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BDI-International Magazine - Inaugural Issue

Best Doctors Insurance magazine

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La perfección es algo inalcanzable,<br />

y perseguirla podrá llevarte al<br />

mismo destino que a Ícaro, quien<br />

se elevó hasta el cielo tan cerca del sol<br />

que sus alas se derritieron. Nunca pensé<br />

que escribiría estas palabras, pero<br />

realmente salen de mi corazón: “No<br />

quiero ser perfecta y eso me hace feliz.”<br />

Esto me trae a mi pequeña yo de 11 años<br />

que jugaba en la piscina con sus primos<br />

en una hermosa tarde de verano. Al salir,<br />

corrí hacia la mesa donde servían la<br />

comida y tomé una bolsa de Doritos. En<br />

ese momento alguien me quitó la bolsita<br />

de un tirón y levanté la mirada muy<br />

extrañada para ver cómo mi tía me miraba<br />

con desaprobación: “Estás muy gordita,<br />

mami; no puedes comer esto,” me dijo.<br />

Miré mi pancita, confundida, como si<br />

fuera la primera vez que realmente la veía<br />

en mi vida. Acto siguiente, mi tía le<br />

entregó la bolsa a mi hermano porque el<br />

“sí se la merecía”, y me quedé ahí,<br />

avergonzada, por primera vez sintiéndome<br />

muy incómoda en mi propio cuerpo.<br />

Esto fue algo que se repitió muchas veces<br />

en reuniones familiares donde mi tía no<br />

me servía a mí un pedazo de pastel o me<br />

quitaba algo de mi comida, y yo me<br />

retiraba de la mesa sintiéndome apenada.<br />

Al ver mis fotos de ese entonces, me doy<br />

cuenta de que yo era una niña<br />

completamente normal de 11 años con una<br />

vida activa, alimentación saludable y una<br />

pancita totalmente normal para niñas de<br />

esa edad, pero no había nadie que me<br />

dijera esas palabras en ese entonces.<br />

Estos pensamientos de autocrítica que<br />

empezaron en esa época nunca me<br />

abandonaron. Comencé a compararme<br />

con otras niñas de mi edad más delgadas<br />

y me daba cuenta de que yo era más alta<br />

y tenía más carne en mis huesos (lo que<br />

muchos llaman “piernas de portuguesa”).<br />

Todo empeoró cuando me gradué de<br />

secundaria y decidí conseguir un trabajo<br />

de verano como asistente de almacén<br />

en un quiosco en el que debía cocinar<br />

mi propia comida. Estaba determinada<br />

a comenzar la universidad siendo una<br />

nueva yo, jamás teniendo que volver a<br />

compararme con nadie más, siendo la<br />

más delgada y llegando esa navidad a<br />

ver a mi cruel tía para demostrarle que<br />

yo sí era bonita.<br />

Comencé una dieta que yo me inventé<br />

hecha de carne y vegetales de almuerzo y<br />

ensaladas en la cena más una hora de trote<br />

continuo y una hora de ejercicio aeróbico<br />

en el gimnasio. Bajé de peso de prisa, pero<br />

pronto vinieron las consecuencias: estaba<br />

agotada, hambrienta, irritada, y mi<br />

menstruación había desaparecido.<br />

Había días en los que mi hambre era tal<br />

que no podía aguantar las ganas de<br />

comprar cajas de galletas y comérmelas<br />

yo sola mientras nadie me veía y luego me<br />

sentía tan culpable y asqueada de mí<br />

misma que pasaba días sin comer. Bajé<br />

aún más de peso y ya casi no me podía<br />

levantar de la silla de mi trabajo para<br />

atender a los clientes. Cada vez que salía<br />

a correr se me nublaba la vista, y me sentía<br />

tan miserable que lo único que hacía era<br />

contar los días que faltaban para<br />

finalmente llegar mi “peso ideal”.<br />

Mis ciclos de atracones y ayunos se<br />

volvieron cada vez más alocados, haciendo<br />

que comiera tanto en un solo día que sin<br />

importar qué hiciera comencé a subir de<br />

peso, Ya era hora de comenzar la<br />

universidad y había fallado mi meta<br />

inalcanzable. No podía verme en el espejo;<br />

ya no soportaba lo que veía.<br />

En mis días universitarios, comenzaron<br />

las comparaciones nuevamente. Todas las<br />

chicas tenían una inmensurable belleza:<br />

siempre estaban vestidas con ropa<br />

hermosa, cabello perfecto, uñas arregladas<br />

y cuerpos esculturales. Yo, sintiéndome<br />

como un saco de papas jamás me sentí<br />

hermosa. Soy hija de una madre soltera,<br />

así que nunca me atreví a pedirle dinero<br />

para cosas superfluas. Lo único que usaba<br />

era ropa holgada y negra para ocultarme,<br />

sintiendo que todavía no merecía estar a<br />

gusto ni vestirme bonita.<br />

Comencé a castigarme aún más en todos<br />

los sentidos: si mis exámenes no eran<br />

perfectos, me lastimaba; si me daba<br />

atracones, ayunaba o corría hasta no sentir<br />

mis piernas. No podía hacer amigos porque<br />

no me sentía merecedora de tenerlos, y si<br />

alguien me ofrecía su amistad, dejaba que<br />

me pisotearan porque sentía que yo era tan<br />

inferior que eso era lo que me ganaba.<br />

En los últimos años de mi carrera fui<br />

abusada por un profesor. Conté mi historia<br />

a la compañera más cercana que tenía en<br />

ese entonces, y ella terminó culpándome<br />

a mí. Me aislé y desarrollé tanta ansiedad<br />

que podía comer ni aunque quisiera;<br />

apenas lograba llevarme a la boca el café<br />

de la mañana y cualquier cosa que lograba<br />

picar antes de que mi estómago se cerrara<br />

por completo.<br />

Me volví una máquina: hacía todo lo<br />

posible para evitar que mi cerebro<br />

estuviera nuevamente en contacto con mis<br />

sentimientos, y por primera vez desde que<br />

comencé este viaje de autodestrucción,<br />

jamás estuve tan cerca de ser “perfecta”.<br />

Era delgada, lo único que hacía era<br />

estudiar y trabajar, dormía dos horas cada<br />

noche y me levantaba con la mirada en<br />

blanco para repetir por inercia lo que<br />

debía hacer. Mi sistema inmune estaba<br />

por el piso por la falta de sueño, alimento<br />

y mi delgadez. Enfermaba cada dos<br />

semanas, pero a pesar de la fiebre seguía<br />

sin descansar. Mientras más me acercaba<br />

a mi sueño, más sentía que mi vida se me<br />

escurría de los dedos.<br />

<strong>BDI</strong> <strong>International</strong> <strong>Magazine</strong> | Page 26

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