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Atención Salseros, Atención Bongoseros: Llegó el Bembé. Música ...

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Valverde), tejiendo las geografías de los sitios más importantes para la –rumba-<br />

de aqu<strong>el</strong>la época. La nov<strong>el</strong>a nos ilustra un periodo de transición (ejemplificado en<br />

<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato musical) de una Cali de ambiente aparentemente rural en sus barrios, en<br />

donde los hijos de los –obreros- comienzan a desafiar las costumbres “musicales”<br />

de la generación de sus padres e irrumpen en <strong>el</strong> –frenesí- de una música distinta.<br />

La transición entre un género musical y otro va acompañada en la historia de<br />

alusiones nostálgicas a un pasado –romántico, que tiene como protagonistas a<br />

N<strong>el</strong>son Pinedo, La Sonora Matancera, Rolando La Serie o Ledesma, íconos<br />

populares d<strong>el</strong> bolero y <strong>el</strong> son cubano.<br />

“¡A bailar pachanga! (…) Comenzaba a bajar <strong>el</strong> sol y los adolescentes danzaban<br />

al ritmo de esa nueva música que los enloquecía, sonaban las caderas y los<br />

gestos, era la charanga pachanga, y <strong>el</strong> “gozá p<strong>el</strong>ado” aparecía en lo inesperado<br />

d<strong>el</strong> ritmo. Cuando queremos demostrar nuestras habilidades no nos importa la<br />

pareja, nos soltamos y tiramos paso d<strong>el</strong> bueno, sacamos todo lo que sabemos,<br />

con <strong>el</strong> estilo, con locura.”<br />

El descontrol y <strong>el</strong> frenesí que Valverde le otorga a la llegada de los ritmos salseros<br />

a la ciudad, corresponde <strong>el</strong> estigma social que esta representa entre una<br />

generación y otra. El proceso de mutación d<strong>el</strong> que nos habla a lo largo de sus<br />

cuentos, desemboca en una discriminación tajante de un ritmo –loco-, cuyos<br />

movimientos son directamente asociados con <strong>el</strong> –sabor- y con una sexualidad<br />

incorrectamente explícita. Sobre la discriminación de las tertulias de pachangacharanga,<br />

Valverde narra hacia <strong>el</strong> final de Bomba Camará:<br />

“- ¿Habrás oído de esos bailes que hacen todos los domingos?<br />

-¡Dios mío! Qué locura. Claro que sí. Cuando me di cuenta que mi hijo iba le conté<br />

a su papá y ahora lo mandó para cine. ¡Qué perdición! Cómo es que las<br />

autoridades permiten eso. ¡Virgen Santa! Es un baile vulgar y van vagos y siempre<br />

hay p<strong>el</strong>eas, y dicen que hasta marihuaneros y las muchachas se dejan besar y<br />

apretar. ¡Qué horror! Cómo cambian los tiempos. Esas son las mujerzu<strong>el</strong>as d<strong>el</strong><br />

mañana. (…) (si mamá supiera que la engaño, pero ¿quién olvida esa música?)”<br />

El carácter inminente sexualizado y “desfachatado” de la llegada de la salsa en <strong>el</strong><br />

r<strong>el</strong>ato de Valverde nos habla de adeptos jóvenes, que si bien han trascendido a lo<br />

largo d<strong>el</strong> libro la frontera geográfica d<strong>el</strong> Barrio Obrero, se implican en una trama<br />

que <strong>el</strong> autor enfatiza como –popular-<br />

La r<strong>el</strong>ación entre la salsa y cierto tipo de pertenencia socioeconómica que<br />

diferencia tajantemente <strong>el</strong> público que se adscribe a su ritmo (y que Ulloa hace<br />

explícito en su primer libro, la Salsa en Cali), se hace presente de una manera<br />

mucho más obvia en la célebre nov<strong>el</strong>a de Andrés Caicedo.<br />

Los devenires de su protagonista, María d<strong>el</strong> Carmen Huerta, una niña “bien” de la<br />

ciudad (algunas personas equiparan ¡Qué Viva la <strong>Música</strong>! con un r<strong>el</strong>ato<br />

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