contó. No obstante, la actividad de Gloria en este movimiento fue intermitente, debido a que participó durante distintos periodos de su vida. “Estuve cuando chica en el grupo de la escuela, después me retiré y empecé a participar del grupo Empeesa de Lota, cuando me casé. Después hubo un tiempo en el que estuve afuera y volví apoyando como apoderada cuando mis dos hijos mayores se inscribieron de niños, hasta que las jefas me convencieron de que me integrara pero duró poco”. Otra de las instancias en que decidió volver a formar parte de ese equipo fue nuevamente debido a sus hijos, en esa ocasión los dos menores. Un factor en común pero que se diferenció porque en esa oportunidad llegó a ser una de las jefas del grupo Empeesa hasta el año 2010. Entre las situaciones más relevantes de su paso por esa institución se refirió con cariño al amor incondicional que siempre recibió de todos los niños y niñas, incluso de otros grupos de la comuna, así como también el hecho de que sus cuatro hijos han sido parte de algún grupo scout lotino. En cuanto al aprecio transmitido por los menores que participaban comentó: “Yo creo que siempre he tenido una forma de ser distinta, por eso todos los chiquillos me querían, porque yo los trataba con ternura, con respeto y les conversaba las cosas, siempre los escuchaba. Me tomaba el tiempo de intentar conocer a cada uno, me daban su amor, algo que de cierta forma igual me trajo algunos problemas con las demás jefas de grupo, quizás eran celos porque los niños no eran igual con ellas”. 19