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Jem West, de pie junto al cabestrante, al abrigo de la trinqueta, con su anteojo en la<br />
mano, miraba por babor un objeto que flotaba a dos o tres millas, que varios marineros,<br />
inclinados sobre la baranda, mostraban con el dedo.<br />
Era una masa de diez a doce yardas superficiales, de forma irregular, abultada en el<br />
centro por una tumescencia resplandeciente. Subía y bajaba al impulso de las olas, que<br />
se movían en dirección Noroeste.<br />
Me acerqué a la vagara de proa, y observó atentamente aquel objeto. Llegaba a mí la<br />
conversación de los marineros, a los que siempre interesan los más insignificantes<br />
accidentes de mar.<br />
-Es una ballena- declaró el maestro velero.- Ha soplado una o dos veces desde que la<br />
examinamos.<br />
-No se trata de una ballena-afirmó Hardie, el maestro calafate.- Tal vez algún casco de<br />
un barco abandonado.<br />
-¡El diablo lo envía por el fondo!- exclamó Rogers.- Ve, pues, a arrojarte allí por la<br />
noche.<br />
-Es verdad- añadió Drap,- esos restos son más peligrosos que una roca, pues un día<br />
están aquí y otro allá.<br />
Hurliguerly acababa de acercarse.<br />
-¿Qué piensa usted de eso?- le pregunté.<br />
Hurliguerly miró con atención; y como la goleta, impulsada por la brisa, se<br />
aproximaba a la masa, era más fácil acertar.<br />
-En mi opinión, señor Jeorling- respondió el contramaestre,- eso que vemos no es una<br />
ballena, ni un resto de un buque, sino simplemente un témpano de hielo...<br />
-¡Un témpano de hielo!- exclamé.<br />
-Hurliguerly no se equivoca- afirmó Jem West.- Se trata de un pedazo de hielo que las<br />
corrientes han arrastrado...<br />
-¿Hasta el paralelo cuarenta y cinco? repuse.- ¿Cómo es posible?<br />
-Se ve con frecuencia- añadió el segundo,- y los hielos llegan a veces hasta el paso del<br />
cabo, a creer a un navegante francés, el capitán Blosseville, que lo encontró a la altura<br />
en 1828.<br />
-Entonces éste no puede tardar en fundirse- dije yo bastante asombrado de que West<br />
me hubiese honrado con tan larga respuesta.<br />
-Debe de estar disuelto en gran parte - afirmó el lugarteniente,- y lo que vemos es<br />
seguramente lo que queda de una montaña de hielo que debía pesar miles de toneladas.<br />
El capitán Len Guy apareció entonces; y al ver el grupo de marineros que rodeaba a<br />
Jem West, se dirigió a proa.<br />
Después de cambiar con él en voz baja algunas palabras, el lugarteniente le entregó el<br />
anteojo.<br />
Len Guy le enfocó al objeto flotante, al que la goleta se había aproximado cosa de una<br />
milla, y después de observarlo por espacio de un minuto, dijo:<br />
-Es un témpano de hielo, y es una suerte que se disuelva. La Halbrane hubiera podido<br />
sufrir grandes averías tropezando con él durante la noche.<br />
Me extrañó el cuidado que el capitán Len Guy ponía en su observación. Parecía como<br />
si sus ojos no pudieran apartarse del ocular del anteojo. Permanecía inmóvil, como<br />
clavado en el puente.<br />
Insensible al balanceo, con los brazos rígidos, gracias a su gran costumbre, mantenía<br />
imperturbablemente el bloque en el campo del objetivo. Su rostro ansioso mostraba gran<br />
palidez, y de sus labios salían vagas palabras.