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Los Estanques en directo, Teatro Lara Madrid.
Hace un par de años ir a un concierto de rock
en un teatro era una risueña extravagancia.
Butacas, terciopelo, columnas doradas y
acomodadores, muy lejos de los suelos
cubiertos de cerveza derramada, cristales
rotos y lavabos infectos. Pero, ay, hoy día
lo aceptamos y celebramos como maná de
los cielos. En el teatro Lara ya vimos hace
un par de años a Ian Hunter, pero claro,
el Mott The Hoople es un octogenario que
encaja perfectamente en tal escenario.
El pasado 10 de diciembre volvíamos a
ver un concierto sentados, y al fondo del
escenario se leía en tipografía sesentera
Los Estanques, sobre colores vibrantes.
Arrancando con los compases lisérgicos
de “Reunión” los cántabros repasaron su
disco “IV” con precisión y elegancia, con un
Bregel desatado saltando del teclado a la
guitarra como una fiera recién devuelta a la
jungla. A su derecha, Pozo desarrollando
esas alambicadas líneas de bajo en modo
saltimbanqui, y a su siniestra un mesiánico
Germán apuntillando con sus notas igual
que apostillaba cada frase en la entrevista
que les hicimos. Cuando le dan el foco
para desarrollar sus solos, gloria bendita.
Y uno que ha sido batería y siente fijación
por el ritmo no puede dejar de sorprenderse
ante la sensibilidad y fiereza combinada de
Conti, menudo crack. Los temas del cuarto
trabajo de los Estanques toman otra forma
en directo, pero suenan como una obra
de orfebrería, con cada detalle ajustado al
milímetro. Y la elección de temas pretéritos
es morrocotuda, destacando la belleza
de “La loa que Añoré” (fantástica) o el
desparrame hard rockero de “Joder” o la
sutil “Clamando al Error”. Por supuesto uno
de los temas estrella fue el ya clásico “Soy
Español Pero Tengo Un Kebab” cantado
por Germán luciendo elegante chilaba, y
precedido de un sorteo de camisetas (hubo
tongo, hay que decirlo) y un auténtico Kebab
de Rafael, aunque desde lejos parecía un
durum.
Los Estanques juegan en su propia liga:
inalcanzables en su destreza en estudio,
son capaces de trasladar todo ese arsenal
al directo sin despeinarse (es un decir) y
solo nos hacen desear que llegue el día
en que podamos verles de cerca, derramar
cerveza, y atascar baños. Hasta entonces,
haced caso a Karina: precaución.
Javier Sanabria
pueda apuñalar por la noche, que a lo mejor
(Risas), sino que se exprime el cerebro en cada
pequeña parte de la música: primero estrofa,
luego estribillo, la canción, el disco… Le dedica
el 100% de su cerebro, y luego ya…
Iñigo: Me voy a dormir (Risas).
Conti: Pero es que cuando se hace las cosas
con cuidado y cariño al final eso se plasma.
Eso que comentas es porque muchos grupos
no escuchan sus propios temas, nosotros sí, le
dedicamos todo el tiempo y se nota.
Iñigo: Y no es por ser típico ni mucho menos,
pero de verdad, tío, va todo sobre pasarlo bien.
Y no quiero ser como el clásico “sonríe y la vida
te irá mejor”, pero ese cariño que le ponemos
se nota. Y al final yo no tengo nada mejor que
hacer que estar aquí haciendo canciones.
Debéis andar por la treintena, sois unos
chavales, pero vuestro bagaje musical es
tremendo. ¿Musicalmente de dónde venís? ¿Se
escuchaba mucha música en vuestra casa?
Germán: Mi padre tiene una escuela de guitarra
en Santander y yo empecé a estudiar con él.
Me dio unas cuantas clases hasta que le dije
“Ya no me puedes enseñar más” y me marché
(Risas).
Como un maestro Shao Lin y su discípulo
(Risas).
Germán: Así que es de ahí de donde vengo.
Claro, yo de crío no tocaba nada, estaba más
preocupado buscando pokemons o a lo que se
jugase en esa época.
Conti: Las influencias siempre vienen de algún
lado. Durante la pandemia hicimos un podcast,
El Estanque Relativo, e invitamos a nuestros
padres a hablar de música y fue bastante
emotivo.
¿Y qué música escuchabais de chavales?
Iñigo: A mí el primer grupo que de verdad me
moló fue Uriah Heep, y a los 14 años ya andaba
con Genesis que no podía más, los Genesis
clásicos, no la mierda que hicieron más tarde
buscando más Genesis donde no había.
Germán: A mí me dio al principio muy fuerte
con Zeppelin y más tarde me metí en el rollo
funk rock.
Conti: Yo empecé con el rollo progresivo
italiano, Banco de Mutuo Soccorso, Premiata
Forneria Marconi, la música napolitana de mi
abuelo…
Iñigo: Los Beatles, por supuesto.
En el disco destaca “Soy Español Pero
Tengo un Kebab”, un tema absolutamente
delirante con multitud de detalles, desde un
sitar hasta esos refuerzos de sintetizadores
obsesivos al final, y, sobre todo, la
desquiciada voz de Germán, ¿cómo surge
un tema así?
Germán: Pues el tema lo iba a cantar Iñigo, ya
teníamos colocado el micro y se fue al baño;
empecé a cantarla yo en plan de broma y según
volvía Iñigo me dice: “La vas a cantar tú en el
Rock Bottom Magazine 21