¿QUE DEMOCRACIA
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menú para ofrecer a quien no se mantuviera en regla. Así<br />
que, aunque los motivos de la lucha eran indiscutiblemente<br />
legítimos por cuanto se pedía no solo vivir en paz y dignidad,<br />
sino simplemente vivir, el temor a ser reconocidos y perder el<br />
trabajo, el estudio o la familia hizo de estas primeras marchas un<br />
desfile sin rostros. La conmoción vino cuando Carlos Jáuregui,<br />
presidente de la CHA, apareció en la tapa de la revista Siete<br />
Días, convirtiéndose en el primer homosexual que sentaba el<br />
precedente de una visibilización sin vergüenzas y a gran escala.<br />
Eran minorías, pero estaban decididas a no seguir ocultándose.<br />
En 2014 marcharon en Buenos Aires 150.000 personas. ¿Qué<br />
cambió en estas dos décadas? Mucho. El primer paso fue ampliar<br />
la mirada de la reivindicación de los derechos LGTBI al espectro<br />
de los derechos humanos, es decir al reconocimiento de la<br />
humanidad misma de lesbianas, gays, travestis, transgéneros,<br />
intersex y bisexuales. Revertir el proceso de deshumanización.<br />
El vínculo entre las organizaciones de derechos humanos con<br />
las organizaciones LGTBI se hizo sólido y nítido. La lucha de<br />
la comunidad LGTBI es transversal al plano mismo de todas<br />
las generaciones de derechos humanos. Allí donde la opresión<br />
estatal o el fanatismo religioso se imponen, también se impone<br />
la necesidad del derecho a la vida misma; y a partir de allí surgen<br />
la batalla por el reconocimiento de los nombres, de una familia,<br />
de la expresión del amor —y del deseo, ¿por qué no?—, todas<br />
contundentes y significativas luchas y conquistas.<br />
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