Entrelíneas 114

Gloria compartió dos de sus mayores recuerdos
vividos en ese periodo de su vida, destacando el
jamboree del año 98 realizado en Picarquín, en la
región de O’Higgins y la visita a Lota de un grupo
scout proveniente de Holanda, el mismo año.
“Para mi lo mejor fue el jamboree, es una especie
de reunión, un campamento gigante, que dura ocho
días y vienen agrupaciones de distintos países, solo
de Lota y Coronel fuimos siete grupos, pero allá estaba
gente de todo Chile, de Argentina, Paraguay y
Brasil; por lo que leí hace poco en Internet, éramos
alrededor de 30 mil personas. Fue una actividad muy
bonita uno veía a tantos jóvenes y no escuchaba ningún
garabato, nadie tomando ni fumando. Además
era impactante ver tantas construcciones que se hacían
solo con palos y cordeles”, recordó.
Durante la semana que Gloria vivió junto a cientos
de personas unidas por un mismo movimiento
e ideología, destacó una jornada en la que fueron
de visita al Zoológico Nacional de Chile, el cual fue
cerrado exclusivamente para la visita de los scouts
del país y del extranjero. Otro hecho favorable fue
la seguridad y la organización, debido a que contaban
todo el tiempo con presencia de bomberos,
carabineros y ambulancias, incluso helicópteros que
cuidaban el sector.
Para ella siempre fue una prioridad y una responsabilidad
que no podía dejar de lado, lo cual muchas
veces generó discusiones con su pareja. “Me alegaba
porque independiente de si teníamos un cumpleaños
o cualquier junta familiar, yo siempre iba primero
a los paseos o reuniones, porque era algo en lo que
yo estaba comprometida y no podía dejar solas a las
niñas de mi grupo”. Durante tres etapas de su vida
perteneció a la agrupación pero su participación terminó
en 2010. “Me retiré de los scouts después del
terremoto, porque me daba mucho miedo. Pensaba
que si salíamos a campamentos yo no iba a poder
controlar mi llanto o los nervios y así no podía cuidar
de los demás”, confesó. Posterior al 27 de febrero,
dejó para siempre la agrupación que durante tantos
ENTREVISTA
años la acompañó. De todas formas, la recuerda con
mucho cariño y alegría, siempre agradecida por lo
que aprendió y pudo enseñar. Un desastre natural
cambió en muchos aspectos la rutina de Gloria y generó
algunos problemas que se mantienen hasta el
día de hoy.
LOS ESTRAGOS DEL TERREMOTO
La madruga de fines de febrero marcaron una
situación trágica para la entrevistada y su familia
por los daños irreparables de su hogar. Ese día del
terremoto, Gloria se encontraba pintando su casa
y recuerda que se acostó a altas horas de la noche.
Estaba sola con su pareja porque su hijo Rodrigo,
estaba disfrutando del show de la semana lotina,
que se realiza en la plaza. “Cuando comenzó a
temblar, en ningún momento se me ocurrió que
podría ser un terremoto. Recuerdo haber pensado
que era el fin del mundo, porque el movimiento
era interminable. Intenté salir de mi cama, quise
bajarme y nos dimos cuenta de que había un hoyo,
el piso ya no estaba. No sé cómo logramos salir”.
A la mañana siguiente, con un poco más de luz
pudo apreciar los daños estructurales de su vivienda.
“Cuando entramos a ver nuestra casa o lo que
quedaba de ella, nos dimos cuenta de que todas
las cosas estaban en el suelo. Eso fue muy impactante
para mí. Decidimos sacar la cocina y en eso
se cayó la pared del baño”, recordó.
Una de las experiencias más difíciles que le tocó
vivir durante la tragedia natural, se relaciona con
la actitud que muchas personas tomaron en esa situación
de caos. “Una de las noches se corrió el rumor
de que estaban saqueando las casas, así que
todas las mujeres nos fuímos a quedar donde mis
papás, porque ahí no pasó nada, sólo se quebró
una copa. Recuerdo que estábamos asustadas por
los balazos y el hecho de estar sin luz más pánico
causó. En un momento alguien me dijo que habían
entrado a mi hogar desde el cerro pero a mi no
me importó, el temor era tal que les dije que se
Divertida y sonriente, así es como su familia describe a Gloria.
Fotografía: Camila Toloza.
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