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-¿Una goleta inglesa que vino a hacer escala en Tristán de Acuhna hace once años?<br />
-Once años, señor Jeorling. Hacía ya siete que yo estaba en la isla, donde me había<br />
encontrado al capitán Feffrey del Berwick, de Londres, en el año 1824. Recuerdo a<br />
William Guy como si le tuviera delante. Un valiente, de carácter franco, y al que<br />
entregué un cargamento de pieles de foca. Tenía aspecto<br />
de gentleman; un poco altivo, pero de buen natural.<br />
-¿Y la Jane?- le pregunté.<br />
-La veo ahora en el mismo sitio en que la Halbrane está anclada en el fondo de la<br />
bahía. Un lucido barco de 180 toneladas, con la proa afilada. Iba a Liverpool.<br />
-Sí, esto es verdad. Todo esto es verdad- repetía yo.<br />
-Y ¿continúa la Jane navegando, señor Jeorling?<br />
-No, señor Glass.<br />
-¿Es que ha perecido?<br />
-Sí, señor; y la mayor parte de su tripulación ha desaparecido con ella.<br />
-Y ¿cómo ha sucedido esa desgracia, señor Jeorling?<br />
-Al salir de Tristán de Acuhna la Jane se dirigió a las islas Auroras, y otras que<br />
William Guy esperaba reconocer, según noticias.<br />
-Que yo mismo le di, señor Jeorling- dijo el ex cabo.- Y ¿ha descubierto la Jane esas<br />
otras islas?<br />
-No-, ni tampoco las Auroras, por más que William Guy permaneció durante varias<br />
semanas en aquellos parajes, corriendo de Este a Oeste y con un vigía a la punta del<br />
palo mayor.<br />
-Preciso es, pues, que se haya equivocado; pues a creer a varios balleneros que no<br />
pueden ser considerados como sospechosos, esas islas existen, y hasta se trataba de<br />
darlas mi nombre.<br />
-Lo que hubiera sido justo- respondí yo amablemente.<br />
-Y será fastidioso si se llega a descubrirlas algún díaañadió el gobernador con tono<br />
que denotaba una buena dosis de vanidad.<br />
-Entonces- continué- el capitán William Guy quiso realizar un proyecto madurado<br />
desde hacía largo tiempo, y al que le arrastraba cierto pasajero que iba a bordo de la<br />
goleta.<br />
-Arthur Gordón Pym- exclamó Glass- Y su compañero, un tal Dirk Peters, que habían<br />
sido recogidos en el mar por goleta.<br />
-¿Los ha conocido usted, señor Glass?- pregunté vivamente.<br />
-¡Sí los he conocido, señor Jeorling!... ¡Oh! Arthur Pym era un singular personaje,<br />
siempre ávido de lanzarse a aventuras. Un audaz americano capaz de partir para la luna.<br />
¿No habrá ido a ella por casualidad?<br />
-No, señor Glass; pero, según parece, y durante su viaje, la goleta de William. Guy ha<br />
franqueado el círculo polar, y ha avanzado más allá que ningún otro navío.<br />
-¡He aquí una prodigiosa campaña!- exclamó Glass.<br />
-Sí, pero desgraciadamente la Jane no ha vuelto.<br />
-De modo, señor Jeorling, que Arthur Pym y Dirk Peters, una especie de mestizo<br />
indiano de tan terrible fuerza que seis hombres no le hubieran podido derribar, ¿habrán<br />
perecido?<br />
-No, señor Glass. Arthur Pym y Dirk Peters han podido escapar a la catástrofe de que<br />
la Jane y la mayor parte de sus hombres fueron víctimas, y han vuelto a América. Ignoro<br />
de qué manera. Después de su regreso, Arthur Pym ha muerto en no sé qué<br />
circunstancias. En cuanto a Dirk Peters, después de retirarse al fondo de Illinois, ha<br />
partido un día sin<br />
prevenir a nadie y sin dejar rastro.