Revista de Comunidades Educativas 128
Revista de las Comunidades Educativas De La Salle
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Comunidades educativas Escuela en Pastoral
co en la mirada se llama conversión, pues dejando
de mirar obsesivamente las frustraciones o el ego
enfermizo derivado de una insatisfacción permanente,
se colocan los sentidos frente a Aquel quien,
levantado hacia lo alto, atrae las miradas hacia
sí mismo (cfr. Jn 12,32). El crucificado provoca un
impacto de amor que se interioriza, permitiendo
una recapitulación de la propia historia, de manera
tal, que comienza un itinerario de sanación
que permite una reconstrucción del ser. En efecto,
este itinerario de reflexión que provoca una reconciliación
consigo mismo, al comprender y aceptar
que la propia vida es querida y amada por un Dios
entregado y totalmente humano, es llamado penitencia
que se realiza mediante tres prácticas fundamentales:
ayuno, oración y limosna. El ayuno es
la privación de todo aquello que pudiera impedir la
libertad para la reconciliación consigo mismo (reconquista
de la dignidad del ser-humano) y seguir
manteniendo la mirada hacia el crucificado que, en
la medida que se profundiza, surgen nuevos relatos
sobre la propia percepción de la vida, donde la
misericordia, la compasión, la liberación, son hilos
conductores que van gestando algo nuevo en cada
persona. La oración es un acto de contemplación
al crucificado; define la relación entre Cristo y el
hombre, derivando en un intercambio permanente,
una reciprocidad perenne cuyo efecto es un testimonio
de ser amado y ser amante. Y la limosna es
el júbilo de concebirse como amado al infinito, es
un estallido de amor que se comparte con los demás,
en especial con el indigente y miserable que
se mantienen en una sintonía de desesperanza e
insatisfacción permanente. El itinerario penitencial
se debe entender como una triada cíclica, es decir,
como un camino permanente de la vida cristiana,
donde ayuno-oración-limosna son expresiones simultáneas
cuyo dinamismo conduce a mujeres y
hombres a la conquista de su Pascua: hombres y
mujeres nuevos, a semejanza de Cristo Resucitado.
Concluyendo, el pensamiento ha pretendido definir
el significado de la vida humana a partir de
la verdad en su ser e identidad. Sin embargo, en
medio de los dilemas humanos, Dios nos ha revelado
la verdad sobre el hombre por medio de
la Pascua: Dios hecho hombre, toma la condición
de siervo y en su total humillación en la cruz, nos
comunica la totalidad de su amor que nos ilustra
nuestra vocación. Esta es la perfecta filosofía y
solo bastan cuarenta días para entender.
Referencias bibliográficas.
Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona:
Herder.
Santillana, A. (2011). Del mundo de la vida al
sistema: el poder integrador del poder. Andamios;
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www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632011000200011
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