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no la contendría el temor de los peligros que llevara una expedición que tal vez<br />

traspasaba los límites asignados a las fuerzas humanas.<br />

El alma de dicho capitán estaría en ellos; el brazo de su lugarteniente dirigiría sus<br />

brazos.<br />

¡He aquí la razón por la que el capitán Len Guy rehusaba aceptar pasajeros a bordo,<br />

porque me había dicho que sus itinerarios no eran fijos, en la esperanza siempre de que<br />

se le ofreciera ocasión para aventurarse hacia el mar de hielo!<br />

Y hasta tengo motivos para creer que, de estar entonces la Halbrane dispuesta para<br />

emprender tal campaña, el capitán Len Guy hubiera dado la orden de poner el cabo al<br />

Sur. Y después de lo que yo había dicho al embarcarme, ¿hubiera yo podido obligarla a<br />

continuar su camino para desembarcarme en Tristán de Acunha?<br />

Por lo demás, era preciso proveerse de agua en la isla, a la que llegaríamos a los tres<br />

días. Allí tal vez podría ponerse a la goleta en condiciones de luchar con los témpanos y<br />

llegar a la mar libre, pues libre era más allá del paralelo 82: y de ir más lejos que Cook,<br />

Weddell, Biscoe, Kemp, para intentar lo que intentaba entonces el teniente Wilkes, de la<br />

marina americana.<br />

Pues bien: una vez desembarcado en Tristán de Acunha, yo esperaría el paso de otro<br />

navío. Por lo demás, aunque la Halbrane hubiera estado dispuesta para tal expedición, la<br />

estación no la hubiera permitido franquear el círculo polar. La primera semana de<br />

Septiembre no había terminado aun, y debían transcurrir por lo menos dos meses antes<br />

que el verano austral hubiera disuelto los hielos.<br />

Está época- los navegantes lo sabían- es desde mitad de Noviembre al comienzo de<br />

Marzo. En este espacio de tiempo, tan audaces tentativas pueden emprenderse con algún<br />

buen resultado. La temperatura es soportable, menos frecuentes las borrascas; la barrera<br />

de hielo se agujerea, y un sol perpetuo baña aquel lejano dominio.<br />

No había que olvidar las reglas de prudencia en tal caso, y la Halbrane, después de<br />

renovar sus provisiones de agua y víveres en Tristán de Acunha, buscaría en las<br />

Falklands, ya en la costa americana, un puerto en mejores condiciones, desde el punto<br />

de vista de las reparaciones, que los de aquel grupo abandonado en el desierto del Sur<br />

atlántico.<br />

La gran isla, cuando el ambiente es puro, es visible a distancia de 85 a 90 millas. El<br />

contramaestre, que la había visitado varias veces, me dio acerca de la isla algunas<br />

noticias que transcribo.<br />

Tristán de Acunha está situada al Sur de la zona de los vientos regulares del Suroeste.<br />

Su clima es dulce y húmedo; su temperatura moderada, no bajando de 25º Fahrenheit<br />

(unos 4º c. bajo cero), ni elevándose más de 68º (20º c. sobre cero). Los vientos<br />

dominantes son el Oeste y el Noreste, y durante el invierno, Agosto y Septiembre, los<br />

del Sur.<br />

La isla fue habitada desde 1811 por el americano Lambert y varios otros del mismo<br />

origen, equipados para la pesca de los mamíferos marinos. Después de ellos instaláronse<br />

allí soldados ingleses, encargados de vigilar los mares de Santa Elena, y no partieron<br />

hasta la muerte de Napoleón en 1821.<br />

Treinta o cuarenta años después, Tristán de Acunha ha contado con un centenar de<br />

habitantes de bastante buen tipo, europeos, americanos y holandeses del Cabo, y la<br />

república se ha establecido con un patriarca por jefe, aquel de los padres de familia que<br />

tenía más hijos, y el grupo, en fin, ha acabado por reconocer la soberanía de la Gran<br />

Bretaña. Pero todo esto ha sucedido después del año 1839, durante el cual la Halbrane<br />

se disponía a dirigirse a ella.<br />

Por lo demás, pronto debía yo advertir por mis observaciones personales que la<br />

posesión de Tristán de Acunha no valía la pena de ser disputada. Sin embargo, «Tierra

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