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-¿Es usted extranjero?<br />

-Extranjero en las Kerguelen... sí- respondí.<br />

-¿De nacionalidad inglesa?<br />

-No...; americano...<br />

Me saludó con un ademán ceremonioso, y le devolví el mismo saludo.<br />

-Caballero- continué,- tengo motivos para creer que Atkins, el dueño del Cormorán<br />

Verde, le ha hecho a usted una proposición que se relaciona conmigo, proposición que,<br />

a mi entender, merecía favorable acogida de parte de un...<br />

-¿La proposición de recibirlo a usted a bordo de mi goleta?-interrumpió el capitán Len<br />

Guy.<br />

-Precisamente.<br />

-Siento mucho no haber podido complacer a usted.<br />

-Pero... ¿me dará usted la razón?<br />

-Porque no tengo la costumbre de admitir pasajeros... Primera razón.<br />

-¿Y la segunda, capitán?<br />

-Porque el itinerario de la Halbrane no está nunca resuelto de antemano...<br />

Ella parte para un puerto... y va a otro, si en ello encuentra ventaja. Sepa usted,<br />

caballero, que yo no estoy al servicio de armador ninguno. La goleta me pertenece en<br />

gran parte, y no tengo orden de recibir a nadie en mis travesías.<br />

-En ese caso, de usted depende exclusivamente el concederme pasaje.<br />

-Sea...; pero con harto sentimiento no puedo responder más que con una negativa.<br />

Tal vez cambiara usted de opinión cuando sepa que me importa poco el destino de la<br />

goleta. No es un absurdo suponer que irá a alguna parte.<br />

-A alguna parte, en efecto...<br />

Y en aquel momento parecióme que el Capitán Len Guy arrojaba una larga mirada<br />

hacia el horizonte del Sur.<br />

-Pues bien, caballero- añadí-, ir a un sitio o a otro me es indiferente. Lo que ante todo<br />

deseo es abandonar las Kerguelen en la ocasión más próxima que se me ofrezca.<br />

El capitán Len Guy quedó pensativo.<br />

-¿Me hará usted el honor de escucharme?- pregunté vivamente.<br />

-Sí, señor.<br />

-Añadiré, pues, que salvo error, y si el itinerario de la goleta no ha sufrido<br />

modificación, tiene usted la intención de partir de Christmas-Harbour para Tristán de<br />

Acunha.<br />

-Tal vez a Tristán de Acunha...; tal vez al Cabo...; tal vez a las Falklands... o a otra<br />

parte.<br />

-Pues bien, capitán Guy; precisamente a otra parte es donde yo deseo ir- repliqué<br />

irónicamente, haciendo esfuerzos para contener mi ira.<br />

Entonces en la actitud del capitán Len Guy se efectuó un cambio singular. Su voz se<br />

alteró, tornándose más dura.<br />

En pocas palabras me hizo comprender que toda insistencia sería inútil;- que nuestra<br />

conversación había durado bastante; que el tiempo le era muy precioso; que sus<br />

negocios le llamaban a las oficinas del puerto; en fin, que nos habíamos dicho, y de<br />

modo completo, cuanto teníamos que decirnos.<br />

Yo había extendido el brazo para detenerle- sujetarle sería palabra más propia,- y la<br />

conversación, empezada de mala manera, amenazaba concluir peor, cuando aquel<br />

extraño personaje, volviéndose a mí, me dijo con tono dulce:<br />

-Crea usted, caballero, que lamento en el alma mostrarme tan poco afectuoso con un<br />

americano. Pero no podría modificar mi conducta En el curso de la navegación de la<br />

Halbrane puede sobrevenir algún accidente imprevisto, que haría molesta la presencia

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