Última etapa de la unidad nacional. Los Fueros - Universidad del ...

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dente del Consejo, cosa que me valió que me .
contestase él, que a ninguno de mis compa-
Conde de Llobregat, era una ley completamente desaten-
dida por aquellas provincias, diga lo que quiera S . S . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«Es menester no olvidar que esas provincias que apare-
cen hoy tan sumisas al Rey legitimo, tan entusiastas por
la causa de Rey D . Alfonso, no respondieron uno y otro
día a su voz cuando les brindaba con la paz y aun les ofre-
cía la conservación de sus fueros .
«Pasa el tiempo y fué necesario armar grandes ejércitos,
como jamás los tuvo España, para vencer la insurrección
de las Provincias vascongadas y Navarra, y entonces,
como decía con gran calor y con gran satisfacción el señor
Ministro de Estado, se alcanzó la victoria solo por el triunfo
d e las armas, sin convenios, sin acuerdos de ninguna espe-
cie ; sola y exclusivamente por el triunfo de las bayonetas
v de nuestro derecho se venció la insurrección carlista .
: . . . . .
cuál era la actitud unánime del país, cuál era la actitud
casi unánime de la prensa en los momentos mismos en
que esta cuestión se iniciaba en este sitio? ¿Quién hubiera
podido creer que después de los sucesos que habían tenido
lugar en la última guerra, había de venir como consecuencia
natural el respeto de gran parte de las instituciones que
tienen más medios y más raíces para contribuir de nuevo
a un levantamiento semejante al que tantas veces hemos
deplorado? ¿Quién había de creer que veríamos de nuevo
respetadas por completo ciertas exenciones, según las
llaman los vascongados, y privilegios el resto de la Nación?
Todavía comprendería que ese respeto se tuviera exclu-
sivamente a aquellas disposiciones legislativas que ninguna