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al respecto). Por lo tanto, si uno es consciente
de su alrededor, no puede sino intentar
sobrevivir, pero sin perder el respeto por los
demás, que no son otra cosa que sus iguales.
¿Estrellas o Leyendas?
Viaje al centro de mi propio universo.
Por Néstor Pardo.
¿Como lo llevas? Imagino que fatal… Cero trabajo, ¿no? Estas son las preguntas que las
personas que nos dedicamos al mundo de la música y a la cultura en general llevamos
escuchando desde que comenzó esta pesadilla que ha conseguido tambalear los cimientos
de nuestro curioso planeta. Pero existe otro universo al que solamente uno mismo puede
acceder y, si es capaz, disfrutar de un lugar sin límites entre el espacio y el tiempo. Ese lugar no
entiende de virus ni mascarillas, pero sí se alimenta, y de manera incansable, de sentimientos,
esperanzas, miedos, alegrías y cualquier tipo de emoción que le quieras poner en el plato.
¿Y qué es la música sino un animal libre y
salvaje que se alimenta exactamente de las
mismas cosas? La música no deja de ser
una expresión a través de una comunicación
interna – externa, generada por una formula
con un simple factor de rebote… Podríamos
llamarle E-I-E (Externa- Interna – Externa ) por
lo tanto, desde mi humilde y personal opinión,
cualquier persona que se titule a sí misma
como music@ o creativ@ en general, ha de
estar acostumbrad@ a viajar por ese universo
paralelo de manera cotidiana. Y exceptuando a
la música espiritual (góspel, música religiosa…)
a la que habría que tratar con una formulación
distinta dado que su inspiración no se basa
en lo recibido externamente, sino en la fe,
y centrándonos en lo que se ha basado toda
la música blues, jazz y rock & roll desde sus
inicios, este no es sino un momento perfecto
para una evolución en el mundo del arte en
general y la música en particular.
La esclavitud, por ejemplo, terminó con
millones de vidas y otros millones preferirían
haber muerto, pero dejó como legado una
riqueza cultural que marcó las bases de la
música moderna. De todo ese sufrimiento nació
algo tan humano y puro que nadie es capaz de
quedarse al margen al escuchar, por ejemplo
“Dark Was The Night, Could Was The Ground
grabada por Blind Willie Johnson en 1927.
Y esa especie de contradicción entre el dolor
y el nacimiento es un ejemplo perfecto de la
formula antes comentada (E-I-E). Por supuesto
no estoy comparando la esclavitud en EEUU
durante más de 200 años con el COVID-19 y
la situación actual. Pero sí considero que hay
una retroalimentación humana con el dolor
ajeno en cuanto a la música se refiere. Una
buena amiga mía, sensible y creativa, por
lo tanto acostumbrada a sufrir y esconderse
en ese “otro lugar “, siempre ha dicho que el
sufrimiento en el autor, en el emisor de cualquier
expresión artística, tiene la capacidad de calmar
al receptor, de generarle paz y bienestar. Así
que, si somos capaces de ver el vaso desde
ese lugar, considero que se acercan tiempos
magníficos para cualquier tipo de expresión
artística.
Respecto a como está siendo mi experiencia
en esta “nueva normalidad “, si he de ser justo,
debo crear otra ecuación para poder describirla
con un resultado real, dado que realmente en
mi profesión existen ganancias intangibles
amén de las económicas. El primer valor que he
tenido y quiero tener en cuenta en esta especie
de estudio personal y social es la empatía. Es
cierto que yo he ganado mucho menos dinero
este año, pero me resulta muy insultante y de
miras muy cortas el quejarme como individuo
al respecto. Muchísimas personas han perdido
su trabajo, diferentes sectores se encuentran
completamente congelados y con una
sensación de abismo ante sus ojos que no me
gustaría sentir. Lo que quiero decir es que esto
es un problema de todos, no un problema de un
colectivo en particular, y es evidente que no es
culpa de una persona o de un gobierno (sean
más o menos acertados estos en sus decisiones
El segundo valor que debo tener en cuenta en
esta ecuación sería lo que me aporta la situación
egoísta y creativamente hablando. Jamás
en mi vida había podido dominar al enemigo
implacable contra el que lucha todo ser humano
que tenga amor por la vida. El tiempo. Pero
gracias al monstruo invisible que nos acecha
he conseguido ralentizarlo al verme obligado a
administrarlo de otra forma. Me explico: Para mi
tener tanto tiempo es un regalo musicalmente
hablando. Nadie me llama para ir a un sitio o
al otro, no tengo que ir a tocar lejos de casa
y pasar horas en la carretera, en definitiva,
carecemos de una vida social activa, lo cual
me ha permitido estudiar, escribir, componer
nuevas melodías y mejorar como profesional y
como autor. Soy feliz en esta nueva normalidad,
ya que como buen músico yo ya estaba
acostumbrado a vivir con lo justo. Pero ahora,
además, tengo tiempo para poder componer,
crear y preparar mi futuro con un nuevo punto
de vista, con mayores conocimientos y con
nuevas canciones que regalar.
Sé que esto me ha permitido ganarle una
partida a ese concepto tan asfixiante y que
difícilmente, cuando todo termine, pueda volver
a suceder. Así que egoístamente y olvidando
el primer valor de mi ecuación, son para mí,
como individuo, tiempos extremadamente
productivos.
Y el tercer y último valor que quiero poner sobre
el papel es lo que para mí significa la música y
lo que me ha enseñado sobre la vida. Yo existo
en este momento, nadie sabe cuántos años,
días o horas me pueden quedar. Pero la música
transciende a uno mismo. Blaze Foley dijo en
una ocasión que él no quería ser una estrella
sino una leyenda, ya que las estrellan brillan y
luchan por ello hasta que se consumen, pero
una leyenda permanece para siempre. Con esto
quiero decir que la música te enseña a aceptar
tu paso por este mundo de otra forma. Al
escribir canciones estás dejando un testimonio,
pero lo realmente mágico y espectacular de una
canción es cuando pertenece a otras personas.
Cuando las convierten en suyas y les dan su
propio significado… Es ahí donde radica la
grandeza de la música y estoy seguro de que
mientras lees esto estás pensando en unas
cuantas melodías que pertenecen a tu vida y
que no tienen nada que ver con la persona que
las compuso en su momento. Por lo tanto, si
formulase la ecuación X= (Empatía/Economía)
x (Tiempo/Trascendencia), debo aceptar que
son tiempos difíciles que me han robado libertad
social pero en los que he sabido encontrar la
libertad en donde nadie me la puede quitar.
En mi propio universo lleno de esquemas
matemáticos, de notas cromáticas y ritmos
llenos de subdivisiones que mezclados entre sí
se convierten en algo tan universal, atemporal,
empático y aparentemente sencillo como lo son
la música y la libertad.
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Rock Bottom Magazine